La agresividad de Biden agrava la situación existente
La agresividad de Biden agrava la situación existente
Sólo a partir de la Segunda Guerra Mundial, Ucrania tiene la configuración actual. El quid del asunto estriba en que a lo largo de su existencia sus regiones fueron parte de diferentes imperios, por esa razón, la mitad del país se orienta hacía Rusia y la otra, a Occidente. La guerra no declarada que Estados Unidos lleva contra Rusia, en tierras ucranianas, comenzó luego de 1991, cuando Ucrania se separó de la URSS.
Los acontecimientos bélicos actuales fueron causados por la expansión agresiva de EEUU y la OTAN, que acercaron su poderío bélico a Rusia luego de ofrecerle no moverse ni una sola pulgada hacia el Este si se retiraba de la República Democrática Alemana, y por la complicidad silenciosa de Occidente, que ocultó la rusofobia, los asesinatos de niños, mujeres, ancianos y opositores, la prohibición de los partidos políticos de oposición, la quema de seres vivos en la Casa de los Sindicatos de Odesa y demás barbaridades cometidas por el régimen pro nazi que gobierna ese país. El resto, que Ucrania es un país que quiere ser europeo y no ruso, es una afirmación falsa fabricada por la maquinaria de propaganda de EEUU, que lava el cerebro de todos.
El empoderamiento de las agrupaciones nazis ucranianas comenzó en 2010, cuando el Presidente Yúschenko otorgó el título de Héroe de Ucrania a Stepán Bandera, el más conocido ideólogo de los ultranacionalistas ucranianos, que participaron en la eliminación de millones de soviéticos y de ciudadanos de otros países y lucharon codo a codo bajo el mando de la Wehrmacht; Bandera fue declarado criminal de guerra en los juicios de Núremberg.
En febrero de 2014, en Ucrania se dio el sangriento golpe de Estado de la Plaza Maidan, que derrocó al Presidente Yanukóvich, y el poder fue usurpado por fuerzas opositoras. Los principales activistas de ese levantamiento fueron Dmitri Yárosh, líder de Pravi Sektor, y Oleg Tiagnibok, líder del partido Svoboda, agrupaciones de ideología nazi que actúan libremente en Ucrania y que desde 2014 celebran marchas en Lvov y Kiev, para rememorar el nacimiento de Stepán Bandera. El 28 de abril de 2021, en Kiev se realizó un desfile en conmemoración a la creación de la división de infantería Galicia de los Cárpatos, perteneciente a las SS. El 2 de noviembre de 2021, Dmitri Yárosh fue nombrado consejero especial del jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Desde entonces se inculca a los niños ucranianos que no tienen genes rusos y que son de raza superior. Ante tanta atrocidad, ¿qué dijeron los líderes de Occidente? ¡Absoluto silencio! Sólo les interesa que los nazis luchen contra Rusia, y nada más. ¡Qué barbaridad!
A partir de estos acontecimientos, las organizaciones nazis crecieron como hongos luego de la lluvia y fueron las que sacaron la mejor tajada de los 5.000 millones de dólares, que, tal como declaró Victoria Nuland, Subsecretaria de Estado de EEUU, se destinaron para inculcar valores democráticos en la sociedad ucraniana, en vocablos más claros, en jugosas dádivas para comprar conciencias, preparar insurgentes, pagar a la quinta columna e inculcar el odio a Rusia por todos los medios posibles.
La rusofobia se expresa con eslogans: “A la horca los moskales, peyorativo que es usado en Ucrania para referirse a los rusos, y acuchillar a los moskales”. Los rusos de la región de Donbass vieron en la rusofobia una amenaza para su propia existencia y lucharon por la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk. En esa misma época, en Crimea, Odesa, Járkov, Donetsk, Lugansk… se dieron protestas masivas contra el golpe de Estado.
En Donbass se creó la milicia popular, sus pobladores exigieron que Ucrania se convierta en un Estado federal; entonces, Olexandr Turchínov, presidente en funciones, inició la “operación antiterrorista”, una verdadera guerra, en la que participaron la aviación y los tanques, y a partir del 12 de abril de 2014 se desarrolla un enfrentamiento armado que es la reacción al sangriento golpe de Estado. En mayo de 2014, en Donbass se realizó un plebiscito de autodeterminación y se proclamó la independencia de Ucrania de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk. El gobierno de Kiev no reconoció esta votación y continuó utilizando la fuerza militar.
El problema se complicó debido a la malhadada política de EEUU y la UE, que hasta ahora han apoyado sin reservas a los gobiernos fascistas de Kiev en sus intentos de tomar el Donbass por la fuerza.
Entre el 11 y 12 de febrero de 2015, en la cumbre en Minsk fue firmado el Acuerdo de Minks, por dirigentes de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y el presidente de Ucrania, con la garantía de los líderes de Alemania, Francia y Rusia, para la Solución Pacífica de la situación en el Este de Ucrania. Posteriormente, este acuerdo fue aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU.
En 2015, Frank-Walter Steinmeier, Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, tuvo una iniciativa para resolver el conflicto. Su fórmula concedía a las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk un estatus especial temporal el día de las elecciones, que debían celebrarse de acuerdo a la legislación ucraniana y serían supervisadas por la OSCE. Luego de los comicios, las repúblicas de Donetsk y Lugansk debían recibir un estatus especial permanente dentro de Ucrania.
La fórmula de Steinmeier fue aprobada por Ucrania, Alemania, Francia y Rusia. Pero en 2018, Ucrania aprobó la ley de la reintegración de Donbass, que llamaba a las repúblicas de Lugansk y Donetsk “territorios temporalmente ocupados”; toda referencia a los Acuerdos de Minsk fueron eliminados del texto de dicha ley.
A partir de mediados de febrero de 2022, en los territorios de Donetsk y Lugansk se incrementaron las tensiones y el conflicto empeoró debido a que el gobierno de Kiev intensificó los bombardeos con artillería pesada, lo que era una señal de que buscaba resolver el conflicto militarmente. ¿Qué exigió Occidente a Rusia? Que se cruzara de brazos y permaneciera impávida mientras Kiev aniquilaba el Donbass.
En estas circunstancias, el Ministerio de Defensa de Rusia halló una serie de documentos secretos de la Guardia Nacional Ucraniana, que contenían el plan para un ataque de gran envergadura al Donbass, el 8 de marzo de 2022; en la perpetración de esta operación debía participar la mayor parte de las fuerzas nazis. Ante la inminencia de esta agresión alevosa, el gobierno ruso reconoció a las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.
El 24 de febrero de 2022, el Presidente Putin ordenó una operación militar especial en el territorio de Ucrania, porque las Repúblicas de Donetsk y Lugansk le pidieron ayuda frente a la inminente agresión de Kiev. El objetivo de la operación es desnazificar y desmilitarizar a Ucrania. Durante los ocho años transcurridos desde el golpe de Estado hasta el inicio de esta operación, los nazis ucranianos han asesinado a por lo menos 14.000 civiles de Donbass, de ellos 500 niños. Rusia no podía permanecer cruzada de brazos, tenía que hacer lo que hizo; caso contrario, sería dar luz verde para que los fascistas de Ucrania exterminaran a millones de rusos y para que se consolide en su frontera un régimen nazi, con capacidad de fabricar armas atómicas, tal como Zelensky lo anunció en la Conferencia de Múnich.
El 13 de abril de 2022, se produjo el hundimiento del crucero Moscú, de la Flota rusa del mar Negro, que resultó seriamente dañado a causa de un incendio registrado a bordo, causado por la detonación de una munición. Según el Ministerio de Defensa de Rusia, el buque sufrió graves daños y se hundió; la tripulación fue evacuada en su totalidad y son investigadas las causas del fuego. Sin embargo, Ucrania se jactó de haber hundido el navío.
De ser cierta esta afirmación, significaría que lo hizo con armamento suministrado por Estados Unidos y, tal vez, por eso hay la protesta diplomática que, según el periódico Washington Post, Rusia envió a EEUU y la OTAN. En la nota, titulada ‘Sobre las preocupaciones de Rusia en el contexto de los suministros masivos de armas y equipo militar al régimen de Kiev’, se dice: “Hacemos un llamamiento a EEUU y a sus aliados para que detengan la militarización irresponsable de Ucrania, que implica consecuencias impredecibles para la seguridad regional e internacional”.
El Presidente Biden no se amilanó ante la advertencia y declaró que su país entregará a Kiev sistemas de artillería, transportes blindados, misiles antitanque Javelin, drones tácticos, helicópteros de ataque y otras armas. Así se ha creado una situación explosiva que podría conducir al mundo a una desastrosa guerra, que Biden necesita para levantar su decaído prestigio, luego de su oprobiosa retirada de Afganistán. Dios nos ampare de que la crisis se agudice y la verdadera guerra estalle. Pues, no habrá donde esconderse.
OPINIÓN
Ecuador News
Por Rodolfo Bueno, Corresponsal de Ecuador News en Quito
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