Germán Rojas, un ecuatoriano ejemplar
Germán Rojas, un ecuatoriano ejemplar
Si el propósito de todo discípulo fuera superar a sus maestros, Germán Rojas Hidrovo logró este objetivo con creces y sus propios discípulos deberán sudar la gota gorda si toman en serio la difícil tarea de emularlo. Su prematura partida debería entristecer no sólo a quienes lo conocieron sino al país entero.
En Ecuador rara vez nacen personas como Germán Rojas, y esto pasa también en el resto del mundo, pero mientras que en otros países los gobiernos sacan pecho de sus personalidades meritorias, acá los gobernantes buscan servidores obsecuentes, que les digan sí a todo, aunque se trate de barrabasadas. No se exagera.
Germán Rojas ingresó a la Escuela Politécnica Nacional, EPN, donde se destacó como un brillante estudiante. Quería estudiar matemática, una carrera inexistente en aquella época, por lo que se le aconsejó hacerlo en la URSS, razón por la cual tomó clases de ruso en el Instituto de Amistad Ecuatoriano-Soviético. Un año después ganó una beca para estudiar en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la Amistad de los Pueblos de Moscú. En la carrera de matemáticas se destacó desde un inicio como un gran estudiante, en todos los aspectos académicos, y se graduó con los máximos honores posibles.
Regresó al Ecuador y comenzó a trabajar en la EPN, donde sobresalió como profesor. Luego se doctoró en Suiza y a su retorno continuó con su actividad académica. La Facultad de Ciencias de la EPN, que él había ayudado a fundar y desarrollar, lo eligió su decano. Es que sus conocimientos en esta rama compleja del saber humano, la matemática, eran profundos y se necesita conocer algo de ella para comprender a cabalidad sus aportes; Germán dejó escritos algunos libros de análisis y cálculo diferencial e integral, cuyos contenidos avalan esta afirmación.
Era interesante observar su trabajo metódico cuando corregía los deberes de sus alumnos, lo hacía como si cada detalle fuera importante; después les explicaba los pasos corregidos, por insignificantes que fueran. Es que sólo quien se exige a sí mismo puede exigir a los demás.
Cuando fue electo Vicerrector de la EPN, el país vivía un periodo económico muy difícil, que impedía la realización de cualquier proyecto y dificultaba toda tarea, tal vez por eso no fue electo rector de esa institución, cargo que hubiera desempeñado con mucho éxito.
Pese a que sus aportes y directrices eran obstaculizados por la burocracia inoperante, realizó un trabajo impecable y digno de todo elogio, luego de ganar por concurso de merecimientos la membresía al Consejo de Educación Superior, organismo encargado de planificar, regular y coordinar el Sistema de Educación Superior del Ecuador, para que se relacione de manera óptima con los distintos órganos de la Función Ejecutiva del Estado y, en general, con el resto de la sociedad ecuatoriana. Lo interesante es que para desempeñar esta función, Germán debió auto educarse en asuntos legales. Argumentaba tan bien sus escritos que, sin exagerar, eran de envidia para cualquier jurisconsulto, pues sus razonamientos eran jurídicamente irrebatibles.
Posiblemente, como ya se dijo, por no ser obsecuente con las más altas autoridades del Estado y no estar dispuesto a encubrir las tropelías que a todo nivel se cometen, nunca fue nombrado ministro, ni gobernador, ni nada parecido; es que Germán era un trabajador recto, disciplinado y honrado a carta cabal, además, exigía lo mismo a todos sus subalternos.
Sucede que Germán pertenecía a otra época, al siglo XIX, cuando Ecuador era conducido con otros principios morales, no como ahora, cuando las mafias están incrustadas en las instituciones más importantes del país, cuando la corrupción y la inmoralidad atosigan a la sociedad con un abrazo mortal y ponen en riesgo la estabilidad y la integridad del Estado.
Ecuador se ha convertido en el emporio de la verdadera delincuencia, de la mentira y el engaño, en un mundo donde se gobierna sin temer a la justicia divina y, menos todavía, a ser castigados por la humana, pues le rige una tracalada de pícaros que con la impunidad más absoluta han hecho un festín de las riquezas de todos.
Se recuerda el siglo XIX porque, cuando don Vicente Rocafuerte falleció, Ecuador le debía cerca de 50.000 pesos de oro que este prócer gastó de su propia pecunia para que el país mantenga relaciones con el mundo. Este tipo de gobernantes se ha extinguido.
Por otra parte, Germán era una persona amena y de una cultura tan vasta que le permitía admirar lo bello en toda su extensión. No había un sólo campo del conocimiento del que él no estuviera enterado, por lo menos en sus fundamentos, lo que le capacitaba para desempeñar cualquier misión y si aceptaba el reto, investigaba a profundidad sus detalles hasta encontrar la mejor solución.
También era un miembro ejemplar de la sociedad: un hijo que estaba atento a cualquier dificultad de sus progenitores; un padre que atendía los requerimientos de su prole; un esposo, firme aliado de su pareja; un amigo dispuesto a prestar cualquier apoyo que se le solicitara; un ciudadano que cumplía con todos sus deberes sociales. Por eso su pérdida es irreparable.
Parecería que la naturaleza equilibra los dones con que dota al hombre al nacer; así, a los muchos méritos de Germán, le faltó una buena salud, que le permitiera servir más tiempo al país. Su partida fue prematura, pues quería hacer más por la patria. Por qué no pensar que Ecuador va a retornar en algún momento a su pasado glorioso, cuando lo gobernaban verdaderos próceres y no la caterva de mamarrachos deshonestos que desde el arrastre de don Eloy Alfaro lo han gobernado.
Es posible que este retrato de Germán le parezca exagerado a quien no lo conoció, pero es muy parco para el que lo trató de cerca. Si algún consuelo queda es que, tal vez, entre sus numerosos alumnos, a los que él educó con tanto empeño, la semilla sembrada fructifique y Ecuador se vea iluminado por una pléyade de insignes patriotas que, a futuro, lo rescaten del marasmo de corruptela en el que ha sido sumergido en detrimento de la noble herencia que le legaron sus libertadores.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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