8M: Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven
8M: Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven
Mi primer acercamiento al feminismo fue en una marcha del 8 de marzo en mi ciudad, Guayaquil. Sin cartel y solo con un cancionero en la mano, caminé, grité, canté y me regresaba sonrisas con otras mujeres que no conocía en el centro de la Perla. La ciudad agresiva y roja, se convirtió por un par de horas en paz y violeta. Caminar con otras mujeres me da la seguridad que el estado nunca me ha dado.
El 8 de marzo es el reconocimiento a la lucha de las mujeres por nuestros derechos, una conmemoración histórica y política en la que ponemos la cara, el cuerpo y el nombre. Las organizaciones feministas se preparan para esta jornada donde le recuerdan a la sociedad y el estado el pedido principal: dignidad. La vida digna que se traduce, por poner algunos ejemplos, al acceso a justicia, derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, visibilización de la brecha salarial, educación sexual, no acoso y ni una mujer menos.
Pero al 8M no solo asisten mujeres que pertenecen a organizaciones feministas, también asisten madres que perdieron a sus hijas, víctimas de violencia sexual, y mujeres solas como yo, años atrás, curiosas de entender qué sucede en esta marcha. Asisten chicas en grupos de amigas que leen columnas feministas y que hoy se animan a cantar. Y cada vez son más. Cada vez somos un montón.
Ahora, ¿qué sucede con quienes no pueden asistir a la marcha del 8M? ¿Y con los hombres que dicen estar del lado de las mujeres en este día? ¿Con las marcas comerciales y corporativas? ¿El papel de los medios de comunicación?
- Pues si no se puede asistir a la marcha no es el fin del mundo. La construcción de este mundo más justo para nosotras es un trabajo de todos los días desde todos los frentes. No debería convertirse en una presión tener que asistir. Lleva tu pañuelo contigo, destruye los discursos patriarcales de tu círculo personal y laboral, edúcate en feminismo y sé un agente de cambio desde tu trinchera. En otra marcha estarás, no pasa nada.
- Las marchas son el espacio seguro de las mujeres y a éstas asisten quienes han sido víctimas de violencia machista, por lo que tener a hombres en este contexto no sería justo para ellas. Pero los hombres aliados —necesarios también para el cambio— pueden hacer un montón hoy, como no hablar/escribir por nosotras, escuchar las demandas, no aceptar entrevistas en medios de comunicación por hoy y mejor ceder el espacio a una colega, no aceptar ser parte de paneles donde solo estén hombres y romper el pacto patriarcal. Realmente esto podrían hacerlo todos los días.
- Las marcas comerciales y corporativas deberían empezar por analizar si es necesario hacer una campaña sobre el 8M, ver si hay coherencia entre sus acciones y el discurso y recordar que nadie debe felicitar a nadie. No es un día de promociones, ni de descuentos, ni de flores. Las empresas deben encargarse de ser espacios seguros y de crecimiento laboral para las mujeres.
- Los medios de comunicación hoy tienen el deber de visibilizar las cifras de feminicidios, de violaciones, las historias de la falta de acceso a la justicia, el porcentaje de mujeres que hay en el gobierno, en la asamblea, en los espacios de tomas de decisión. De capacitarse constantemente para que puedan ofrecer periodismo con perspectiva de género.
A quienes hoy se suman a la marcha de su ciudad por el 8M, les ruego tomar las medidas de seguridad necesarias, dentro de lo posible ir acompañada y conocer el recorrido, graben, tomen fotos, canten, contágiense de la vibra feminista, respeten las lágrimas de las hermanas y de las madres que caminen con Ustedes. Las marchas mueven un montón de emociones y todas las procesamos de manera diferente. Hoy no voy a poder asistir porque debo tomar un vuelo, pero llevo mis pañuelos (uno morado, el otro verde) y canto, en mi corazón, con las compañeras: Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado: se va a caer, se va a caer.
OPINIÓN
Por Juzz Pincay Pazmiño
Columnista invitada