Una retirada poco transparente en Afganistán
Una retirada poco transparente en Afganistán
Aunque todo esté por verse y los planes del Pentágono estén bien ocultos, hay razones para preguntarse si la tan rápida entrada a Kabul del movimiento islámico fundamentalista de los Talibán, también llamado Emirato Islámico de Afganistán, fue negociada por los invasores, que en realidad buscan instaurar en Afganistán el Estado Islámico, EI, enemigo de los Talibán, o fue la derrota estrepitosa, que aparentemente fue; si esta retirada se hace para dejar montado un caos, que permita a EEUU pescar en río revuelto, o si Afganistán es también la tumba de los estadounidenses; si el descalabro sufrido en Afganistán fue planificado por EEUU y la OTAN o no.
Estas sospechas no se descartan pese a que ambos movimientos, los Talibán y el EI, se semejan en que son parte del islam fundamentalista, enemigo de toda influencia cultural de Occidente, pese a que el Consejo de Seguridad de la ONU los considera terroristas y por estar proscritos en algunos países.
Sin embargo, sus diferencias son gigantescas. A finales de 1979, un regimiento del Ejército Soviético ingresó a la República Democrática de Afganistán, por pedido de su gobierno que era atacado por los moudjahidines, que EEUU y Arabia Saudita, por medio de Pakistán, armaron e instruyeron para que lucharan contra la URSS. En ese entonces, el Presidente Reagan los llamó “combatientes por la libertad”, por ser el equivalente moral de los padres fundadores de EEUU. En 1989, el Ejército Soviético abandonó Afganistán. Una vez que esto pasó, EEUU se alejó de esa región, que quedó sumida en la guerra civil y en el desorden más absoluto.
Al Qaeda, grupo terrorista fundado en 1988 por Osama bin Laden, luchó contra el Gobierno Revolucionario Afgano con el apoyo de Estados Unidos. Durante la Guerra Civil de Yugoslavia, EEUU organizó el traslado de miles de combatientes de Al Qaeda a Bosnia-Herzegovina. Para separar a Kosovo de Serbia, Al Qaeda luchó junto a los terroristas del Ejército de Liberación de Kosovo, también lo hizo en Chechenia contra Rusia y en Xinjiang contra China.
Por el contrario, los Talibán, fundados en 1994 sobre la base de los moudjahidines, son nacionalistas y no buscan la instauración de un califato mundial, como aboga el EI; a partir de 1996 gobernaron Afganistán, luego de ganar la guerra civil.
Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas del World Trade Center y la destrucción de un ala del Pentágono de Washington, el gobierno de George Bush hijo y la OTAN emprendieron contra Afganistán la operación “Libertad Duradera”, aduciendo que los Talibán se negaron a entregar a Osama bin Laden, acusado de organizar dichos atentados. Los Talibán fueron derrocados durante esa invasión.
En 2003, George Bush hijo, en común acuerdo con Tony Blair y José María Aznar, decidieron bombardear Irak. Según ellos, buscaban liberar al pueblo iraquí de la tiranía de Saddam Hussein, quien aparentemente estaba relacionado con Al Qaeda y poseía armas de destrucción masiva. El entonces Secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, blandió en la ONU un frasco de prueba; hasta ahora se desconoce lo que contenía. Saddam Husseim, que no tenía ningún vínculo con Al Qaeda y, menos aún, armas de destrucción masiva, fue capturado, juzgado y colgado.
Paul Bremer, Gobernador estadounidense de Iraq, reorganizó el Ejército Iraquí, reestructuró la policía y toda la organización política de ese país. Como consecuencia, a partir de Al Qaeda se formó el EI, que ocupó gran parte del territorio iraquí y de la vecina Siria y se llamó Estado Islámico del Levante, EIL, o también Daesh. Rand Paul, precandidato presidencial republicano 2016, afirmó: «El EI creció porque los halcones de nuestro partido republicano dieron armas indiscriminadamente y la mayoría de esas armas fueron arrebatadas por los yihadistas… querían atacar al presidente de Siria, Bachar al Assad». O sea, EEUU financió las operaciones terroristas del EI para destruir las organizaciones políticas del Medio Oriente.
En 2014, la OTAN y EEUU agredieron a Libia, país con uno de los mejores programas sociales del mundo. Mentiras no faltaron para justificar esta intervención, que llamaron humanitaria. En realidad, los rebeldes libios eran terroristas islámicos vinculados a Al Qaeda. Durante una audiencia en el Senado de EEUU, el Almirante James Stavridis, comandante de las fuerzas armadas de ese país en Europa, dijo no dudar de que el Grupo Combatiente Islámico de Libia, rama libia de Al Qaeda, estaba conformado por moudjahidines libios, veteranos de la guerra contra los soviéticos en Afganistán.
El Frente Al Nusra de Al Qaeda, nombre que tomaba el EI de Siria, tenía en Libia campamentos a cielo abierto, fácilmente detectables por EEUU y la OTAN, donde sus miembros se especializaban en colocar explosivos, en preparar atentados con coches-bomba y demás actividades terroristas. Los alumnos mejor preparados en esas universidades del terror aplicarían sus conocimientos en cualquier lugar donde los requieran; así, por ejemplo, a Siria llegaron alrededor de 5.000 de estos yihadistas.
¿Se exagera? ¡De ninguna manera! El Almirante Guillaud, ex Director del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Francia, declaró, cuando todavía ostentaba dicho cargo, que Libia era el centro gravitacional del terrorismo y para los terroristas se había convertido en el espacio de regeneración y abastecimiento de armas.
La coexistencia de Al Qaeda y los servicios de inteligencia occidentales no es contradictorio, pues permitió que por 188 días la OTAN arrojara bombas sobre Libia. Luego de la invasión a Libia, el EI tomó la Embajada de EEUU y asesinó a su embajador. Desde Libia, el EI partió para conquistar Siria; allí violaron mujeres, profanaron iglesias e, incluso, decapitaron públicamente a un obispo cristiano. ¿Qué hicieron EEUU y la OTAN? Seguir apoyando a los terroristas del EI, con el argumento de que combatían a la dictadura de al Assad.
El Congreso de EEUU aprobó una ayuda de 500 millones de dólares, que pidió el entonces Presidente Obama, para apoyar la resistencia moderada de Siria, unas cinco personas, según declaró el General Austin. EEUU dio al EI todo el apoyo posible para la guerra de exterminio contra el pueblo sirio. Qué contrasentido, ¿no? Ni tanto, y tiene un nombre, se llama Caos Organizado, algo parecido a fomentar y exacerbar las diferencias culturales y religiosas y luego armar a los contrincantes para que se exterminen entre sí. Divide y vencerás, mejor dicho, y obtendrás petróleo gratis.
En diciembre de 2015, Rusia, por pedido del gobierno sirio, entró en la Guerra Civil Siria y contra el EI. ¿Por qué el Presidente Putin ayudó a Siria? Pues, porque comprendió que lo ocurrido en Yugoslavia, Afganistán, Irak y Libia, e iba a ocurrir en Siria, era el preámbulo de lo que debía ocurrir en Rusia. El 6 de diciembre de 2017, Rusia anunció la derrota total en Siria de los terroristas del EI, tres días después Irak declaró haber derrotado a ese grupo terrorista en su territorio.
Los iraquíes y los sirios pusieron fin al Califato de Daesh, pero la batalla está lejos de haber terminado. Desde enero de 2015, el EI se instauró en Afganistán y desde entonces rivaliza con los Talibán. La República Islámica de Irán propuso a Afganistán su ayuda contra los yihadistas de Daesh y es muy probable que la lucha armada entre los Talibán y el EI se intensifique y que con ello Afganistán no se pacifique.
Por ello, lo ideal sería que en Afganistán se resuelva el conflicto mediante la formación de un gobierno representativo, tarea nada fácil porque, según Serguéi Lavrov, los Talibán todavía no controlan todo el territorio de Afganistán, por lo que propone un diálogo nacional con la participación de todas las fuerzas afganas posibles, que permita formar un gobierno representativo y resuelva por completo la larga crisis por la que atraviesa ese país. A buena hora, los Talibán cuentan con el apoyo de un gran sector de la población, que anhela la paz.
Según el Presidente Putin, los Talibán controlan casi todo Afganistán, han comenzado a restaurar el orden público, han prometido garantizar la seguridad de los civiles y de las misiones diplomáticas y espera que todo eso se haga factible. Recalcó «que en esta realidad hay que basarnos, evitando, claro, un derrumbe del Estado Afgano», que Rusia está interesada en la situación estable de Afganistán y propuso a EEUU y la UE hacer todo lo posible para normalizar la estabilidad en ese país, tener paciencia, aún si no les gusta lo que allí pase y dar a los pueblos del mundo el derecho a determinar sus destinos por su propia cuenta, sin que importe el tiempo que les tome a esos países democratizarse. Esta opción es mejor que la continuación de la guerra civil entre los Talibán y el EI, sin resultado previsible.
Pero lograr la paz y estabilidad en Afganistán es muy difícil por el largo historial de violencia, por la desconfianza de grandes sectores de la población afgana hacia los Talibán, por los intereses creados alrededor del narcotráfico, pues casi toda la producción de opio del mundo se concentra en Afganistán, y por sus inmensas riquezas minerales, cerca de tres billones de dólares en tierras raras. Por algo, EEUU invirtió tanto para conquistar ese país, y no va a quedarse con los brazos cruzados.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno,
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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