Cachito” Moscoso siempre será recordado

por Ecuador News · Publicada 19 abril, 2023 · Actualizado 19 abril, 2023

Semblanza de un soñador con la voz de una pasión a un año de su partida

En muchos casos y por varias razones ser un “soñador” puede implicar un juicio de levedad y ser tomada hasta como una cualidad no necesariamente positiva. Se piensa en alguien cuyos pies no están en la tierra y cuya realidad se presupone desfasada del mundo que compartimos y vemos como colectividad.

En efecto, puede que sea así, pero ha sido gracias a los soñadores que el planeta ha presentado múltiples evoluciones y ha marcado a generaciones completas, si a ello le sumamos la capacidad de transmitir por la sola voz un cúmulo de emociones y pasiones -que en el caso de Enrique Moscoso Miranda (+) manejaba de manera magistral en su locución del mundo deportivo- estamos frente a personajes que relatan la vida misma, nos cuentan y emocionan con los hitos que se convertirán en parte de la historia, serán el medidor del palpitar de las ciudades que las muestran como entes vivos y en constante evolución.

Y así, a ese nivel llegó la labor de “Cachito” Moscoso M. en el mundo del relato deportivo y periodismo del Ecuador.

Desde su niñez se destacó como una persona inquieta y curiosa de saber y conocer de lo que la gente hacía y decía, enamorado siempre de la belleza y la nobleza de los materiales, llegó incluso a ser un destacado joyero –aspecto que pocos conocieron de su temprana juventud- su encanto por el dibujo y la pintura los mantuvo siempre a ello se sumó su gusto por la música, poesía y la interpretación, y junto a todo esto, su pasión por los deportes lo llevaron a ser un activo practicante del fútbol, siempre de la mano de sus hermanos mayores y menores, quienes fueron quizás su temprano público.

Se manifestó siempre su innata capacidad de saber ser amigo de todos sin distinción y dueño de una capacidad única para el humor, un gran observador del comportamiento humano sin lugar a duda. Pero, sobre todo , su siempre presente búsqueda de justicia y completa solidaridad.

Se podría decir que su trayectoria en el mundo del periodismo y relato deportivo surgió de una forma orgánica, autodidacta -así como se han hecho los grandes transformadores – a base de insistencia, trabajo e intuición.

La tonalidad de su voz, de la que hacía gala en sus transmisiones radiales, se mostraba como amigable, franca, sincera, potente cuando debía serlo, pero sobre todo honesta y con tintes de calidez, ello le valió el sitial que al final de sus días tuvo, hoy la ubicamos sin duda alguna como una de las mejores voces del mundo deportivo del Ecuador, si, de esas voces que ya no se escucha, ni escucharán en los próximos años.

Tal era su capacidad que logró dominar con acertado criterio el relato no solo del fútbol, sino que también lo hizo con el automovilismo, box, baloncesto y hasta la tauromaquia, esta versatilidad no se ve hoy en día en una sola persona, y cabe recordar que hasta fue corresponsal de guerra durante los últimos conflictos bélicos que vivió el Ecuador, llegando incluso a compartir micrófono con el periodista internacional Jorge Gestoso de la cadena noticiosa CNN en español, durante los reportes de dichos conflictos.

Este es un capítulo que para Enrique Moscoso era muy importante en su vida, y siempre contó su accionar durante estos episodios de la historia nacional, decía entonces: “Se me encomendó como periodista y Sargento de Reserva “DETECTAR” a los espías peruanos que disfrazados de periodistas pudieran estar enviando información a su país…me queda la gran satisfacción del deber cumplido con mi patria”.

Recordaba que el coronel de Estado mayor -Braulio Jaramillo R. – le extendió sendos salvoconductos para acceder al frente de batalla con los destacamentos de avanzada y definitivamente lo nombró “corresponsal de guerra” por su labor y presencia inmediata en la línea de fuego, nombramiento que no se lo gana en ninguna aula universitaria, sino en los campos de guerra, siendo esta una de las actividades más riesgosas y peligrosas en aquella época.

Algunas veces fungió también como entrevistador y presentador de artistas de la canción y actos públicos masivos.

Fue siempre la voz invitada para narrar y comentar los partidos de varios torneos deportivos en América y mundiales de fútbol en la TV y radiodifusión del Ecuador.

Trabajó sin pensar en el retiro, en Radio Continental, Radio Centro, Radio Líder, Radio Caracol, Radio Rey, diario La Hora, y como corresponsal de diarios y medios nacionales e internacionales. Durante los últimos años tuvo un programa deportivo en Radio Ambato que lo combinó con una de sus pasiones: la música, siempre buscando innovar y crear propuestas distintas para su público.

En su vida familiar siempre incentivó en sus hijos la solidaridad, honestidad y desarrollo de capacidades innatas, con sus nietos se mostró como el más afectuoso abuelo siendo el “papi Kike”, poniéndolos a todos, incluida su esposa Doña Delia Estupiñán (+) frente a un micrófono y una cámara, como dijimos, siempre buscando registrar momentos importantes de su vida y la de todos.

Son recordadas y extrañadas sus cruzadas por la solidaridad en favor de los desposeídos, en especial en época de Navidad, su trabajo de recolectar regalos, para niños de escasos recursos y así darles un momento de alegría y justicia en medio de los avatares de este mundo. Esta labor la llevaba a cabo con la firme y efectiva ayuda de sus colegas y amigos ambateños residentes en varias ciudades de los Estados Unidos.

No nos equivocamos en llamar a Enrique “Cachito” Moscoso Miranda como un soñador…esos soñadores que con los pies en la tierra han dejado huellas en las vidas y mentes de muchas personas en diferentes ciudades y ámbitos, no nos hemos olvidado de él -ni lo haremos-, he aquí un corto homenaje a su trayectoria y vida que justamente finalizó hace un año durante un 29 de Abril, como una víctima más de la pandemia global que sigue latente en el planeta.

Honrando su memoria y mirando a los ejes de esa carreta que llamamos vida -así como dice la canción de Julio Jaramillo- queremos comprarle a la vida “cinco centavitos” de la presencia de los que ya no están.