En julio el sistema de asignación de licencias y permisos para ventas ambulantes de alimentos en la ciudad de Nueva York entró en un momento de transición. De acuerdo con la nueva ley local 18, se abrió el compás, para asignar 445 nuevos permisos por año, en los próximos diez años.
Como era predecible, ya existe una extensa lista de espera de interesados, que califican para recibir estos nuevos permisos. Aunque hay un listado mucho más largo: quienes saben que no podrán “competir” por estos nuevos puestos.
En efecto, cuando la Administración Municipal asoma una visión distinta de cómo abordar el controversial tema de los vendedores ambulantes, restan muchas normas que revisar, nuevas leyes que discutir y una serie de acuerdos por lograr.
En lo inmediato, la única alternativa para miles, sigue siendo lanzarse a las calles “rogando” no ser multados o removidos.
Por ejemplo, la vida diaria de un vendedor de jugos de naranja, “exprimidos al instante”, en una transitada esquina de Manhattan, es desafiante. Y describe con “todas las letras”, la cotidianidad de miles de estos trabajadores.
“Yo solo tengo el permiso sanitario, por lo cual, cuando sales cada mañana a la calle, sabes que es una aventura. La gente quiere refrescarse en estos días tan calientes. Hay días que no pasa nada, pero hay otros que debes enfrentar consecuencias”, comentó el inmigrante suramericano que prefirió reservar su identidad.
“Muchos los interesados…”
La nueva Junta Revisora de Vendedores Ambulantes (SVAB) que surgió luego de la aprobación de la ley local 18, en enero de 2021, entre otros aspectos, abre la posibilidad de nuevos permisos para vender en unidades móviles alimentos en las calles, un proceso que se había paralizado desde 1983.
En esta nueva oportunidad que se abre, son muchos los interesados, pero muy pocos serán los escogidos.
En este verano, la Ciudad empieza a analizar y proveer los nuevos ‘permisos supervisados’ solo para aquellos vendedores con licencia, que empezaron a trabajar en este sector antes del 1 de marzo del 2017.
Se otorgarán 100 nuevos permisos para trabajar en Manhattan, 300 para los otros condados y 45 licencias exclusivas para veteranos o personas discapacitadas.
La poblana Teresa Serrano, de 45 años, que desde hace cinco años “lidia” en las calles de Corona, en Queens, vendiendo artesanía y bordados especiales de su natal México, asegura que la nueva ley “no significa nada”, para la mayoría de los vendedores.
“Solo se darán algo así como 400 permisos, pero solo para los que venden comida. Ves en las calles y también ofrecemos otros servicios a los visitantes y residentes, como artesanías únicas. Yo seguiré así al margen, mientras se avanzan en otras propuestas”, comentó Teresa.
Luego de la aprobación de la Ley Local 18, en el Concejo Municipal se están promoviendo una serie de ideas que faciliten que miles de estos trabajadores informales, en su gran mayoría inmigrantes de color, puedan convertirse en microempresarios, sin el temor de ser perseguidos por oficiales del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (NYPD).
“Hay más vendedores”
Mientras la Ciudad y la nueva junta avanzan en ofrecer alternativas a por los menos 20,000 ambulantes, madres de familia como la tamalera mexicana Flor Salazar, de 50 años, insisten en que “no pueden esperar”. Y mucho menos desaprovechar los días más calientes del año.
“Yo entiendo que hay nuevas leyes y que hay la esperanza. Pero hay cuentas como la renta, que no esperan regulaciones. Yo igual me levanto y me pongo en mi carrito y vendo mis tamales. Eso sí. Debo reconocer que tienen meses que la policía no me molesta. Aunque la verdad hay muchos más vendedores en la calle”, indicó la inmigrante que vende sus productos en Jackson Heights, desde hace 10 años.
Ahora, el Departamento de Protección al Consumidor y de los Trabajadores (DCWP) es la agencia encargada de coordinar todas las actividades de venta ambulante.
“Nuestro rol en este momento, es emitir advertencias a los vendedores sin licencia y le ofrecemos la oportunidad de que puedan evitar inconvenientes antes de ser sancionados. Si es necesario, en áreas problemáticas, recurrimos a tácticas de aplicación estratégica más fuertes y escaladas”, dijo a El Diario un portavoz de DCWP.
Por su parte, el Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York (DOHMH) está administrando la lista de espera de los nuevos 445 permisos que se otorgarán este año. Además otorga licencias a los ambulantes por temporada y los fijos que deben renovarse cada dos años.
El otorgamiento de nuevas licencias para carritos de comida, se habían congelado hace 42 años, y sólo se renuevan cada año unas 5,000, que ya fueron expedidos, y que suelen ser sub rentadas en un mercado negro: El costo bianual de estas licencias es de $200 dólares, pero los vendedores por décadas han denunciado que se alquilan entre $18,000 y $25,000 dólares.
Todos los nuevos permisos que se otorgarán en los venideros 10 años, deben estar en poder de alguien presente o trabajando en el carro, camión o unidad de venta. Las autorizaciones actuales deberán pasar a ese nuevo sistema en este plazo de tiempo. Esto implica que solamente los dueños de las licencias pueden estar en su puesto de venta de comida.
La Ciudad aspira reducir las multas
En un comunicado del pasado 25 de mayo, el alcalde Eric Adams mostró una postura mucho más clara sobre el futuro de la venta ambulante en las calles de la Gran Manzana.
El mandatario municipal se comprometió a reducir y alinear los cronogramas de multas, para los vendedores generales y de alimentos por igual. Al mismo tiempo, mantiene su compromiso de administrar el espacio público y mantener las restricciones codificadas de tiempo, lugar y forma para no afectar los establecimientos comerciales formales.
“Juntos, podemos equilibrar las necesidades de los vendedores ambulantes, las empresas físicas y los residentes. Nuestra idea es reducir los largos procesos y crear nuevas oportunidades para que los vendedores ambulantes operen legalmente, también mejorar el acceso a alimentos saludables en los cinco condados”, anunció Adams.
La Ley Local 18 de 2021 requiere que la SVAB revise todas las normas estatales y municipales, que en conjunto, regulan la venta ambulante en la Ciudad de Nueva York, además de proponer recomendaciones para ser aplicadas de inmediato.
En general, la nueva junta propone que la Ciudad cree nuevos espacios y oportunidades para la venta ambulante en plazas peatonales y ofrecer soporte a través del Departamento de Servicio para Pequeñas Empresas (SBS), también derogar la responsabilidad penal por vender en las calles sin licencias.
La verdad: Hay más multas
En los hechos se precisa, que las multas a estos comerciantes, han aumentado este 2022.
Con base a un reporte de la publicación digital City Limits, que cita a su vez datos del Proyecto de Vendedores Ambulantes, “el despliegue de un mayor número de policías en las estaciones de metro se produce en un momento en que las multas contra la venta ambulante se ha intensificado nuevamente después de una pausa en 2020”.
El número de multas durante el primer trimestre de 2022, han alcanzado niveles “más altos que antes de la pandemia”.
En general, el balance es que se emitieron 570 multas durante el primer trimestre de 2022. En el mismo periodo de 2019: 366.
La mayoría de las sanciones de este año han sido emitidas a vendedores ambulantes de comida.
“Se observan pasos sólidos para actualizar el sistema de venta obsoleto, ineficiente e injusto de la ciudad. Sin embargo, se debe considerar pasos más audaces hacia la reforma del sistema, para garantizar que todos los vendedores ambulantes de nuestra ciudad, puedan formalizar sus negocios y ganarse la vida sin ser tratados como delincuentes” , advierte en un comunicado la Coalición NYC Street Vendor Justice.
Los permisos tienen grandes enemigos
En estos días de calor, ya en muchas áreas transitadas de la Gran Manzana, aparecieron nuevas hileras de carritos de comida y la presencia de más “informales” en las calles. En vecindarios del Alto Manhattan, la Avenida Rooselvet en Queens y el sur de El Bronx surgen una variedad de nuevas opciones gastronómicas y de otros productos. Esta dinámica no es vista con buenos ojos por todos.
Históricamente los dueños de los restaurantes y de otros comercios han sido enemigos acérrimos de las ampliación de los permisos para comerciantes informales que toman aceras y algunos parques.
“Yo entiendo que son familias que tienen que sobrevivir. Yo mismo cuando llegué a este país hace 40 años trabajé en un carrito. Pero el problema, es que ves varias calles de aquí de Queens y más en temporadas como Navidad y el verano totalmente bloqueadas. La misma gente no puede caminar. En ninguna ciudad del mundo se permite que todo el que quiera vender algo en la calle, salga y monte una mesa en la acera”, opinó un propietario de un restaurante en la Avenida Rooselvelt.
Varias asociaciones empresariales establecidas siguen criticado ferozmente las legislaciones que facilitarían la legalización de los comerciantes de las calles, un crecimiento que lo asocian con bloqueo de las fachadas de sus negocios y en algunos casos una competencia desleal.
Andrew Rigie, director del ‘NYC Hospitality Alliance’, una organización que representa a la industria de restaurantes y bares de la ciudad, expresó que le preocupaba estas nuevas normas, porque no eliminan del todo el mercado clandestino. Y no amplia los requisitos de distancia con los restaurantes tradicionales.
En números:
- 20,000 se estima es el número de neoyorquinos que se ganan la vida a través de ventas ambulantes.
- 6,000 permisos y licencias existen actualmente.
- 445 licencias anuales comenzará a entregar la Ciudad en los próximo 10 años.
- 70% de los vendedores trabajan sin licencia, ni permiso de venta de comida.