Con Berlusconi fenecen algunas esperanzas
Por Rodolfo Bueno
Silvio Berlusconi falleció en Milán a los 86 años de edad. En 2020 fue hospitalizado como consecuencia del coronavirus, fue la experiencia más dura de su vida, según él. Luego de una serie de complicaciones en su salud, su mal devino en una leucemia, que lo llevó a la tumba. Su vida política fue electrizante. En 1994, dos meses después de fundar el partido Forza Italia, fue nombrado primer ministro de Italia y en tres ocasiones, de 1994 a 1995, de 2001 a 2006 y de 2008 a 2011, ocupó el cargo de presidente del Consejo de Ministros de Italia. En 2001 se convirtió en el único jefe de Gobierno de Italia que, luego de la Segunda Guerra Mundial, se mantuvo en el cargo durante cinco años. En 2002 fue ministro de Relaciones Exteriores y en el segundo semestre de 2003, presidente del Consejo Europeo. Era miembro de la coalición de Gobierno y del Senado italiano. A lo largo de su carrera política, enfrentó más de veinte juicios, casi todos difamatorios. En 2013 fue condenado a cuatro años de prisión por fraude fiscal, pero el gobierno de Romano Prodi lo indultó.
Su impacto en la vida política de Italia, en la que en los últimos treinta años fue la personalidad más influyente, no tiene parangón. Su habilidad deja una huella indeleble en la historia de Italia, ya que realizó cambios sociales en consonancia con los anhelos de su pueblo. Sus enemigos lo criticaban afirmando que medio país le pertenecía y sus partidarios lo alababan sosteniendo que la otra mitad le quería pertenecer. Cierto o no, Berlusconi tenía una fortuna de 8.000 millones de dólares, que lo situaba entre las 200 personas más acaudaladas del planeta; le pertenecían grandes empresas aseguradoras, bancos y medios de comunicación. Hizo su inmensa riqueza en la construcción y su gran fama gracias a ser propietario del AC Milán, uno de los mejores equipos del fútbol mundial. Sus seres queridos, y los que más lo querían, desean que descanse en paz y le auguran un buen viaje a la eternidad, sobre la cual él dijo: “Qué lástima que todos muramos un día y aún queden tantas cosas maravillosas y bellas en el mundo”.
Silvio Berlusconi fue un duro crítico del régimen de Kiev, por sus acciones en el Donbass. “Si yo fuera primer ministro, nunca habría ido a hablar con Zelenski, porque estamos siendo testigos de la devastación de su país y la masacre de sus soldados y civiles. Habría bastado que dejara de atacar a las dos repúblicas autónomas del Donbass y la operación especial militar rusa no hubiera sucedido. Por eso juzgo muy negativamente el comportamiento de este señor” y sugirió que, para lograr la paz entre ambas naciones, “el presidente de Estados Unidos debería hablar con Zelenski y decirle que ‘al término de la guerra tendrás a disposición un Plan Marshall de seis, siete, ocho o nueve mil millones de dólares para reconstruir Ucrania, con una condición: que mañana órdenes el alto al fuego, porque no te daremos más dólares y armas’. Solo así podrá convencer a este señor de ordenar un alto al fuego”. Estas ideas y su visita a Crimea, para tener una visión objetiva de esa región ancestralmente rusa, fueron suficientes para que el régimen ucraniano lo inscriba en la lista negra de líderes mundiales considerados “enemigos de Ucrania” y, luego de su muerte, lo marque como “liquidado”, por ser “cómplice de crímenes contra Ucrania y, por su viaje a Crimea, violador de la frontera estatal ucraniana”.
En realidad, la razón de tanta envenenada inquina es porque Berlusconi estableció con Moscú buenas relaciones, que contribuyeron a fortalecer la posición de Italia en el mundo, a desarrollar vínculos comerciales, económicos, sociales y amistosos entre Rusia y los países europeos, que alejaban cualquier enfrentamiento bélico entre Moscú y la OTAN.
Ahora, por culpa de los muérganos que gobiernan EEUU y la UE, que resucitaron la ambición nazi de dominio total, el mundo está al borde de la Tercera Guerra Mundial. Ellos hablan de la guerra nuclear como si se tratara de una guerra más y callan que esa guerra destruiría la vida tal como la conocemos y el planeta entero, según sostiene la ex congresista Tulsi Gabbar. Como dice Donald Trump, el mundo se encuentra al borde de la Tercera Guerra Mundial por culpa de gente perversa, pero muy estúpida. “Nosotros hemos causado esta situación. Esto es lo que pasa cuando un gobierno es manejado por personas incompetentes. ¡Recen!, es lo único que les puedo decir ahora”. Se pregunta: ¿Bastará con solo rezar?
La muerte de Berlusconi es una pérdida irreparable para las fuerzas que podrían evitar la guerra entre las grandes potencias. Tal vez por eso, el Presidente Putin, al referirse a Berlusconi, expresó: “Su muerte es una gran pérdida no solo para el pueblo italiano, sino también para la política mundial… Era una persona inusual en el mundo de la política, debido a su sinceridad y apertura. Actualmente, hay pocas personas así en el escenario mundial”.
Es que a cualquiera le da pena y miedo escuchar a los pseudo dirigentes de Occidente corear: ¡Slava Ukraini!, o sea, ¡Gloria a Ucrania! Y se les pregunta, ¿saben cuál es el origen de esa consigna y quién la creó? Se diría que sí, pero se hacen que no lo saben. Desde el inicio de la agresión alemana a la URSS, en Ucrania se desarrolló un amplio movimiento colaboracionista, que se arropó bajo banderas nacionalistas y que luchó codo a codo bajo el mando de la Wehrmacht. Stepán Bandera, héroe nacional de la actual Ucrania y declarado criminal de guerra en los juicios de Núremberg, es el autor del grito ¡Slava Ukraini! A sus seguidores se les llama banderistas.
Según un informe de la ONU de 1947, Bandera era agente de inteligencia de Alemania nazi y operaba en la sección especial de la Gestapo. Luego de la ocupación de Ucrania por Alemania, Bandera y el ejército de Ucrania independiente lucharon junto a la Wehrmacht, bajo las órdenes del Tercer Reich. Bandera participó en la matanza de Babi Yar, en la que 33.771 prisioneros soviéticos, comunistas, judíos y gitanos fueron asesinados el 30 de septiembre de 1941. Los banderistas realizaron la matanza de los maestros judíos de la Politécnica de Lvov, las listas de los profesores que debían ser eliminados fueron confeccionadas por Bandera. En las zonas ocupadas por Alemania, los Einsatzgruppen, equipos de matones de las SS, y las milicias de Bandera, asesinaron a más de diez mil judíos. El Presidente Yúshchenko otorgó a Bandera el título de Héroe de Ucrania.
Los nacionalistas ucranianos hacían el siguiente juramento: “Yo, hijo fiel de mi patria, me uno voluntariamente a las filas del Ejército de Liberación ucraniano y con alegría juro que combatiré fielmente el bolchevismo, por el honor del pueblo. Este combate lo libramos junto a Alemania y sus aliados contra un enemigo común. Con fidelidad y sumisión incondicional, yo creo en Adolf Hitler como dirigente y como comandante supremo del Ejército de Liberación. En todo momento, estoy dispuesto a dar mi vida por la verdad”.
Esta caterva de criminales son los que a partir del sangriento golpe de Estado de 2014, auspiciado por EEUU, ocupan los más altos cargos del régimen de Kiev, que, entre sus tantas fechorías, prohibieron la lengua rusa, el idioma más hablado de Ucrania; asesinaron niños, mujeres y ancianos; con amenazas a jueces, alcaldes y gobernadores impusieron sus leyes; asesinaron a periodistas y escritores; proscribieron partidos políticos; perpetraron la masacre en la Casa de los Sindicatos de Odesa, donde quemaron vivos a cerca de cincuenta personas; persiguen a los cristianos ortodoxos y clausuran sus templos, y han asesinado a más de veinte mil rusos de Ucrania.
Lo malo de esta historia es que quienes dirigen Occidente la conocen al dedillo, pero les importa un bledo las víctimas. Para ellos, todo vale en el intento de aniquilar a Rusia, razón medular del actual conflicto mundial, que ojalá, para la tranquilidad del planeta, termine arrojando al basurero de la historia a esta sarta de políticos, en primer lugar, a Joe Biden, Victoria Nuland y todo neocon, sector de ultraderecha que controla los resortes del poder de EEUU.
Según Victoria Nuland, EEUU invirtió sobre los 5.000 millones de dólares para que Ucrania odie a Rusia. ¡Más de 5.000 de millones de dólares para establecer un gobierno nazi en la frontera de Rusia e iniciar la guerra actual en su contra, con una coalición mayor que la que conformó Hitler, ahora comandada por EEUU!
Por esta razón, el Presidente Putin declaró que “la desnazificación de Ucrania” era uno de los objetivos de la operación militar especial de Rusia, que se pudo evitar si Occidente aceptaba las garantías de seguridad propuestas por Moscú. Al agredir a Rusia, los anglosajones desarrollan una política similar a la de Hitler, destruirla, desmembrarla, para repartir sus despojos. A buena hora que, al seguir las huellas nazis, repiten sus mismos errores, y no hay peor necio que el que no aprende de los errores ajenos. Ojalá que el pensamiento de Berlusconi renazca en algún político de Occidente, que colabore con Rusia para eliminar el nazismo y salvaguardar la paz.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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