Amnistía: ¿premio por narcovalija?
Por Miguel Rivadeneira Vallejo
El país no debiera olvidar los hechos protagonizados por quienes hicieron tanto daño, que han sido procesados judicialmente, unos sentenciados, otros liberados y otros prófugos de la justicia. Por eso estamos como estamos. Ellos, con sus aliados que hacen mayoría, buscan afanosamente desde la Asamblea la impunidad y el desbaratamiento institucional.
La Asamblea, que trabaja de espaldas al pueblo, se ha burlado lo suficiente con los votos de la mayoría legislativa, que trabaja por el perdón a los corruptos que recibieran sentencias condenatorias. Ya lo hizo con 268 amnistías de forma indiscriminada, al que merecía con justicia y al que no era, incluso a sentenciados por otro tipo de infracciones, pisoteando todo.
La Constitución es clara, artículo 120, numeral 13: conceder amnistías por delitos políticos e indultos por motivos humanitarios. No se concederán por delitos cometidos contra la administración pública.
Hoy tramita la amnistía para quien protagonizó hechos graves que también quedaron en la impunidad en la década de esa administración. Acaso el país ya olvidó los pativideos y luego la narcovalija diplomática que fue a Italia, casos que fueron archivados por la Fiscalía de entonces, que contribuyó a la impunidad. Trabajó para debilitar la institucionalidad de FF.AA. e impulsó la mal llamada Ley de Fortalecimiento del Seguro Social de FF.AA. y Policía, que causara tanto daño y que años después la Corte Constitucional declaró su inconstitucionalidad.
Posteriormente incitó a la rebelión al instigar públicamente a cerrar las vías y tomarse por la fuerza las instituciones públicas. Se fugó del país y hoy, como si nada hubiera pasado, se plantea su amnistía. El país debe estar pendiente de esta nueva acción de esa mediocre e impopular Asamblea y tomar debida nota de los nombres y apellidos de quienes voten, de llegarse a concretar y a conseguir los 92 votos, a favor de este nuevo atropello. No se puede seguir permitiendo tanto abuso y tanta burla a vista y paciencia de los ecuatorianos.
OPINIÓN
Miguel Rivadeneira Vallejo
Columnista Invitado
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