¡UN BABY GOBIERNO Y LOS VIEJOS VICIOS PARA EL 2.024?
Por Mariano Jara
Un nuevo año, es una buena oportunidad para el gobierno de replantearse metas por cumplir, es un momento para recapitular sobre lo que no logramos concretar y preguntarnos, qué podríamos haber hecho diferente. No se trata sólo de pensar en el qué, sino en el cómo queremos lograrlo.
De nada sirven los buenos deseos, si el gobierno nacional no establece un plan, un cambio de sistemas, estrategias, acciones y plazos específicos para hacerlos realidad. El Presidente de la República, debe jerarquizar y priorizar sus metas de año nuevo en beneficio de los mandantes.
El porvenir de una nación democrática no debe ni puede ser el resultado de la casualidad; es producto de la libertad, la unidad, el entendimiento, la inteligencia y la determinación de sus ciudadanos. Más que un resultado fortuito, el éxito de un país está determinado por lo que la sociedad y su gobierno son capaces de planear, prever y decidir. Por eso, si pretendemos conducir al Ecuador a un futuro de satisfacciones, necesitamos definir una visión común del país que queremos y ponernos a trabajar con determinación para hacer realidad.
Para el Gobierno de Daniel Noboa, es fundamental tomar decisiones pensando no sólo en el presente de los ecuatorianos. Necesitamos fortalecer la nación, con una sólida cultura de legalidad y restablecer las condiciones mínimas de seguridad, empleo, educación y salud.
Es indispensable que las decisiones del ejecutivo, las reformas y las políticas públicas tengan ese sentido de trascendencia que va más allá de lo inmediato. Sólo así edificaremos una patria más fuerte, próspera, justa, ordenada y generosa. Aspiramos a vivir en un país seguro, en el que estén plenamente garantizados y protegidos nuestros derechos, en el que imperen el orden y el absoluto respeto a nuestra integridad y propiedad, en el que se aplique la ley a todos por igual.
No podemos aspirar a una vida digna, tranquila y productiva mientras en algunas ciudades y comunidades del país los ciudadanos viven con miedo a salir de casa, a dejar solos a sus hijos, a caminar por las calles. Debemos garantizar la plena vigencia del Estado de derecho, convertir al Ecuador en una nación donde quienes violan la ley sean efectivamente perseguidos y castigados por la justicia; donde los criminales enfrenten las consecuencias legales de sus actos y donde se garanticen y respeten los derechos de quienes son víctimas de un delito.
Los ecuatorianos tenemos la sensación de que desde hace meses nada de lo que pasa en el país es normal. Ecuador fue una especie de oasis de paz, en medio de una turbulenta región sometida a la violencia del narcotráfico. La localización estratégica del Ecuador, con una amplia costa sobre el Pacífico y la dolarización de la economía, convirtieron el país en un territorio apetecido por la mafia, los narcos, criminales y políticos corruptos.
Venimos de un gobierno con un Presidente que tenía un perfil que cumplía con las expectativas de los ecuatorianos, que era alguien senior, con experiencia exitosa en la vida, con familia de valores muy tradicionales, ese era el ideal (Lasso). Pero lamentablemente, esa figura fracasó en un período menor al que debía permanecer en el gobierno.
Para el 2.024 existe una enorme preocupación en el colectivo judicial por lo que está pasando en la sociedad ecuatoriana a raíz de los polémicos fallos a favor de delincuentes comunes, narcotraficantes y parecería que, el pueblo está contra los jueces. La mayoría de la sociedad no ha logrado comprender, cómo el hecho de que delincuentes asesinen, roben, amenacen al igual que políticos o funcionarios públicos se roben los recursos del erario nacional y no les den sanciones drásticas.
Atrás se han quedado las promesas de NO endeudamiento de los gobiernos de turno, hoy tenemos el mayor déficit presupuestario de los últimos 30 años y todavía con la intención de expandir el gasto corriente en una consulta popular, plebiscito y aumento del presupuesto para la Asamblea Nacional a 67 millones de dólares.
Se trata de un endeudamiento imprudente, al no estar enfocado en inversión pública, capaz de detonar el crecimiento, lo cual obligará al gobierno a realizar un ajuste fiscal, especialmente elevando los impuestos. La resaca del endeudamiento lo pagará el pueblo, no los políticos.
Tal parece que el acostumbrado optimismo en el pronóstico de ingresos de cada gobierno ha quedado en el pasado y especialmente ahora con el “prematuro” gobierno de Noboa y su baby gabinete. El mismo, ha preferido asumir el costo de proponer un gran colchón de endeudamiento para este nuevo año, en lugar de estimar ingresos optimistas y reducción del Estado.
¡Estamos ante una situación de retroceso social? ¿está en boga el populismo judicial?, vivimos un momento social donde corremos el peligro de volver a los tiempos donde el pueblo era el justiciero y dictaminaba quienes eran inocentes y quienes culpables?
Sea por colusión, temor o incapacidad, los gobernantes no han respondido a las necesidades y exigencias del pueblo. Así las expectativas de búsqueda de justicia, verdad o paz son prácticamente nulas. Frente a este panorama de horror, inimaginable, aún para quien no lo ha experimentado en carne propia, debemos permanecer unidos.
Es un momento de gran preocupación, pero también de mucha esperanza y ánimo reforzado, porque el pueblo ecuatoriano tiene un nuevo talante. Que este nuevo año 2.024 sea sinónimo de paz, seguridad, progreso y reivindicación. Que todos los poderes del Estado, trabajen en comunión de ideas, por una misma causa, con un solo objetivo, para beneficio de todos, sin banderas políticas, todos por un nuevo ECUADOR.
OPINIÓN
Mariano Jara
Especial para Ecuador News
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