Corruptos resultaron “honestos”
Corruptos resultaron “honestos”
No es nuevo observar el cinismo y la audacia de dirigentes latinoamericanos, a la cabeza expresidentes, que se autocalifican “perseguidos políticos” luego de haber sido parte de actos de corrupción en sus países, unos sentenciados, otros prófugos y otros procesados judicialmente.
Unos tienen el descaro de viajar por el mundo en aviones privados y darse una vida de lujo; otros defienden sin vergüenza la riqueza acumulada y siguen pensando en volver o continuar en el poder, tras el saqueo cometido.
Frente a las acusaciones concretas y fundamentadas no atinan a defenderse en los juicios con pruebas de descargo sino que recurren, como populistas y demagogos, a victimizarse, engañar, hacer manifestaciones con sus obnubilados seguidores y lanzar al mundo la proclama de que son perseguidos políticos, que incluso ponen a dudar a sesgados representantes de organismos internacionales (ONU), que no han revisado los procesos. Conclusión: los corruptos resultaron “honestos”.
Argentina de los Kirchner, Venezuela de los Chávez, Maduro y compañía, Nicaragua de los Ortega, Perú de la familia Castillo, Brasil de Lula, Ecuador del prófugo en Bélgica y sus seguidores, son pruebas fehacientes de lo que han hecho. Otros presos, sentenciados por corrupción, presionan y hacen lo imposible por revisar sus sentencias y salir libres con el manoseo de los recursos jurisdiccionales y la ayuda de jueces venales.
Casi como las mafias: el Presidente de Argentina vaticina que el fiscal que pide la condena de 12 años para su vicepresidenta puede correr la misma suerte de un fiscal anterior, que apareció muerto en su departamento y vendieron la idea de que se suicidó, caso que hasta hoy, años después, no ha sido esclarecido.
Pueblos ingenuos, sumidos en la ignorancia que les han mantenido sus líderes políticos, que añoran, sin reparar que el camino a los que les quieren conducir será mayor pobreza y miseria, cuyo ejemplo claro es Venezuela de la revolución bolivariana. Triste panorama en medio de un sistema democrático demolido.
OPINIÓN
Miguel Rivadeneira Vallejo
Especial para Ecuador News
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