Quién para la precampaña
Por Miguel Rivadeneira Vallejo
Otro proceso electoral en marcha y los mismos problemas por falta de controles. Uno de los argumentos de las autoridades, los vacíos legales, pero eso es a medias porque sí hay disposiciones que permiten actuar con rigurosidad, si los responsables (entes electorales y Contraloría) tuvieran decisión para ello.
La Ley Electoral, art 219, prohíbe a servidores, organismos o instituciones públicas la utilización de recursos y bienes para promocionar sus nombres u organizaciones políticas en las instituciones, obras o proyectos a su cargo.
El control del financiamiento en la campaña es vital, más aún cuando existe el riesgo de dineros del narcotráfico para tener autoridades controladas y que permita el lavado de dinero mediante obras sin controles ni fiscalización.
No hay controles en la pre campaña. Por qué se permite, lo que la ley prohíbe, que políticos que tienen sentencias condenatorias ejecutoriadas y que no gozan de derechos políticos, que están prófugos de la justicia, aparezcan en vallas y pancartas junto con candidatos a los gobiernos seccionales. Las autoridades debieran obligar su inmediato retiro, sin perjuicio de las sanciones a candidatos y dirigentes de esas organizaciones. Otros intentan pasar de prefecturas a alcaldías sin ningún pudor, pese a estar procesados judicialmente, con serios indicios, pruebas de corrupción y presunto enriquecimiento ilícito. Qué decir del uso abusivo de recursos públicos de quienes van a la reelección, lo cual les da ventaja frente a los competidores, a vista y paciencia de las autoridades.
Qué bien se vería en el país que existiera un gran acuerdo político y un pacto para decir no a la violencia en la campaña, no a los dineros provenientes del narcotráfico. Desde la ciudadanía, que haya el compromiso de ejercer un voto informado y responsable y castigar en las urnas a los corruptos que buscan cargos auspiciados por organizaciones políticas como las que integran la mayoría en la Asamblea, que buscan el caos y que quieren imponerse violando las normas legales.
OPINIÓN
Miguel Rivadeneira Vallejo
Columnista Invitado
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