ECUADOR UN PAÍS ENCANTADOR CON UN PUEBLO DESENCANTADO
Autor: Mariano Jara
Iniciamos el conteo regresivo del año 2.023, aunque siempre he sido una persona poco optimista, ahora sí me alcanzó el desencanto y sufrimiento de mi pobre país. La verdad, no sé qué va a suceder, o qué debemos hacer, luego de elegir al nuevo Presidente en Ecuador.
Será más humano, más cruel, o quizás más doloroso, o será el inicio de la salida del túnel de la muerte y con ello la esperanza se reactiva y aunque sea lenta, pero segura, recuperemos al país, de las garras de la corrupción, el narcotráfico, inseguridad, desempleo, inestabilidad social, económica y emocional.
Los últimos hechos delictivos y enfrentamientos entre las mafias del narcotráfico en el Ecuador, donde más corre sangre, lagrimas, dolor, pérdidas humanas y que han sido calificados por el propio Presidente de la República Guillermo Lasso como «actos terroristas» han provocado en mí, un desencanto de la vida, de la sociedad, he pasado horas, días, con el corazón destrozado.
Con un nudo en la garganta y dolor en el estómago, trato de poner en orden mis desordenadas ideas, porque el Ecuador encantador y alegre, que a mí me dijeron que vivíamos, no es más que una ilusión en los ojos de millones de ecuatorianos.
Por desgracia, la violencia en nuestro país ha alcanzado tal nivel, que incluso en países del exterior, hablan de no visitar nuestras ciudades, como advertencia de peligro. Si Ecuador fuera una película, sin duda seríamos clasificación (T de Terror), o tal vez habríamos de inventar la propia, porque para lo que actualmente vivimos la mayoría de ecuatorianos, la imaginación se queda corta.
Pienso que quizá, a unos, no les conmueve ni les duele la violencia, criminalidad, asesinatos y miseria en la que nos desenvolvemos a diario, porque seguramente son «políticos» y tienen guarda espaldas, pagados por el pueblo, sin embargo, siempre lo miran bajo el hombro.
Pero también podría ser, que simplemente preferimos hacer, como que no pasa nada, mirar para otro lado, ignorar el dolor y sufrimiento que viven los demás y así, fingir que no sufrimos nosotros mismos, para poder sobrellevar la vida.
Pero… ¿Qué más tenemos que esperar que suceda para despertar y exigir a las autoridades que hagan algo? ¿Qué tiene que pasar para colmarnos de las injusticias? ¿Qué debemos ver, para que nos importe el terror que estamos viviendo? ¿Hasta cuándo debemos soportar?
Entre las personas desaparecidas, asesinadas, víctimas de violencia sexual, de torturas, así como de secuestro y de todos los delitos que suceden diariamente, está un candidato a la Presidencia de la República, un Alcalde, concejales municipales, fiscales, jueces, funcionarios públicos, incluso inocentes ciudadanos.
Bien podríamos decir, que el Ecuador vive en permanente luto, que sobrevive con dolor, lágrimas de sangre y que está obligado a vivir siempre de negro. Pero nada de esto parece ser suficiente para que recapacitemos sobre el obscuro camino que le están llevando las mafias al país y que el gobierno e instituciones estatales no hacen nada.
En nuestro país están creciendo millones de niños y jóvenes, pero no saben, cuál es el camino a seguir, no tienen un presente, el futuro es altamente incierto y cada minuto que transcurre, se ahonda más la crítica situación de inseguridad.
Nunca he sido una persona que ve la vida color de rosa y el Ecuador como un paraíso angelical y cubierto de paz, seguridad, empleo, respeto; siempre lo he visto con todas sus tonalidades y por experiencias propias, me he inclinado más a los colores grises, pero nunca antes me había desencantado tanto de mi país, como hoy.
Este fin de año lloraré mucho, de coraje, impotencia, tristeza, preocupación y obviamente miedo. Pero no permitiré por ningún motivo, que este desencanto e incertidumbre, se convierta en obstáculo y me transforme en un ser indolente. Por el contrario, mis lágrimas serán la fuerza y el motor que me den fortaleza, hasta que el Ecuador me vuelva a encantar y espero que para ustedes también.
Esperemos las elecciones del 15 de octubre para elegir al nuevo Presidente de la República; nuestro voto debe ser responsable, con amor de patria, con juramento a la tricolor nacional y que gane el menos malo, porque no hay donde escoger. Total, la suerte está en nuestras manos y por supuesto en el gobierno que se elija, a menos que suceda un milagro.