La basura en la campaña
Por Miguel Rivadeneira Vallejo
En lugar de construir, la campaña electoral sirve para destruir y tratar de conseguir votos, con engaños y mentiras, por las ambiciones políticas de sus actores. No hay altura, profundidad ni voluntad para debatir, con sustento y fundamentos, tesis ni ideas sobre los temas de la consulta popular y los problemas locales y provinciales, que afectan a la mayoría de ciudadanos y comunidades, en medio de su indiferencia. Usan la comunicación, a comunicadores y las redes sociales, con tanta basura que ponen a circular.
Los debates oficiales organizados por el organismo electoral, por el alto número de candidatos a las alcaldías y prefecturas y el formato limitado e inflexible, no han aportado al desarrollo de las propuestas y el pleno conocimiento de los planes. Incluso sin precisar cómo piensan financiar todos los ofrecimientos.
Los temas de fondo quedan de lado y se enfocan en la destrucción de los contrarios y en el caso de la consulta popular tratar de desbaratar las propuestas, impedir que pase la extradición de los ecuatorianos vinculados al crimen organizado transnacional y la necesaria reforma política, que aunque son insuficientes y no van a solucionar los problemas estructurales de fondo, por lo menos apuntan a sentar las bases para enfrentar la violencia delincuencial y buscar una reforma política que cambie una Asamblea mediocre como la actual.
Por ello, los electores no pueden caer otra vez engañados por los demagogos, populistas y los que pretenden volver al poder defendiendo el estado de inseguridad, de violencia y la no extradición de los vinculados al crimen organizado.
En esta campaña para los comicios seccionales del 5 de febrero, la elección de consejeros del CPCCS y la consulta popular con ocho preguntas, obliga a ejercer un voto libre pero informado y responsable. Es hora de ejercer una ciudadanía responsable y exigir a los candidatos y a los actores de la consulta popular que respondan a las demandas de las comunidades y a los problemas acuciantes como la inseguridad y la violencia.
OPINIÓN
Miguel Rivadeneira Vallejo
Columnista Invitado
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