Ganar la guerra informativa
Por Miguel Rivadeneira Vallejo
Los hechos que no se informan, no se visibilizan y en la práctica no existen para los ciudadanos. Una de las actuales debilidades es la deficiente comunicación estatal, en contraste con la proliferación de la mentira, el engaño, las fake news en las redes sociales, que le ganan espacio desde una oposición irracional y desestabilizadora, que busca la impunidad, en medio de una ciudadanía indiferente.
Cuántas mentiras están posicionadas en el imaginario colectivo mientras el sector oficial ha reconocido en reiteradas ocasiones sus falencias, ha prometido cambios, pero en la práctica no se ha evidenciado una estrategia y una política comunicacional sostenida.
Hoy más que nunca se requieren cambios urgentes para ganar una guerra informativa, cuando la violencia e inseguridad intentan imponerse, con la ayuda de sectores políticos e indígenas opositores y desestabilizadores, que solo buscan el caos y el desbaratamiento del país, aprovechándose de la debilidad oficial y la falta de una política consistente de comunicación.
El Ecuador requiere unidad, consensos, liderazgo presidencial, militar y una campaña informativa permanente para que los ciudadanos tomen conciencia del momento que se vive. Resulta un error que en el Ejecutivo, autoridades y ministros de Estado estén ausentes, no den la cara permanentemente y respondan a las inquietudes de los medios de comunicación, salvo algunos que siempre estuvieron activos y abiertos. La campaña informativa, usando todas las herramientas y los medios que dispone, se impone si no se quiere que la mentira y el engaño de los opositores sigan desinformando al país.
Publicidad
Incluso ser pro activos y tomar la iniciativa en lugar de ser reactivos ante los hechos que se producen. Qué bien se vería que se actúe de inmediato, se haga presencia y se señale ante el país, con amplia difusión, cuáles son los jueces y fiscales en manos de quienes están los delincuentes pero antes que les liberen y que los hechos se consumen y solo quede el camino del reclamo posterior y el pedido de sanciones.
OPINIÓN
Miguel Rivadeneira Vallejo
Columnista Invitado
Para ver más noticias, descarga la Edición