ECUADOR NECESITA UN PRESENTE SÓLIDO PARA UN FUTURO DE ESPERANZA
Por Mariano Jara
Mi Ecuador del alma, perdió el paso en el desierto de una democracia violada a mansalva por los tiranos de la politiquería y lo abandonan en el templo de la impunidad e incapacidad.
Hoy camina despacio, herido de muerte, sobre todo en el palacio de Carondelet y hasta sin Vicepresidenta, mientras en la Asamblea Nacional, se congeló el tiempo de Legislar y Fiscalizar, para dar rienda suelta a la corrupción.
Contamos con una Justicia viciada de fallos direccionados, con un objetivo, desequilibrar la paz social y alimentar sin medida la inseguridad de los ecuatorianos, a cambio de la felicidad en sus bolsillos.
Un país de instituciones públicas débiles, manoseadas y manejadas irresponsablemente, desdibujado en su identidad internacional por la ola de violencia y la falta de credibilidad en nuestros gobernantes. Los países, como las personas, necesitan identidad y propósitos y el nuestro, no lo tiene.
La democracia ecuatoriana parece una diva esquizofrénica, anoréxica y moribunda, pasó del autoritarismo irresponsable a la democracia improductiva, de la hegemonía de un partido a la fragmentación partidaria, de la corrupción de antaño, a la corrupción moderna.
Un país al que le sobra pasado, con un presente incierto y sin futuro.
Necesita un eje de bienestar, seguridad a todo nivel, empleo, educación, salud, un horizonte de modernidad que ampare el surgimiento de sólidas bases para la mayoría.
Resulta obligatorio abandonar su pasado por la vía democrática, convocando a una Consulta Popular, modificar la Constitución de Montecristi, reformas institucionales, que garanticen la fluidez de los cambios que requiere el Ecuador. Para crecer, hay que eliminar la concentración de poderes fácticos y asegurar que el crecimiento se distribuya equitativamente y construir una red de protección social en beneficio del pueblo.
Mientras tanto, como está el país, parece que todo debe cambiarse por decreto Ley. Mientras los políticos de turno “iluminan la verdad”, aunque todos sabemos su obscuro contenido. El pueblo ecuatoriano tiene la obligación de punzar al ejecutivo para que su gobierno fomente el cambo radical.
El ejecutivo debe elaborar las leyes para tomar estas decisiones y ponerlos en práctica, pero hay que contar con instituciones que permitan tomar las mismas y con gente que sepa. Las condiciones deben ser también claras, así podrían formar una verdadera coalición política, con transparencia y responsabilidad.
Sobre advertencia no habrá engaño, ni malentendidos, se ganará o se perderá para algo, no sólo porque sí. Daniel Noboa, Presidente de la República, no tiene tiempo para componendas ni acuerdos desacuerdos, debe trabajar bajo reloj para cumplir su plan de trabajo y pasar a la historia. Los ecuatorianos queremos ver de qué madera esta hecho el primer mandatario y que confirme su aseveración “la juventud es sinónimo de fuerza y no debilidad”.
El prudente se anticipa al peligro y toma precaucione, mientras el simple avanza a ciegas y sufre las consecuencias.
OPINIÓN
Mariano Jara
Especial para Ecuador News
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