Haitianos y ecuatorianos también se arriesgan por el peligroso cruce
Cinco de cada 10 migrantes que cruzaron el Darién entre enero y mayo eran venezolanos y los alemanes aprovechan ya para ofrecer “paquetes turísticos”
Un total de 81.618 venezolanos cruzaron la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, entre enero y mayo de este año, informaron las autoridades panameñas en un documento.
La cifra es la mayor de los 166.122 migrantes que hicieron la peligrosa travesía. Es decir, casi la mitad (49,13%) de las personas que tomaron esta ruta con el objetivo de llegar a Estados Unidos, pese a las restricciones para quienes desean entrar a esa nación desde México. El informe del Ministerio de Seguridad de Panamá señala que en mayo cruzaron la selva al menos 38.435 personas, una cifra levemente menor a los 40.297 del pasado abril.
En los 5 primeros meses de este año recorrieron el Darién 166.122 migrantes, casi 5 veces más de los 33.819 que pasaron de enero a mayo de 2022, según cifras oficiales de las autoridades panameñas. Después de los migrantes venezolanos se ubican nacionales de Haití con 31.615 y de Ecuador con 20.029 personas. Por continentes, ha habido 147.044 migrantes procedentes de países americanos, 14.739 asiáticos, 4.293 africanos y 46 europeos.
Este año se espera que crucen por el Darién 400.000, lo que casi duplicaría los datos de 2022, que cerró con la cifra récord de más de 248.000 personas en tránsito.
Muchos mueren
Las autoridades de Panamá han encontrado en las últimas semanas más de 10 cadáveres de migrantes que se ahogaron en los ahora crecidos ríos de la selva del Darién, en la frontera sur con Colombia, informó la jefa de la oficina panameña de Migración, Samira Gozaine.
«En las últimas semanas hemos rescatado más de 10 cadáveres en los ríos, lamentablemente», ya que los migrantes que viajan de forma irregular hacia Norteamérica «siguen insistiendo en cruzar» la jungla, que es la peligrosa frontera natural entre Panamá y Colombia, «a pesar de lo caudaloso de los ríos», afirmó Gozaine.
Según datos del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), actualizados al 30 de mayo, 19 personas en movilidad han desaparecido en la selva del Darién este año, mientras que en el 2022 fueron 137.
De la miseria a la “aventura”
Las personas que se embarcan en este viaje lo hacen con un objetivo en mente: intentar llegar a Estados Unidos, su destino migratorio final. Pero no todos van a la selva del Darién por el mismo motivo, una empresa alemana está comercializando tours por la peligrosa selva para que los europeos puedan ir y vivir una experiencia de «supervivencia».
Después de los cinco días “más difíciles de su vida”, finalmente lo consiguió: Wilmer, un granjero venezolano de 26 años, llegó a localidad panameña de Bajo Chiquito a finales de marzo. Su mayor hazaña fue lograr salir con vida del Tapón del Darién, uno de los pasos migratorios más peligrosos del mundo. “El viaje fue extremadamente difícil; apenas pude dormir. Mírame, estoy en buen estado físico y aun así mi vida corrió peligro. Imagínate lo que es para las mujeres embarazadas o los menores. No recomiendo cruzarlo a pie”, contó a Wilmer a Naciones Unidas tras la travesía.
Intensas lluvias, cruces de ríos con corrientes imposibles, caminatas con barro hasta los hombros o mordeduras de insectos y otros animales salvajes. Fue a lo que estuvo expuesto Wilmer y todos los migrantes que cruzan esa selva. El motivo por el que se exponen a semejante peligro es compartido por muchos: el anhelo de un futuro mejor, el conocido como “sueño americano”, con Estados Unidos como destino final. La única esperanza para muchas personas de bajos recursos que atraviesan situaciones límite en sus países de origen.
Viaje de “placer”
Solo dos meses antes, en enero de 2023, una periodista alemana emprendía un viaje similar al de Wilmer. Pero, lejos de la necesidad que empuja a miles de personas, Katja Döhne lo hizo como una “aventura”. O al menos es así como lo vende la empresa alemana que comercializa estos tours, Wandermut –traducido como “valentía senderista” en español–.
“Prepárate para la aventura de tu vida”, es uno de los eslóganes que se puede leer en la página oficial de Wandermut.
Döhne y su grupo de turistas también tuvieron dificultades durante su viaje por el Darién, aunque contaban con garantías de seguridad, la diferencia crucial respecto a los migrantes.
Para emprender el viaje al Darién son necesarios los más de 3.600 euros que cuesta el tour más los vuelos hasta Panamá. A cambio, Wandermut te promete “lograr algo que nadie más ha hecho” por la selva del Darién: 12 días de recorrido en un grupo de máximo 13 personas y con guías supuestamente locales.
“Cada viaje está dirigido por un jefe de expedición experimentado, varios guías locales y un jefe de equipo especialmente formado por nosotros. En caso de emergencia, no sólo disponemos de medicamentos, sino también de teléfonos por satélite y dispositivos SOS”, cuenta la dirección de la empresa alemana a France 24.
Si alguno de los turistas tiene un accidente grave, su seguro sanitario incluye incluso un helicóptero para que vaya a por ellos.
Una realidad paralela a la que enfrentan los migrantes. Según Naciones Unidas, las personas que se adentran en la selva están expuestas a múltiples formas de violencia, como agresiones sexuales, robos y tráfico humano. La situación es especialmente crítica en el caso de las mujeres y los menores de edad.
Una realidad distinta
“Nuestra organización es testigo del sufrimiento de los migrantes en su paso por la difícil selva del Darién. Se exponen a peligros geográficos, enfermedades y distintos tipos de violencia. Es un sufrimiento extremo en un periodo corto de tiempo. Y se debería evitar cualquier iniciativa que banalice este sufrimiento, el Darién es una zona de crisis humanitaria no un lugar para ir de vacaciones”, sostiene Luis Eguiluz, jefe de misión de Médicos sin Fronteras en Colombia y Panamá, ante France 24.
Desde Wandermut aseguran que su recorrido turístico por el Parque Nacional Darién, que abarca casi 5.800 kilómetros cuadrados, está lejos de las rutas migratorias.
“No ofrecemos excursiones de senderismo por las rutas de los migrantes. El Darién es una región muy extensa. Nosotros operamos en el Pacífico, al suroeste del Darién, lejos de la frontera, mientras que las rutas migratorias discurren muy al norte, en el Caribe (…) No vamos de vacaciones donde la gente sufre”, aseguran Tom Schinker y Martin Druschel, cofundadores de Wandermut.
Nosotros operamos en el Pacífico (…) No vamos de vacaciones donde la gente sufre.
Una afirmación que los datos contradicen. A pesar de estar en otra zona del parque natural, el flujo migratorio diario no deja margen para la duda: el Darién es escenario de una de las peores crisis humanitarias del mundo actualmente.
El emprendimiento alemán también sostiene que sus viajes están centrados en “experimentar la naturaleza” y “sumergirse” en la cultura de los indígenas embera, con los que colaboran durante las rutas. No obstante, al entrar en su sitio web el principal atractivo que venden es la “supervivencia”.
“Buscamos verdaderos aventureros, porque cualquiera que tenga miedo a mojarse o que sólo quiera caminar relajado por la selva está fuera de lugar aquí”, detalla la empresa alemana en su sitio web.
No es una aventura
“El Darién está lejos de ser un lugar para la aventura, es un lugar de sufrimiento. Los migrantes no pueden comprarse la ropa adecuada para hacer la ruta y mucho menos contratar seguros médicos o equipos de seguridad. Creemos que hay que centrarse en el sufrimiento de estas personas, en la necesidad de descriminalizar la migración y en asegurar que tienen acceso a los servicios básicos. Todo eso va por delante de cualquier ruta turística”, asegura Eguiluz.
El Darién está lejos de ser un lugar para la aventura, es un lugar de sufrimiento.
“Yo pensé en varios momentos que mi corazón no era tan fuerte para resistir ese camino. Es algo que no le deseo a nadie, ni a mi peor enemigo”, contó Carlos, diabético de 62 años, a MSF tras confesar que solo había ingerido agua y galletas durante dos días.
Este turismo occidental y de clase media-alta también puede herir las sensibilidades de los migrantes. Mientras unos lo hacen por diversión, los otros lo ven como la única opción para sobrevivir. Gente de todo el mundo ha perdido en esa selva a sus seres queridos y no ha conseguido recuperar sus restos.
“Me robaron. En mi grupo una mujer fue asesinada por resistirse a una violación. No pude hacer nada para ayudarla”, dijo Antonio, de 56 años, a Naciones Unidas. Su testimonio sobre las atrocidades del camino es uno entre muchos.
Organizaciones como Médicos Sin Fronteras han reiterado su preocupación en los últimos meses. Aseguran que es responsabilidad de las autoridades de Colombia y Panamá «garantizar rutas seguras y dignas” para los migrantes.
Y es que la mayoría de sus necesidades básicas no están cubiertas ni al llegar a los ETRM –Estaciones Temporales de Recepción Migratoria–, no tienen seguridad, espacios dignos, acceso a una alimentación adecuada ni condiciones higiénicas mínimas. Ni siquiera tienen acceso a la justicia tras verse sometidos a violaciones y otro tipo de violencias.
«La situación médica ha cambiado en los últimos meses con la subida y la bajada de migrantes, pero las condiciones siguen siendo las mismas. Hay un déficit de atención de enfermedades, situaciones traumáticas y todo tipo de violencias», acusa Eguiluz.
Wandermut aseguró a France 24 que la empresa es consciente de la gravedad de la cuestión migratoria en la frontera entre Colombia y Panamá.
“El sufrimiento de los migrantes, que arriesgan su vida en la selva mientras huyen, nos afecta profundamente”, sostienen Schinker y Druschel, cofundadores y directores de la empresa.
Sin embargo, en ningún apartado de su página web, ni siquiera en el apartado de ‘Historia de la región’, hacen alusión alguna a los migrantes.
A pesar de que sí contribuyen a la economía local panameña al colaborar con guías de la región y con los indígenas emberas, describen al Darién como “la jungla más infame del mundo”.
Una definición que choca frontalmente con la cosmovisión indígena del grupo ‘embera’ de la selva, que consideran es «la Madre Tierra, el pensamiento y todo lo que nos rodea”.
Es cierto que el paso de 2.000 personas diariamente –según cifras oficiales— promueve la degradación de los ecosistemas.
El turismo ecológico se puede controlar, pero la migración irregular no.
Lo uno es una opción de ocio y lo otro es una necesidad.
ACTUALIDAD
Despachos combinados para Ecuador News
Para ver más noticias, descarga la Edición