Biden se enfrenta a un montón de problemas
Biden se enfrenta a un montón de problemas que no puede hacer mucho por resolver
No hay mucho que pueda hacer para frenar la inflación.
No hay mucho que pueda hacer para impedir que los inmigrantes lleguen a la frontera sur de Estados Unidos. O para reducir la delincuencia, o para hacer que los que se resisten a las vacunas se vacunen, lo que aceleraría el fin de la pandemia de coronavirus.
No hay mucho que pueda hacer para obligar a cooperar a los tránsfugas dentro de sus escasas mayorías demócratas en el Congreso. No hay nada en absoluto que pueda hacer para obligar a cooperar a los adversarios republicanos, que prefieren agravar que aliviar sus cargas.
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En otras palabras, no hay mucho que Biden pueda hacer con los pesos más pesados que deprimen su posición política, que ha permanecido atascada en la zona de alerta de avalancha durante meses. Así que su partido se enfrenta a la probabilidad de una importante derrota electoral en noviembre que entregue la Cámara de Representantes y quizás el Senado al Partido Republicano.
Biden y sus asistentes pasarán los próximos siete meses intentando lo mismo, utilizando el púlpito de la Casa Blanca, la autoridad ejecutiva y la diplomacia internacional. Los beneficios marginales representan lo mejor que pueden esperar.
Recuerda el lamento de la década de 1960 de un atribulado presidente Lyndon B. Johnson, que se quejaba de que «el único poder que tengo es el nuclear, y ni siquiera puedo usarlo». Eso se aplica literalmente al predicamento de Biden sobre Ucrania, donde el riesgo de una escalada catastrófica impide la intervención directa de los militares estadounidenses para detener la agresión rusa.