Opinión: carteles mexicanos del narcotráfico, imponen su poder en el Ecuador
La prisión, dicen, que es un reflejo de la sociedad, pero multiplicado.
Un lugar en el que la vida se degrada de tal manera, que sólo el instinto de supervivencia y el apego hacen que muchas de las personas que ahí viven encerradas, no pongan fin a su sufrimiento por el camino más corto, porque ni siquiera son considerados » alguien», sino «algo».
Las cárceles en el Ecuador son controladas por el más fuerte y denegado al más débil. Por eso los presos consiguen armas, se unen a las pandillas. Las cárceles deben ser lugares donde los presos sepan que el respeto por la Ley, constituyen los cimientos de una sociedad civil.
Las cárceles deben devolver a la sociedad, mejores ciudadanos y no, mejores criminales. Resolver el problema de los centros carcelarios, requiere, más que la construcción de nuevos edificios, un conocimiento serio, de lo que el país necesita y como quiere que funcione la Justicia.
Graves problemas de hacinamiento y de impunidad, han dejado al descubierto el complicado laberinto de un sistema atrapado entre la presión de la delincuencia, las bandas y cárteles del narcotráfico y la fragilidad de un Estado que no puede, con el control de las prisiones.
Es evidente que desde las cárceles operan el crimen y se dirigen actividades de narcotráfico, sicariato y secuestro. Desde el 2.011 la banda de los «choneros», son amos y señores de las cárceles ecuatorianas. De los «choneros» nacieron siete subcélulas: Los «chone killer, lobos, pipos, fatales, los águilas, tiguerones, R7, «. A estos se suman los » lagartos, gánsters negros y todos buscan controlar los pabellones y la cárcel. Protegidos obviamente por carteles internacionales.
Once masacres carcelarias en cuatro ciudades, han sido escenario de las peores matanzas de presos. El mes de julio dejó 31 muertos tras el enfrentamiento entre bandas criminales, en la penitenciaria del litoral. Son ellos quienes «administran» los centros penitenciarios, mientras los empleados, policías y militares se limitan a recibir ordenes y obviamente «sobres» bajo la mesa, a cambio del silencio, para que la autopista de la cocaína, que viene de Colombia, siga hacia Estados Unidos y Europa.
Se estima hipotéticamente, que cinco de diez funcionarios reciben y obedecen directamente órdenes de las bandas de mafiosos y los cinco restantes, indirectamente.
Las cárceles son centros de castigo y por otro, son escuela de tácticas delincuenciales. Según los jefes de las bandas, habrían llegado a un acuerdo de paz con el gobierno, aunque el Presidente Lasso, desmintió dicha aseveración. A pocas horas de la supuesta firma de un acuerdo de paz, asesinaron a tres policías y por sicariato eliminaron solo el fin de semana a más de 20 personas. Lo cierto es que, los jefes de las bandas controlan las cárceles, sus líderes tienen las llaves de los pabellones.
Personalmente considero que el problema es político y tiene una profunda crisis estructural. El gobierno de Lasso, está consciente de sus falencias y limitaciones y a regañadientes, confirma que los centros carcelarios en el Ecuador, estarían manejados, controlados, administrados, por grupos del crimen organizado. Estás estructuras operan en complicidad con las autoridades penitenciarias y de otras fuerzas de seguridad, comentan.
El contingente militar y policial se encuentran afuera del recinto penitenciario, en el perímetro, pero no en los pabellones, porque las llaves están en posesión de los detenidos.
El tema carcelario es político. El gobierno, el poder judicial y los administradores de los centros penitenciarios, así como guardias, empleados y guías, tienen al país escandalizado por la serie de actos brutales y derramamiento de sangre dentro de las cárceles y en las calles de las ciudades y carreteras del país.
Los errores y la indolencia a los problemas sociales de toda la vida, requieren un cambio estructural del sistema político ecuatoriano.
¿ Quiénes se benefician de la crisis carcelaria? No podemos callar ante la inoperancia del gobierno. No podemos callar ante las masacres dentro de las cárceles y que se han calificado como «actos terroristas» , cuando todos sabemos que estas bandas actúan deliberadamente, o porque los «sobres» tienen más poder, que el poder del gobierno.
El Ministro del Interior, ha demostrado ineficacia para dirigir está Cartera de Estado y constituye el muleto que desequilibra al gobierno. ¿Por qué insistir con alguien que no funciona?
Ecuador, es un país, donde el Presidente de la República se limpia con la inseguridad del país, dónde gobernantes y autoridades, son incapaces de enfrentar a los criminales y en dónde la instrucción a policías y militares es » no gastar balas».
En este momento parecería que el presente no puede ser más complejo y el futuro más obscuro, cuando escuchamos al candidato a la Vicepresidencia de la República, Andrés Arauz, del partido Revolución Ciudadana, «que se reunirán en una mesa con los 10 delincuentes mas buscados de cada provincia del país, para lograr acuerdos, sobre la inseguridad». Así, se anticipa a demostrar a los ecuatorianos, que sí tienen una excelente estrategia si ganan las elecciones y llegan al poder.
¿Cómo podría el próximo Presidente separar a su gobierno de los carteles y del narcotráfico que generan la mayor violencia en nuestro país? Esa es la pregunta que nos formulamos los 18 millones de compatriotas.
Es claro el deterioro del Estado de Derecho y orden constituido del Ecuador, por ello debemos reordenar las instituciones, reformar la constitución y lo más importante, que instauremos un gobierno de Coalición, difícil, pero no imposible, si queremos salvar al país, derrotar al narcotráfico y salir del narco Estado y no permitir que las bandas y cárteles del narcotráfico sean intocables.
OPINIÓN
Por Mariano Albino Jara
Para Ecuador News
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