Los entretelones del conflicto de Ucrania
Rodolfo Bueno
Estados Unidos, luego de la disolución de la URSS, desarrolló una estrategia para ser el hegemón del mundo. Para ello, en el Tratado de Maastricht, firmado el 7 de febrero de 1992 y vinculante para toda la UE, hizo que la política de defensa de los países europeos se subordine a la de la OTAN; también exige que los estados del este y centro de Europa, que se integren a la UE, acepten que EEUU los proteja contra un ataque militar ruso e intenta evitar que surja un sistema de seguridad europeo, que sustituya a la OTAN. Así, el vasallaje de Europa es total y obligatorio.
Los neocon de EEUU creen en la excepcionalidad estadounidense y postulan que, para que su país mantenga su supremacía, deben primero destruir a Rusia, para luego eliminar a China; usan a Ucrania como campo de batalla de un conflicto de mayor orden, de cuyo resultado depende la reorganización del mundo y su futura evolución.
Paul Wolfowitz, político neocon, que fue subsecretario del Departamento de Defensa de EEUU, en un encuentro organizado por los nacionalistas ucranianos el año 2000, prometió respaldar a una Ucrania independiente, provocar que Rusia entre en guerra contra Ucrania y financiar la destrucción de Rusia. Sobre la base de este compromiso, el Presidente Biden firmó el 28 de abril de 2022 la Ley de Préstamo y Arriendo de Defensa de la Democracia de Ucrania, que le concede a este país todos los procedimientos de control de los armamentos que se le entregue y cuyo costo pagarán los países europeos cuando termine la guerra.
Los nacionalistas ucranianos tienen un tétrico pasado nazi. Stepan Bandera, su líder supremo, como jefe de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, OUN-B, y miembro de los servicios secretos nazis, organizó en 1934 el asesinato de Bronislaw Pieracki, ministro de Interior de Polonia; fue también jefe militar de los ucranianos nazis y dirigió numerosos pogromos contra el pueblo judío.
A partir de la invasión alemana, cuando el III Reich proclamó “liberar la URSS”, los miembros de la OUN-B lucharon junto a las tropas de la Wehrmacht contra el pueblo soviético, con el eslogan “¡Slava Ukraini!”, hoy repetido por los demócratas de EEUU; su colaboración fue total en las masacres contra los soviéticos. En Lvov, entonces Leópolis, los nacionalistas ucranianos independizaron Ucrania bajo el gobierno de Stepan Bandera. Para celebrar esta independencia, entre el 29 y el 30 de septiembre de 1941, los nacionalistas ucranianos asesinaron a 33.771 judíos en Babi Yar, un barranco en las afueras de Kiev.
Los nacionalistas ucranianos hacían el siguiente juramento: “Yo, hijo fiel de mi patria, me uno voluntariamente a las filas del Ejército de Liberación ucraniano y con alegría juro que combatiré fielmente el bolchevismo por el honor del pueblo. Este combate lo libramos junto a Alemania y sus aliados contra un enemigo común. Con fidelidad y sumisión incondicional, yo creo en Adolf Hitler como dirigente y como comandante supremo del Ejército de Liberación. En todo momento, estoy dispuesto a dar mi vida por la verdad”.
Dimitro Dontsov fue un alto dirigente de los nacionalistas ucranianos que combatió bajo las órdenes de Reinhard Heydrich, Protector de Bohemia y Moravia y encargado de planificar la “Solución Final de las cuestiones judía y gitana”, posteriormente trabajó en el Instituto Reinhard Heydrich de Praga, órgano del III Reich que se encargó de coordinar el exterminio de ambos pueblos. En junio de 1942, Heydrich murió en un atentado, pero Dimitro Dontsov conservó sus funciones; en pocas palabras, fue uno de los principales promotores del mayor genocidio de la historia. Son este tipo de nacionalistas ucranianos los que, a partir del sangriento golpe de Estado de 2014, auspiciado por EEUU, ocupan los más altos cargos en Ucrania.
El artículo 16 de la Constitución de Ucrania, país democrático según EEUU, dice: “Es responsabilidad del Estado preservar el patrimonio genético del pueblo ucraniano”, o sea, es una Constitución racista; además, en Ucrania se persigue a millones de rusos y ucranianos acusados de colaborar con el invasor ruso, se prohíbe a los partidos políticos de oposición, la iglesia ortodoxa es acosada, se destruye millones de libros escritos en ruso y se ha cometido un genocidio en el Donbass…
Esta parte de la verdad es ocultada por los patrocinadores del nazismo en Ucrania, intentan hacer creer que los nacionalistas ucranianos son patriotas y encubren su ideología nazi. No es que los políticos de Occidente sean nazis, es más, en sus países se prohíbe esta ideología, pero para combatir a Rusia, destruirla y luego repartir sus despojos permiten que el nazismo florezca en Ucrania. Por esta razón, el Presidente Putin declaró que la “desnazificación de Ucrania” es uno de los objetivos de la operación militar especial, que Rusia inició el año pasado y que se pudo evitar si Occidente aceptaba las garantías de seguridad propuestas por Moscú.
Para EEUU desaparecer a Rusia y derrotar a China es el logro que debe alcanzar para mantener su hegemonía. Zbigniew Brzezinski, politólogo estadounidense de origen judío polaco, escribía en 1997 que la emergencia de EEUU, para que sea la única superpotencia global, hace que ahora sea imperativa una estrategia integrada y exhaustiva para Eurasia, zona que alberga a la mayoría de estados dinámicos del mundo. China e India, los aspirantes más populosos a la hegemonía regional, están en Eurasia, de igual manera están en esta región otros países que retan la supremacía estadounidense, política o económicamente.
Según Brzezinski, Eurasia es el supercontinente axial del mundo y la potencia que lo domine ejercerá una influencia decisiva sobre Europa Occidental y el Este de Asia, dos de las tres regiones más productivas del mundo. Una mirada al mapa indica que el país que domine Eurasia controlará el Medio Oriente y África. Lo que suceda con la distribución de poder en el continente eurasiático será de importancia decisiva para la primacía global y el legado histórico de EEUU. En otros términos, se debe controlar Eurasia si se quiere dirigir el mundo.
EEUU se ha aliado con todo tipo de alimañas sangrientas en Ucrania, porque ese país es uno de los mayores trofeos del Gran Juego, expuesto por Brzezinski. Para arrancar a Ucrania de la influencia rusa, Washington impuso una dictadura fascista, que solo trajo pobreza, sectarismo y muerte al pueblo ucraniano. Victoria Nuland, neocon y alta dirigente política de EEUU, fue a Kiev para respaldar a los golpistas que, entre noviembre de 2013 y febrero de 2014, derrocaron al Presidente Yanukóvich. ¿Cómo creer que Victoria Nuland, nieta de inmigrantes judíos que huyeron a EEUU para escapar de los pogromos de la Rusia zarista, en la plaza Maidan distribuyera galletas a los matones de Svoboda y Pravy Sektor, nacionalistas ucranianos que veneran a Adolfo Hitler? Parece cuento, ¿no? Sin embargo, es cierto.
Victoria Nuland lo explica a su manera: “Desde la declaración de independencia de Ucrania, Estados Unidos apoyó a los ucranianos en el desarrollo de instituciones y capacidades democráticas, en la promoción de la sociedad civil y una buena forma de gobierno… Hemos invertido más de 5.000 millones de dólares para ayudar a Ucrania a lograr estos y otros objetivos”. ¡Miles de millones de dólares para derrocar un gobierno electo democráticamente! Esto indica que EEUU emplea métodos violentos para instalar regímenes que se subordinan a sus intereses. Así estableció un gobierno nazi en la frontera rusa y provocó una guerra de desgaste contra Rusia, porque espera debilitarla y derrotarla; utiliza a los ucranianos de carne de cañón.
El Senador Ron Paul declaró en el Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes de EEUU: “Es evidente que una cantidad significativa de dólares del contribuyente fue utilizada para apoyar a un candidato en Ucrania… Lo que no sabemos, sin embargo, es cuánto dinero del gobierno de EEUU fue gastado para influenciar el resultado de la elección ucraniana… Tampoco sabemos cuántos otros esfuerzos, abiertos o encubiertos, han sido hechos para apoyar a un candidato contra el otro en Ucrania. Lo que considero tan inquietante es que haya tantas organizaciones especializadas y sub-beneficiarias, que no tenemos la menor idea de cuánto dinero del gobierno de EEUU fue realmente gastado en Ucrania, y lo más importante es, cómo fue gastado”.
Lo cierto es que EEUU distribuye toneladas de dinero en organismos siniestros, que ejecutan sus planes. El resto, este bla bla acerca de la democracia, que EEUU junto otros países del mundo apoya el orden consagrado en la Carta de Naciones Unidas, el derecho internacional y la Declaración Universal de Derechos Humanos, es basura para consumo masivo. La verdad es que los neocon estadounidenses quieren destruir a Rusia, derrotar a China y controlar el sureste asiático, el más importante mercado de petróleo y gas del mundo; todo tiene que ver con lucro y poder. Se lo dice, aunque lo sepa el mundo entero, pues nada nuevo hay bajo el Sol.
–
Para ver más noticias, descarga la Edición