Luis Gonzalo Godoy (El Cóndor Mensajero)
DESDE LA TIERRA PURUHA EL ACORDEON DE ORO
En su diccionario musical no encontramos la frase ilusión perdida y tampoco mendigo del éxito, no se dejó nunca embargar por la desesperación, aunque a veces la injusticia, golpeó las puertas de su vida. Escuchando su acordeón y sus alegres melodías no hubo espacio para un lamento, pero si una guambrita con el corazón destrozado, dejando una pasionaria esclavitud de amor, hasta que de sus labios se escuchó, di que me quieres y vamos a la romería.
Gonzalo Godoy, un hombre que deja una profunda huella de su existencia con música que obliga, a no olvidarlo, como al chulla riobambeño. Vio la luz del día en la parroquia Sicalpa del cantón Colta provincia del Chimborazo el 15/05 /1.931. Nieto del músico Ignacio Godoy. Desde guagüito, a los 5 años ya tocaba el armonio, para una morenita caprichosa, hasta que, pase el agua comadre.
Se convirtió prematuramente en un líder, en un consagrado maestro del acordeón. Era realmente un símbolo y un exponente que sobresalía, único del folklore de la música de la serranía ecuatoriana y la identidad de nuestra tierra Riobamba, al ritmo del carnaval de Colta, siempre hasta la despedida.
Desde los páramos de las montañas, el sonido del viento, trinar de los pájaros, se elevó a la cima de la cordillera. La magia musical de un niño nacido para ser artista y competir en las alturas con el coloso de los Andes el Chimborazo y convertirse en el cóndor mensajero, de su rosita hermosa.
Su fino oído, su poderosa recepción mental y la innata sabiduría, crece como flores en un jardín musical y va en busca de tu amor. En este sendero emocional y sentimental, lleno de música, se ennoblece la poderosa capacidad del niño prodigio, para demostrar sus habilidades y lanzarse al viento como un pajarillo errante.
Godoy, partió como una gacela y nunca se detuvo. Se convirtió en un líder, con su grupo musical, orquestas, único de la identidad nacional, hasta llegar al cerrito Santa Ana, al entierro del carnaval.
Como maestro de ceremonias se inicia en 1.939 en la Iglesia «Santa Rosa» de Riobamba, cuando sustituye a su abuelo Agustín Godoy Velarde. Su progreso era un «fórmula uno». Cuando cumplió 15 años (1.944) se hizo maestro de ceremonia en la iglesia » la Victoria» en Guayaquil y pianista en Radio Cénit.
Su juventud se cobijó por una ola grande de oportunidades. El puerto principal fue el abanico que le dio nuevo aire y así, ratificó su talento como artista y un día viajó al lindo Salcedo.
El ritmo cadencioso de su acordeón puso en movimiento su espíritu luchador y sin pensar dos veces, en 1946 ya estuvo trabajando como pianista de Radio Pacífico en Cali; puso a bailar a los clientes en varios Night Club, en Buenaventura Colombia, ciudad que «nunca te olvidó».
”El Rally musical” retorna en 1.950 a Riobamba, pero está vez, como Maestro de Capilla titular en la iglesia de » Santa Rosa». La experiencia adquirida, se convirtió en » padre y madre’ y sacó provecho con su innata inteligencia para tocar el acordeón, especialmente, para codearse con los mejores exponentes, hasta el regreso.
Siempre fue el amigo inseparable de las personas que cantaban, porque no se conformaba con solo verlos, siempre decía venga conozca el oro.
Su posición en el pecho, refleja el significado armónico que tiene, sus notas salen del alma, evoca y enamora, además de facilitar la expresión que en algunas ocasiones no se logra con las palabras. El acordeón representa vida y emociones.
La marcha inexorable para abrazarse con grandes cantantes inició en 1.952, como acordeonista con los «Típicos Andinos», conjunto los «Condorazos» y la orquesta los «Ángeles del Infierno», con mucho ñeque, pero sin desesperación.
Los escenarios artísticos, han sido fiel testigo de innumerables contiendas musicales. En ese espacio, hasta hoy se alza con la corona del Rey de la montaña, el llano, del campo y la ciudad, como acordeonista de grandes estrellas.
En 1.955 retornó a Guayaquil, integró el marco musical del dúo Aguayo Huayamabe, hermanas López Ron, el conjunto de los Hnos. Castro. Con frecuencia acompañaba a muchos artistas ecuatorianos en presentaciones y grabaciones, incluso en la romería. Junto a Lucho Silva, Hnos. Montecel, Hnos. Vera, Godoy frecuentaba » la Lagartera», donde contrataban músicos para las serenatas, con mucha resignación. Es nieto de Serafín Pulgar y la música como es obvio, circula por sus venas y solo camina murmurando entre dientes, estribillos, sin miedo al éxito.
Todos alguna vez hemos escuchado una canción, para una chica linda y pocas veces suele ser indiferente al oído de la gente, más aún, bajo las hechizadas manos, que con habilidad y armonía los hace Luis Gonzalo Godoy, pese a un consuelo amargo.
Pasó el invierno, el verano y con ello, se cicatrizaba la nostalgia de dejar atrás su familia y su tierra. Para 1.957 su fama se extendió e inicia a trabajar con el conocido arpista Gonzalo Castro y el guitarrista Pedro Chinga en los programas de la imbatible Radio Cristal, de don Armando Romero Rodas. Pero también deleitó su arte a los turistas en el Crucero Gray Lines. Fue integrante de la famosa orquesta y la mejor del Ecuador «Falconi Junior», al ritmo del carnaval de San Andrés».
El acordeón es el primer sintetizador del mundo y para Gonzalo este instrumento fue el mejor libro abierto y mágico en sus manos. A su corta edad, no fue fácil de transportar, pero el amor por la música, lo convirtió en algo ligero y en manos de un poeta de la música, lo tocaba, para que siga la farra. Muy hábilmente nos transporta con su música a un verdadero escándalo emocional, incontrolable, que para calmar esa alegría hay que bailar abrazar y si se puede, besar a los compadres.
Sin lugar a duda el acordeón en manos del embajador de los Andes, Gonzalo Godoy, es un instrumento misterioso, fantástico y mágico, que nos hace disfrutar en fiestas ceremonias o simplemente en la alegría del hogar, como en el bautizo del guagua.
En muchas ocasiones constituía una especie de chamán imprescindible, requerido y respetado en las pequeñas y grandes ocasiones, muchas veces junto a Carmita saltando la chamiza. Constantemente hacía gala de sus demostraciones y refinado sonido con su instrumento musical, en la iglesia, como solista, en orquestas, grupos y con un huashca de corales.
En 1.970 participa como acordeonista en la película » Riobamba a Colores» y le da el toque de magia a una guambrita. Entre 1.975 y 1.982 fue organista acompañante, en la compañía de Danzas Costeñas de la Universidad de Guayaquil, donde juraste quererme. También integró el marco musical que acompañaba a los artistas en el programa de Tv. «Puerta a la Fama» de Telecentro canal 10, sus interpretaciones se escuchaban, aunque tuviera el corazón destrozado.
En 1.982 el gitano de la música ecuatoriana retorna a Riobamba, está vez como maestro de capilla del templo «San Antonio» y permanece una década, pero siempre en constante gira de acompañante musical a grandes artistas. En 1.992 se radica en Quito, dónde es pianista en la iglesia de la Compañía de Jesús y en el templo de Santo Domingo y a su tierra linda, Riobamba, le dice Adiós Adiós.
Ni el coronavirus lo detuvo, nunca dejó su instrumento musical durante 93 años en un pentagrama inexorablemente de música. Nunca camina en silencio, su mente siempre está ocupada con la música, muy temprano recoge su “tereque”, sonríe, suspira se inspira e inicia la fiesta para tocar en la iglesia, hasta el regreso.
Cuenta la leyenda que, además de tocar el acordeón hacía versos y componía canciones y cuando lo rodeaban sus admiradores, decían » ahí está el hombre», demostrando la admiración que sentían por sus genialidades musicales. Es un músico empírico, que tuvo la dicha de nacer en el rincón de la música, la capital de la nacionalidad ecuatoriana, un verdadero Puruhá y logró unir el país con la música, ¿Por qué Dios mío?
Escuchar el acordeón y hacer llorar casi al mismo tiempo, hacen del afamado artista ecuatoriano un hombre excepcional, que contagia de humanismo a todo su entorno con una naturalidad muy propia y hasta que, juraste quererme
Sus primeros acompañamientos musicales los hizo con el dúo Aguayo Huayamabe, quien en esa época tenían mucha aceptación. Hermanas López Ron. Su talla de acordeonista y estribillista, le abrieron oportunidades con otros artistas como: Ayala Coronado, Valencia Aguayo.
Cuentan, que se regó la “bolita” en Guayaquil, de que había un grande acordeonista y entonces se presenta la gran oportunidad para grabar con Julio Jaramillo. Un gigante de la música en aquellos tiempos y hoy siguen sonando desde que te fuiste.
Con el “ruiseñor de América”, hicieron un pacto, que cuando él muera, interpretaría las “catatumbas” y le cumplió, en su despedida. Julio Jaramillo, se veló en el Municipio de Guayaquil, en Radio Cristal y en el coliseo Voltaire Paladines Polo. Ahí cumplió el compromiso, lo contrario sería una injusticia.
Gonzalo Godoy, un excelente maestro de capilla, organista, compositor, acordeonista, autodidacta. Pertenece a la cuarta generación de familia de músicos. En el año 2.017 participó en la película sobre Julio Jaramillo «Si yo muero primero».
Este gran amigo, el músico, pasa ahora bajo el amor de sus hijos y el recuerdo de su pueblo. Gracias por tu música.
OPINIÓN
Por Holguer Mariano Jara,
especial paea Ecuador News
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