¿UN PAÍS POBRE CON BUROCRACIA EXCESIVA Y DORADA ?
Por Holguer Mariano Jara
En 1.999 se destruyó el “sucre” como consecuencia de las irresponsabilidades en la gestión económica y fiscal. El país lleva 25 años de dolarización. No obstante las disciplinas fiscales que exige el mismo, el incremento de la burocracia pública ha sido incontrolable.
En el 2.000 había 270.000 funcionarios públicos, en el 2023 se incrementó a 492.000; en la actualidad, incluidos empleados del Instituto ecuatoriano de Seguridad Social, Municipios, Consejos Provinciales y empresas públicas, mantenemos a 620.000 burócratas. Estas cifras son como parte de un estilo clientelar de los gobiernos de turno, que utilizaron y utilizan el aparato estatal para consolidar sus finalidades ideológico políticas.
Para el pago de esta inmensa cantidad de empleados públicos,se requieren más de 10.000 millones de dolares, dineros que pagamos los ecuatorianos de la recaudación del IVA e impuesto a la renta. Pero eso no es todo, en el Ecuador existen “empleados de oro”, perciben sueldos superiores a los que recibe el Presidente de la República, otros que ni siquiera se presentan a “trabajar”, además el hacinamiento de empleados en las instituciones públicas, en su mayoría nadie sabe el rol que deben cumplir y el que paga los “platos rotos”, siempre es la ciudadanía, que recibe un pésimo servicio, incluido groserías y discriminación.
Los sueldos públicos son los desembolsos más altos dentro del presupuesto estatal y que no se justifican ante la inoperancia de esta clase laboral, que muy poco aporta al sostenimiento de las instituciones. El peso de los sueldos públicos se mide en relación con la producción del país
Las “cargas administrativas” han ganado importancia en los últimos años; interactuar con el gobierno y su burocracia es caro. La disfusión burocrática y la insatisfacción crónica con el funcionamiento de los servicios públicos, posiblemente tiene costos sociales aún mayores. En lugar de proporcionar condiciones iguales para todos los ciudadanos, la burocracia pública disfuncional a menudo se convierte en máquinas de la desigualdad.
De qué sirve tener una burocracia exageradamente creciente, si no está bien capacitada para cumplir sus labores. Uno de los mayores problemas fiscales del país, es que el gasto público es inflexible, creciente y sin mayor espacio para la optimización.
La burocracia que hace perder el tiempo es una de las frustraciones más comunes, tanto para los ciudadanos que merecen servicios eficientes y de alta calidad, como para los funcionarios que quieren hacer las cosas.
Por desgracia los ecuatorianos, tenemos un sistema de gobierno, en el que la mayoría de las decisiones importantes toman los funcionarios estatales, en lugar de los representantes electos y con «procedimientos administrativos excesivamente complicados”. En el Ecuador, los Ministros Alcaldes, Prefectos, Asambleístas, incluso Presidentes, no tienen una concepción clara, determinada, objetiva, de los problemas del país y todo lo que hacen, es porque le dicen los asesores de los asesores y según ellos, está bien, cuando todo está mal, incluido los sobreprecios.
La administración pública puede ser eficiente, eficaz y de la más alta calidad. ¿Soy demasiado optimista para pensar que el cambio es posible? No lo creo. El gobierno puede y debe hacerlo mejor, comencemos con un cambio de mentalidad sobre la burocracia. Ante el imperativo de reducir el peso de los sueldos en el gasto público, no hay duda que es posible encontrar espacios para adelgazar el aparato estatal.
La burocracia ecuatoriana es notoria por su ineficiencia y opacidad, aunque es cierto que no todos los trámites, ni todas las burocracias son igualmente disfuncionales, muchos de los problemas del sistema administrativo se relacionan con la misma causa: La persistencia de instituciones débiles y empleados sin capacidad, solo dispuestos a cumplir su horario de trabajo.
La reducción sistemática de “cargas administrativas” y el aprovechamiento del conocimiento y experiencia de los servidores públicos de primera línea, pueden servir como primeros pasos para que la burocracia pública, verdaderamente garanticen lo que tanto políticos y leyes prometen.
Es necesario mejorar los servicios públicos y reconstruir la confianza en el gobierno, generando experiencias más ágiles, accesibles, inclusivas y transparentes. Me alegra que el actual gobierno del Presidente Daniel Noboa, al menos en palabras, anuncien la reducción de la burocracia y un exhaustivo control de pipones y empleados con súper sueldos.
La única forma de aprender a navegar por la burocracia es comprenderla y solo así mejorar; antes de intentar arreglar el sistema, por favor hay que comprenderlo primero. Un error común que cometen las personas e instituciones, es tratar de mejorar algo que ni siquiera comprendemos o conocemos bien.
El recorte presupuestario en el paquete económico para el 2025 deberá ser en materia de gasto corriente, si mantenemos perjudica el crecimiento. Caso contrario siempre nos veremos obligados a pagar más impuestos. La burocracia excesiva, puede sofocar la innovación.
OPINIÓN
Holguer Mariano Jara
Especial para Ecuador News
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