YO Y MI ALGORITMO
YO Y MI ALGORITMO
El mundo de avanzada tecnología en que vivimos nos sorprende por el impacto que tienen los algoritmos en nuestro diario vivir, en nuestras decisiones personales y hasta en las definiciones políticas.
Yuval Noah Hariri es un historiador israelí, reconocido como el “gurú” de las implicaciones que tienen los algoritmos en los cambios sociales y lo importante que es conocer lo que está ocurriendo en la sociedad de la información, para comprender lo grave y complejo del fenómeno. Hariri relata que lee cinco libros a la semana y que algunos de ellos le gustan y en otros no pasa de las primeras páginas. Dice que la semana siguiente, se ha olvidado de los libros que leyó la semana anterior, pero su aparato de lectura “Kindle” guarda sus emociones, y le sugiere leer lo que ha definido el algoritmo del aparato electrónico, que es lo que a sus emociones les place o no. Dicho algoritmo sabe más de las emociones de Hariri que él mismo.
Es anecdótico, pero cierto, que las grandes plataformas Google y Facebook hacen lo mismo. Si alguien busca algo, desde viajes y libros, hasta prendas de vestir, el algoritmo comenzará a proponerle opciones cada vez que uno los utiliza.
Sin la sofisticación de analizar nuestras emociones, el algoritmo las comprende, repite lo que nos gusta y evita lo que nos disgusta. Temible dilema que mi algoritmo me conozca en la intimidad de mis emociones más que yo mismo.
Pero no hay nada de secreto de lo que es un algoritmo. Sencillamente es una herramienta de los sistemas informáticos que en forma repetitiva ejecuta las instrucciones de manera sistemática. Según los especialistas es un peldaño en la escalera de la inteligencia artificial que pronostican reemplazará al ser humano en muchos campos.
Lo que viene en las innovaciones de la tecnología es, a la vez, invasivo a nuestra privacidad y tiene implicaciones de todo orden, respecto al comportamiento de quienes formamos parte de la sociedad. En la Unesco, 193 países acaban de aprobar un acuerdo sobre “Ética de la Inteligencia Artificial”, que define los valores y principios que deben regir la conducta de este vertiginoso tema. Es indudable que estos avances tecnológicos pueden ayudar a la humanidad y los riesgos que implican su uso deben ser normados para garantizar la privacidad, la gobernanza, educación, cultura, trabajo, salud, seguridad y vigilancia masiva.
De allí que es imperativo saber que los algoritmos programados por terceros, a los cuales no tengo el gusto de conocer, me están influenciando y aparentemente conocen de mis emociones, sin que me percate de esta invasión a mi privacidad e independencia personal. Todo un cambio social producido en el ciberespacio deber ser conocido a cabalidad por la humanidad, a fin de reducir las implicaciones negativas de su uso. Conocimiento e información son partes esenciales del poder individual y colectivo. Primero yo y luego mi algoritmo.
OPINIÓN
Por Embajador Luis Gallegos Chiriboga
Ecuador News