UN PAÍS COMPLETAMENTE ORGANIZADO EN LA DESORGANIZACIÓN
Por Holguer Mariano Jara
Mientras exista la fuerza y valentía para decir las cosas con absoluta transparencia, queda un respiro de esperanza para salvar a nuestro país de la des/gobernabilidad y absoluta organización de la des/organización.
Los ecuatorianos estamos acostumbrados a que todo se organice desde arriba, o sea desde el gobierno y antes de poder crear mecanismos de organización, los políticos y empresarios, aprendieron a sacar provecho para beneficiarse de las ganancias de la des/organización.
Por desgracia, los niveles de organización en el Ecuador y especialmente sobre el triangulo existente entre, políticos, empresarios y sociedad civil, demuestran que nuestro país, es un estado totalmente desorganizado.
Todos sabemos que el Ecuador se desorganizó hace más de una década Con Rafael Correa, con Lenín Moreno se especializó la des/organización y con Guillermo Lasso se institucionalizó. Estos ex/Presidentes soltaron las riendas del control que el gobierno mantenía en todas las instituciones publicas, con una sociedad dispersa y sometida a un férreo régimen de amigos o enemigos.
Con esto no quiero decir que el control en esos tiempos fue mejor, más bien se trata de pensar en que medida la pérdida de control ocurrió en un contexto, en el que los mecanismos para asegurar un rumbo estratégico para el país hacia una verdadera democracia, simplemente no estaban dados.
Los datos de esa des/organización están a la vista, todas las instituciones publicas están a la deriva, sin visos de cambios en beneficio del pueblo. Se nota a las claras el desplazamiento del bien público por el interés privado a manos de un capitalismo de compadres, el desbordamiento de la inseguridad, derroche sin límites de los recursos económicos, incremento desmesurado de la criminalidad, esa sí muy bien organizada.
Desde otras perspectivas y pensando justamente en la criminalidad organizada, podría decirse que, lo que sí se organizó luego de la transición, fue un modelo de exclusión, que ha permitido el enriquecimiento de muchos miembros de la clase política a través de estrategias destinadas a transferir el dinero público a manos privadas y a dejar a su propia suerte temas cruciales para la organización social, como: la seguridad, justicia, una seria posición contra la impunidad, generación de empleo, universidades abiertas para la juventud, freno a la corrupción.
Del viejo régimen heredamos la corrupción y autoritarismo y por supuesto el narco tráfico, consumo de drogas en nuestra niñez y juventud, sicariato, desmantelamiento de hospitales, engorde abusivo de la burocracia.
En el nuevo sistema somos víctimas de la libertad con la que muchos de nuestros gobernantes invierten el dinero, que deberían usar para el bienestar social de los ecuatorianos. Los políticos organizados en la des/organización del país, hacen del dinero del pueblo suyo, invierten en lujos personales, caprichos, vanidades, sin dejar al margen la práctica efectiva de la corrupción. Viven en exclusivas y lujosas burbujas enclavadas en entornos de pobreza y miseria extrema de una parte de la población.
Los mandatos concluyen siempre en la sombra de sospechas y fugaz vertiginosas, se van rodeados de una evidente impunidad y con la autorización de las autoridades de justicia ecuatoriana. Se asilan de preferencia en países con gobiernos socialistas, incluso como premio a la corrupción ejecutada en su patria, les ofrecen cargos públicos o como asesores. Pero como están bien organizados en la des/organización y el caos, siguen gobernando, manipulando autoridades, exigiendo a los asambleístas una práctica desleal de actividades, para no permitir la gobernabilidad del poder legislativo, pues se consideran gobierno, aunque no lo son.
Algo en el país está roto entre la ciudadanía, que tiene la fuerza y el valor para denunciar, pero que no tiene representación en las esferas donde debería tener consecuencias tales denuncias y una clase política impermeable a estos reclamos, totalmente ajena, desinteresada por lo que los motiva. Esta rotura tiene entre ceja y ceja la absoluta falta de credibilidad en sus representados y por supuesto pegada con baba su designación como representantes del pueblo.
Pero también están rotos los lazos que la comunidad debería tener con la clase empresarial, la que solo se interesa por los temas públicos , como la seguridad, cuando los fenómenos sociales amenazan su patrimonio, reaccionando siempre del modo más conservador, que en forma permanente exige al estado el uso de la mano dura.
Habrá de pensar en que, tal vez más que un hombre honesto, lo que necesitamos es formar liderazgos honestos, transparentes, representativos, que promuevan formas de organización social, capaces de construir un nuevo orden democrático y respetuoso de lo publico.
Nuestro país necesita de manera urgente salir del fango politiquero que nos han hundido y que constituye un grave riesgo para la estabilidad de 18 millones de ecuatorianos, la organización de la des/organización debe llegar a su fin y el gobierno de Daniel Noboa tiene en sus manos esta brillante oportunidad.
OPINIÓN
Holguer Mariano Jara
Especial para Ecuador News
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