Los efectos perversos del Internet
Los efectos perversos del Internet
El mundo atraviesa un momento complejo en la política internacional, no solo a nivel los estados que conforman las Naciones Unidas, sino de todos los actores con capacidad transnacional. Debido a la interdependencia y a la globalización, los fenómenos políticos, económicos o sociales que tienen lugar en una parte del planeta, por más alejada geográficamente, puede tener efectos positivos o negativos en el conjunto.
La información, veraz o falaz, fluye a velocidades imparables en un planeta interconectado instantáneamente por un Internet sin supervisión y regulación internacional vinculante.
Este extraordinario sistema, que tiene enormes ventajas de todo orden, parece patrimonio de las megaempresas privadas, cuyas dimensiones eran impensables hasta hace poco. La expansión de su influencia en todos los ámbitos se incrementa exponencialmente cada día. Las innovaciones y los avances podrían ser instrumentos que ayuden a superar las deficiencias en muchos campos y traigan prosperidad, bienestar y sistemas políticos más democráticos, inclusivos y dialogantes, pero vemos consternados todo lo contrario. Asistimos a un proceso en que los estados y sus sociedades son víctimas, sin recursos de apelación, de decisiones tomadas por terceros con intenciones muchas veces non santas.
De los efectos mencionados, lo que más preocupa es la influencia en lo político, donde las redes han servido de agentes divisores de los consensos democráticos alcanzados y se han convertido en mecanismos de tensión social y hasta de promoción de la violencia. Hemos visto en muchas sociedades del mundo como el ciberespacio es usado para promover causas sustentadas en falacias generadas para crear un ambiente de división, zozobra y miedo.
Necesitamos hacer un gran esfuerzo internacional para legislar y definir límites a esta expansión enorme de influencia perversa de las redes sociales, que prometen días de mayor conflictividad y de mayor separación. Las democracias liberales tienen un gran reto en este campo.
OPINIÓN
Por Canciller Luis Gallegos Chiriboga
Ecuador News
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