Un ejemplo de deportivismo
Reglamento absurdo quitó medalla a mexicana Alejandra Cervantes, pero su rival cubana se la regresó
El reglamento pudo menos que la lealtad deportiva. La atleta cubana Laina Pérez dio una de las muestras de compañerismo más grandes que se recuerden en los últimos años. Había ganado una medalla en tiro deportivo en los Juegos Centroamericanos de San Salvador 2023, pero decidió rechazarla apelando a un sentido de la deportividad que debería ser aplaudido por mucho tiempo. En esta justa, los tres primeros lugares habían sido para atletas de México: Andrea Ibarra, Alejandra Zavala y Alejandra Cervantes.
Ellas debieron haberse llevado el oro, plata y bronce, respectivamente. Sin embargo, hay una regla muy extraña en los Centroamericanos: un mismo país no puede llevarse todas las preseas del podio. Desde luego, esta regla tiene una intención positiva: que un deporte no sea completamente monopolizado por representantes de una misma nación. Sin embargo, por más bienintencionada que sea, la medida termina por caer en lo injusto, pues se deja de lado el verdadero rendimiento.
Una vez finalizada la competencia femenil de tiro deportivo, los Juegos de San Salvador entregaron una postal insólita, que no se había visto antes y que marcará un precedente. Al momento de anunciar a las ganadoras, los organizadores fueron claros al recordar el reglamento: “Un país solamente puede tener dos medallas, ya sea medalla de oro y plata y si es de bronce se recorre al cuarto lugar”, dijeron en referencia a Ibarra y Zavala, que ocuparon los dos primeros lugares del torneo.
De ese modo, fue que le retiraron la medalla a Cervantes, para dársela a la cubana Laina Pérez. “Mandaron el reglamento, lo que tiene y yo propongo que haga la entrega de medalla a Laina”, fue la iniciativa de los organizadores. Sin embargo, Pérez no aceptó la presea conseguida «en el escritorio» y le entregó el bronce a Alejandra Cervantes, en un acto pleno de emotividad y compañerismo. El gesto fue sorpresivo y demostró que no todo se trata de ganar. Y menos a cualquier costo.
“Quien hizo el reglamento no fue atleta y si lo fue se le olvidó enseguida. Es injusto que alguien que se lo gane, por ser de mis compañeras anteriores, no se la lleve a su casa. Es absurdo y no sé en tiempos anteriores por qué pasaba eso. La medalla no es mía, es de ella”, fueron las palabras de Pérez al finalizar la competencia.
No es fácil conseguir una medalla en una justa de este nivel, pero tampoco es fácil cederla una vez que la tienes en las manos. Cervantes tuvo que aceptar el reglamento, por más absurdo que fuera, pero Laina Pérez y su gesto salvaron el día. Cuando la idea de que el brillo vale más que cualquier cosa se ha difundido tanto, lo más normal sería aceptar el reglamento y decir que la medalla era suya. Pero Pérez optó por el camino de la honestidad deportiva y competitiva.
Y como ella misma lo dijo, al parecer ese reglamento no lo redactó alguien que sea o haya sido atleta, porque no se entiende que se le reste valor a los méritos y esfuerzos necesarios para alcanzar una medalla. El final fue satisfactorio e instructivo para todos: ojalá en el futuro el reglamento sea replanteado y ojalá tantos atletas aprendieran de Laina Pérez. El medallero en ese instante tenía a México como líder, con 111 medalles totales (40 de oro); atrás Colombia (68 totales, 33 de oro), luego Cuba (65 totales, 22 de oro), Venezuela (57 totales, 11 de oro), y el top cinco lo completa Puerto Rico con 30 totales 7 de oro.
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