El seleccionado ecuatoriano por cuarta vez en la gran cita
La expectativa es superar su récord del 2006, cuando llegó a octavos.
Está claro que desde aquella primera aparición en Japón-Corea del Sur 2002, Ecuador dejó de ser un equipo de aspiraciones modestas (por ejemplo, evitar goleadas ante los grandes de Sudamérica) a un seleccionado competitivo.
En este siglo la Tricolor se convirtió en un equipo estrictamente difícil. Y no se trata de que en Quito -al decir de Daniel Passarella- «la pelota no dobla». Nada de eso. Sirve su reciente camino por las Eliminatorias para deshacer mitos al respecto: por ejemplo, jugando en Guayaquil, goleó 3-0 a Bolivia e igualó 1-1 con la Argentina, por la última fecha.
También su continuidad en el ámbito internacional da cuenta del crecimiento: con el acceso a Qatar, Ecuador suma su cuarta clasificación en seis ediciones, desde aquel desahogo de 2002, luego de 16 Copas del Mundo mirándolas por televisión o escuchándolas por radio. Aquello de competir contra los grandes era ajeno y lejano. Hoy se parece mucho a la normalidad.
También por eso, ahora las exigencias son mayores. En las Eliminatorias ya no alcanza con ser un rival complicado y conseguir algún resultado épico; hay que clasificarse a la máxima cita. En el Mundial ya no alcanza con estar, los mismos jugadores ponen el listón más alto. Dicen, en su mayoría que «cuanto menos hay que pasar la primera ronda».
Como dice Moisés Caicedo, jugador del Brighton de la Premier League: «Ahora llegó el tiempo de demostrar dónde está parado Ecuador. Es tiempo de apuntar más alto». En eso anda la Tricolor de cara a la aventura de Qatar.
El técnico: de «sacapuntos» a la máxima cita
Gustavo Alfaro es una marca registrada en el fútbol argentino. En el país de Maradona y de Messi se ganó una condición para algunos valiosa y para otros cuestionable, la del «técnico sacapuntos». Lo cierto es que desde su comienzo como entrenador en Atlético Rafaela (el club de la ciudad en la que nació y el equipo en el que jugó como mediocampista de marca en los días felices en los que accedió al Nacional por primera vez) se dedicó a armar equipos bajo esa impronta: arduos, difíciles, ordenados.
Pero más allá de las formas, le fue bien regularmente. Es muy querido en Quilmes, porque lo devolvió dos veces a Primera. Es el entrenador más exitoso de Arsenal (ganó cuatro títulos: la Copa Sudamérica, la Copa Argentina, un Clausura y la Supercopa Argentina). Obtuvo dos títulos en su reciente paso por Boca (una Supercopa Argentina y una Superliga). Además, un dato relevante: de los 16 ciclos que condujo sólo en tres perdió más partidos que los que ganó.
En cuanto al juego, prescinde de la belleza en nombre del pragmatismo. Suele priorizar el 4-4-2, pero según las circunstancias y los intérpretes con los que cuenta desarrolla alguna variante, sin ninguna exageración. En esos rasgos se inscribe el Ecuador que irá al Mundial.
De la gira de junio por los Estados Unidos se pueden sacar conclusiones respecto de las prioridades: disputó tres partidos y no recibió goles. Venció 1-0 a Nigeria, empató sin goles con México y derrotó 1-0 a Cabo Verde.
A diferencia del entrenador de Qatar, el catalán Félix Sánchez Bas, que tiene un grupo de asistentes totalmente conformado por qataríes; Alfaro optó por sus conocidos coterráneos: Claudio Cristofanelli, Carlos González, Nicolás Chiesa, el entrenador de arqueros Diego Carranza y el preparador físico Sergio Chiarelli. Con ellos emprenderá el viaje a su primer Mundial. «Era un sueño, ahora vamos a vivirlo», dijo el técnico de 59 años.
La figura: Enner Valencia, trayectoria, pertenencia y goles
Enner Valencia desafía a los brujos y a las cábalas: adora el número 13. Es el que utiliza en el seleccionado de su país y en el Fenerbahce de Turquía, su equipo. Y el que pide a cada lugar al que va a jugar.
Lleva una década jugando para la Tricolor y en ese lapso logró convertirse en el máximo anotador histórico del seleccionado: superó a Agustín Delgado y a Eduardo Hurtado, dos grandes conocidos del fútbol de Sudamérica. Promedia un gol cada dos partidos, sin ser un tanque habitué del área rival.
Justo antes del inicio del Mundial, el 4 de noviembre (a 16 días del estreno ante el local Qatar, en Al Khor) cumplirá 33 años. ¿Un veterano? Nada de eso. Su apodo para los ecuatorianos sigue siendo Superman. ¿En declive? Tampoco. En la primera fecha de la Liga de Turquía marcó un doblete para su equipo en el 3-3 frente al Ümraniyespor.
Afro-descendiente nacido en Esmeraldas, fue homeless durante la niñez. Ya en Guayaquil su cobijo armado de trapo y cartón, a veces algún cuero, estaba debajo de una de las tribunas del estadio George Capwell, sede del Emelec.
No tanto tiempo después, en 2013, saldría campeón y festejaría en ese mismo escenario, pero del lado de adentro, como un superhéroe que le ganó al destino. Ese año fue elegido mejor jugador de la Liga y resultó goleador de la Sudamericana. Luego pasó a México: fue figura y goleador de la Liga en Pachuca; y llegó el salto a Europa. Jugó para el West Ham y estuvo una temporada a préstamo en Everton. Tras tres temporadas lo contrató Tigres de la UANL, donde fue máximo anotador de la ConcaChampions. En 2020 llegó al Fenerbahce. Y desde ese trampolín se impulsará a Qatar.
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