Escribo para ser mejor
Por Monseñor Julio Parrilla
A pesar de que voy cumpliendo años (o quizá gracias a eso) sigo escribiendo. Próximamente, la editorial PPC de España lanzará un nuevo libro, escrito frente al mar de Galicia y al cobijo de las piedras de Salamanca. Tengo la esperanza de que podamos presentarlo en El Ecuador pues aquì saqué jugo a la vida y, realmente, aprendí a vivir. Escribir lleva su tiempo. Es imposible usar palabras sin saborearlas y pasarlas por el filtro interior del corazón. Alguien querido, entre la curiosidad y la preocupación, me preguntó: ¿Por qué sigues escribiendo? Le contesté: Para ser mejor.
La escritura presupone la lectura y la escucha, la observación y la reflexión y, en mi caso (el de un obispo emérito que vive ya en la penúltima vuelta de su vida), la oración. No es fácil proyectar los ideales, los sentimientos, los pensamientos y, al mismo tiempo, vivir con las propias contradicciones. Por eso, cuando escribo, me pongo delante de Aquel que me conoce y me ama y sabe que, aunque medio pendejo, quiero seguir siendo mejor. En las palabras hay muchos simbolismos escondidos. No se trata de rebuscar lenguajes grandilocuentes sino de unir la experiencia humana siempre humilde con las cosas grandes que nos trascienden (pongo por caso, la experiencia de Dios).
Lo que más me gusta del intento de ser mejor es el hecho de superarme y la gracia que supone no hacer ese camino en soledad, sino de la mano de otros que, sin quererlo, se convierten en maestro de mi vida. No niego las contradicciones: unas, me pesan demasiado; otras, aprendí a vivir con ellas. Pero siento que las palabras que digo con el corazón me van redimiendo poco a poco.
Lo mismo pasa con el arte. Recuerdo vivamente a Pepe Yepes, el genial artista de la madera. Cuando hizo la Inmaculada de Iñaquito en algún momento se sintió superado por su obra, tentado de arrojar la toalla, pero en una noche luminosa se reconcilió con su obra. Entonces me dijo: “cuando trabajo para la vanidad, no me sale; me sale cuando trabajo para la piedad”. Pues, algo así.
OPINIÓN
Monseñor Julio Parrilla
Especial para Ecuador News
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