Migrantes venezolanos y ecuatorianos están destruyendo Nueva York, dice su alcalde
Ha caído en su propia trampa
Servicios especiales de Ecuador News
«Están destruyendo Nueva York», alertó el alcalde de la ciudad Eric Adams al cuestionar la crisis sin precedentes que sufre la capital financiera de Estados Unidos, debido a la afluencia de inmigrantes ilegales.
Entre las nacionalidades de los inmigrantes que ocasionarán la «destrucción» de la metrópoli, Adams mencionó a los ecuatorianos.
Erick Adams, alcalde de Nueva York, expresó su preocupación por el notable incremento de migrantes ecuatorianos y venezolanos en la ciudad. Sus declaraciones se realizaron en una reunión municipal en Upper West que tuvo lugar el 6 de septiembre, y se difundieron hoy en los medios.
Adams señaló que la metrópolis está recibiendo aproximada- mente 10 000 migrantes cada día, una cifra que lo inquieta profundamente. Manifestó:
«Nunca en mi vida he tenido un problema así, que no tiene final. No veo que esto termine. Este problema amenaza con desestabilizar por completo la ciudad de Nueva York».
Numerosos videos compartidos en las redes sociales muestran a los migrantes asentados en las aceras de la ciudad de Nueva York, algunos protegiéndose del sol con sombrillas o cartones. Otros se dedican a conversar o a distraerse en sus dispositivos móviles.
En distintos puntos de Nueva York ya han surgido protestas de los ciudadanos, quienes se quejan por la llegada de inmigrantes que son alojados en escuelas vacías, gimnasios o albergues montados con enormes carpas con cientos de camas y comedores colectivos.
Ante esta situación, Adams está solicitando, nuevamente, la colaboración del Gobierno Federal para desarrollar estrategias que permitan reducir esta elevada afluencia de migrantes y evitar el colapso de los albergues de acogida, así como las largas filas que se forman frente a los hoteles más prominentes de la zona.
El alcalde Adams también destacó que, en un principio, la ciudad estaba recibiendo principalmente migrantes venezolanos, pero luego se sumó en gran número los ecuatorianos. Además, mencionó que están llegando migrantes de diversas partes del mundo, incluyendo Rusia a través de México, así como personas procedentes de África Occidental.
En lo que respecta a la situación económica de la ciudad, Adams advirtió que enfrentan un déficit de 12 000 millones de dólares. Eso impactará en todos los servicios públicos de Nueva York, incluyendo la asistencia social destinada a los migrantes.
“Va a llegar a todos sus vecindarios. Todos nosotros nos veremos afectados por esto. Lo dije el año pasado cuando teníamos 15 000 migrantes. Se los digo ahora con 110 000. La ciudad que sabíamos que estábamos a punto de perder. Y estamos todos juntos en esto”, añadió.
Con más de 100.000 solicitantes de asilo llegados desde abril del pasado año a Nueva York, obligada por ley a proporcionar un techo a todo el que lo solicite, la alcaldía dedicará 12.000 millones de dólares a hacer frente a la crisis migratoria, anunció el alcalde a principios de agosto.
Por esa razón, la ciudad y el estado de Nueva York presionan cada vez con más insistencia al gobierno federal para que agilice la concesión de permisos de trabajo que permita que los más de 100.000 inmigrantes salgan de una asistencia que está costando millones de dólares y puedan independizarse.
Pero además de los permisos de trabajo, el alcalde de Nueva York exige que declaren estado de emergencia para gestionar la crisis en la frontera y se distribuyan equitativamente los solicitantes de asilo por todas las ciudades del país.
Para muchos, el alcalde Eric Adams ha caído en su propia trampa. Le tendió la mano a los inmigrantes cuando otros estados los sacaban, incluso los enviaban a estados considerados “santuario” como Nueva York.
Los inmigrantes recibieron el apoyo que en otras épocas era imposible pensarlo. Hospedaje, comida, boletos de tren y hasta algún dinero mensual.
Era evidente que todos los que traspasaban las fronteras tenían a Nueva York como objetivo, porque iban a encontrar acogida. Varios sin embargo, se les dio la mano y se tomaron el pie. La semana anterior, protestaron y hasta pelearon con la policía, con el argumento que “la ciudad no les estaba cumpliendo”.
Una situación insólita es esa, porque la nueva población ha repercutido en la economía ciudadana que cumplidamente pagan sus impuestos y observan, según ellos, que las autoridades los “dilapidan”.
El alcalde ha jugado una carta complicada y al parecer está perdiendo. Solo hasta ahora se ha dado cuenta de su error, pero es demasiado tarde.