Juego de intereses mezquinos
Por Miguel Rivadeneira Vallejo
El país se debate en el juego de intereses mezquinos de los diversos sectores, que no piensan en el futuro y que hacen tanto daño. Todos juegan a su favor y poco les importa el Ecuador. No reparan en la gravedad por la inseguridad y la violencia delincuencial. La insensibilidad se impregna y todo resbala cuando las tragedias se presentan por sismos, inundaciones o deslizamientos de tierras que sepultan comunidades. No hay responsables pese a las advertencias. La prevención no funciona y la solidaridad no es permanente.
Se acabó la otrora isla de paz que fuera Ecuador. La violencia actúa sin piedad y genera terror, en medio de la impotencia del Estado y la debilidad institucional. Los políticos y las funciones del Estado no contribuyen a la solución de los problemas.
Fallan el Legislativo, el Ejecutivo, la justicia. Hoy el tema principal es el juicio político al Presidente y la respuesta del posible uso de la herramienta constitucional de la muerte cruzada, con un pronunciamiento cuestionado de admisibilidad de la Corte Constitucional, más político que constitucional y que le hizo el juego a la oposición.
Los legisladores solo piensan en sus ambiciones políticas y personales y protagonizan irresponsablemente la desestabilización. El Ejecutivo ha cometido errores partiendo de pésimos nombramientos e inclusión en su gabinete a quienes han pertenecido a sectores que buscan su caída. Las rectificaciones parciales han sido tardías.
La academia vive su mundo y parecería que no le interesa los acuciantes problemas internos. Las élites y los gremios asoman esporádicamente para hacer pronunciamientos, sin mantener una lucha permanente en defensa de la paz y el desarrollo. El ordenamiento jurídico y el Derecho se irrespetan y violentan. No hay seguridad jurídica. Abogados que se alinean en sus posiciones interesadas, al igual que una parte del periodismo, que hace cálculos y se acomoda. No hay conciencia de país y los ciudadanos, indiferentes y desconectados de la realidad, aún cuando se sientan afectados. Un país sin rumbo cierto.
OPINIÓN
Miguel Rivadeneira Vallejo
Columnista Invitado
Para ver más noticias, descarga la Edición