Comenzó el fin de la hegemonía y la arrogancia de EEUU
Rodolfo Bueno
La situación del mundo es polifacética y compleja. Un Estado, si quiere ser soberano, debe defender su vía de desarrollo, los valores morales que le identifican y su libertad, sino debe someterse a los dictados de Occidente, mejor dicho, de EEUU, que lo lidera mediante un sistema unipolar, donde se escucha únicamente su voz; emplea para eso la presión política, el chantaje militar, la esclavitud financiera, las sanciones económicas y la propaganda maliciosa. Se ha persuadido de que enterró a la URSS y que va a destruir a Rusia y China, delirio peligroso de su “superioridad”.
El punto más álgido contra Rusia comenzó la primavera de 2014, cuando el pueblo de Crimea expresó en un referéndum legal su voluntad de regresar para siempre a su madre patria. La histeria que este hecho provocó en EEUU dura hasta hoy y explica, en gran medida, la rusofobia que le carcome y le impele a apoyar ciegamente al régimen nazi de Kiev. lo que obligó a Rusia a iniciar la operación militar especial en Ucrania. De esta manera, EEUU echa al fuego las vidas de miles de ucranianos, víctimas del conflicto. Para ello, suministran a Ucrania decenas de miles de millones de dólares en armas. Ya no se trata de cooperación militar, sino de complicidad con los crímenes que comete el régimen de Kiev.
En Ucrania, luego del sangriento golpe de Estado propiciado por EEUU, que derrocó el año 2014 al presidente legítimo, Viktor Yanukovich, comenzó una guerra civil. Desde entonces, sus autoridades intentan eliminar la cultura y el estilo de vida de millones de rusos ucranianos, declaran la guerra contra todo lo ruso y aprueban leyes que impiden la educación en ruso, los medios de comunicación en ruso y hasta el uso de la lengua rusa en la vida cotidiana. También, entre las Fuerzas Armadas de Ucrania se propagó la ideología fascista y sus soldados comenzaron a portar insignias nazis, a organizar marchas con símbolos nazis, prohibidos por el Tribunal de Núremberg, y a glorificar al III Reich como libertador de Ucrania. Occidente apoya todo eso.
EEUU y sus vasallos pretenden ignorar la eliminación hecha por Kiev de todos los partidos políticos opositores, la agresión a la Iglesia ortodoxa de Ucrania, los 20.000 muertos del Donbass, entre niños, mujeres, ancianos, periodistas y escritores, y agrede a Rusia por combatir esta barbarie.
Hace poco la OTAN declaró que su principal objetivo es infligir una derrota estratégica a Moscú, para que Rusia y su pueblo desaparezcan. Desaparecer a Rusia y su pueblo no es un problema que se pueda resolver en el frente ucraniano, sino algo que pone en riesgo la existencia misma de toda la especie humana, y en esto no hay algún equívoco, pues la tercera guerra mundial sería el colapso final, el apocalipsis. A buena hora, Rusia nunca va a permitir que esto ocurra y no está sola en esta batalla. En realidad, todo lo que ocurre, sucede para eliminar la ventaja competitiva de la UE, cortando sus vínculos económicos con Rusia, para así afianzar la hegemonía estadounidense.
Con respecto a dicha hegemonía, el Ministerio de Exteriores de China publicó un informe que afirma que Estados Unidos, a nombre de la democracia y los derechos humanos, intenta configurar el orden mundial de acuerdo a sus propios intereses y su sistema político; señala que ese país ha interferido en los asuntos internos de otros estados, promoviendo la subversión y haciendo la guerra con la finalidad de mantener su hegemonía; enfoca su atención en los peligros que esto supone para el mundo y expone cómo los gobiernos de Washington han actuado de manera perjudicial para la comunidad internacional, abusando en los ámbitos político, militar, cultural, económico, financiero y tecnológico.
El texto afirma: “Desde los 61 años de hostilidad y bloqueo contra Cuba hasta el derrocamiento del Gobierno de Allende en Chile, la política estadounidense se ha basado en un principio: los que se someten, prosperan; los que se resisten, perecen”. Mike Pompeo, exsecretario de Estado de EEUU, revela cómo se planificó la intervención en Venezuela: “El plan consistía en obligar al Gobierno de Maduro a llegar a un acuerdo con la oposición, privar a Venezuela de la capacidad de vender petróleo y oro a cambio de divisas, ejercer una fuerte presión sobre su economía e influir en las elecciones presidenciales de 2018”.
Desde el 2001, las guerras y operaciones militares lanzadas por Washington han cobrado más de 900.000 vidas, entre ellas unas 335.000 de civiles, millones más de heridos y decenas de millones más de desplazados. La guerra de Irak de 2003 costó la vida de entre 200.000 y 250.000 civiles, más de 16.000 de ellos asesinados por el Ejército estadounidense, y dejó sin hogar a más de un millón de personas. EEUU también utilizó métodos terribles durante las guerras en Corea, Vietnam, Kosovo, Afganistán e Irak.
El informe sostiene: “Estados Unidos utilizó enormes cantidades de armas químicas y biológicas, así como bombas de racimo, bombas de combustible-aire, bombas de grafito y bombas de uranio empobrecido, causando enormes daños a instalaciones urbanas, elevadas víctimas civiles y una alta contaminación del medio ambiente”.
Estados Unidos abusó de su hegemonía financiera y usó el poder del dólar como un arma geopolítica, como una fuente importante de inestabilidad e incertidumbre en la economía mundial. Durante la pandemia del COVID-19 imprimió e inyectó billones de dólares en el mercado mundial, haciendo pagar el costo a otros países, especialmente de economías emergentes.
Las estadísticas muestran que desde 2000 hasta 2021 las sanciones estadounidenses contra entidades extranjeras aumentaron un 933%. En general, EEUU ha impuesto o impone sanciones económicas a casi cuarenta países del mundo, entre ellos Cuba, China, Rusia, Corea del Norte, Irán y Venezuela, lo que afecta a casi la mitad de la población mundial. Sin embargo, estas sanciones han tenido un mayor efecto negativo en el comercio mundial, en EEUU y los países que las aplicaron.
“Estados Unidos de América se ha convertido en Estados Unidos de las sanciones. Y su poder estatal se ha convertido en una jurisdicción de largo alcance, en una herramienta que EEUU utiliza para reprimir a sus competidores económicos e interferir en el normal desarrollo de los negocios internacionales”. El documento concluye: “Estados Unidos debe realizar una real reevaluación de valores. Debe analizar críticamente lo que ha hecho, despojarse de su arrogancia y sus prejuicios y abandonar sus prácticas hegemónicas, prepotentes e intimidatorias”.
Además, China publicó un documento en el que plantea la solución del conflicto de Ucrania. Sus principales puntos: Respetar la soberanía, la independencia e integridad territorial de todos los países miembros de la comunidad internacional; abandonar la mentalidad de la Guerra Fría y no buscar la seguridad reforzando o ampliando los bloques militares; apoyar a Rusia y Ucrania para que trabajen en la misma dirección, alcancen el alto al fuego y reanuden las conversaciones de paz; no politizar la crisis humanitaria, cuya solución debe basarse en principios de neutralidad e imparcialidad; proteger a la población civil y a los prisioneros de guerra; mantener la seguridad de las centrales nucleares, respetando la Convención sobre Seguridad Nuclear; evitar que todo país, y bajo cualquier circunstancia, investigue el desarrollo y el uso de armas químicas y biológicas; facilitar la exportación de granos, aplicando la iniciativa sobre cereales, firmada por Rusia, Turquía, Ucrania y la ONU; poner fin a las sanciones unilaterales, no autorizadas por la ONU; no utilizar la economía como arma y mantener el sistema económico mundial existente.
La propuesta plantea una solución posible del conflicto de Ucrania, pero también se debe tomar en cuenta los planteamientos de Rusia. Esta propuesta fue rotundamente rechazada por EEUU. La razón es tan evidente, que para encontrarla no es necesaria la luz de la lámpara de Diógenes, sino las palabras de Donald Trump, que acusó sin ambages a los belicistas, los globalistas, los diplomáticos y las cloacas del Estado profundo, que pululan en el complejo militar industrial, el Pentágono y el Departamento de Estado, que sólo saben entrar en conflictos, pero no, cómo salir; por eso, siempre rechazó los consejos catastróficos de muchos generales y burócratas. Para remediar esta situación, plantea que EEUU se deshaga del globalismo corrupto, que durante décadas ha arruinado toda decisión importante en política exterior, que ha buscado la confrontación mucho tiempo, por lo que el mundo está hoy, más cerca que nunca, al borde de la tercera guerra mundial, que esto incluye al Presidente Biden, sobre quien su misma gente dice que nunca tomó una buena decisión respecto a otros países y guerras. Por algo dicen que Trump sabe más por expresidente, que por viejo.
–
OPINIONES
Rodolfo Bueno
Para ver más noticias, descarga la Edición