La ecuatoriana Mónica Ojeda presentó en Bilbao, España, su nueva novela
un relato lisérgico en torno a un macrofestival andino
La escritora ecuatoriana Mónica Ojeda (nacida en Guayaquil en 1988) acaba de presentar en Bilbao, España, su nueva novela, ‘Chamanes eléctricos en la fiesta del sol’, relato coral (relato de muchas historias), que transcurre en el año 5540 del calendario andino. Gira en torno a las vivencias de dos amigas adolescentes que acuden a un macrofestival de música que anualmente congrega, durante ocho días y siete noches, a músicos, bailarines, artistas, poetas, chamanes y miles de jóvenes en las laderas de un volcán de los Andes ecuatorianos, como parte de una experiencia colectiva mancomunal e introspectiva.
La presentación tuvo lugar en la librería Cámara de la capital vizcaína, y el encuentro literario contó con la participación de la también escritora Aixa de la Cruz.
En ‘Chamanes eléctricos en la fiesta del sol’ (Penguin Random House), Ojeda reconstruye, entre realidad y visiones irreales, los pasos de estas dos adolescentes que necesitan huir de su Guayaquil natal para experimentar nuevas vivencias y «dejar atrás a sus familias y la violencia de las ciudades con sus narcobandas, sus sicarios, sus muertos y los grupos de autodefensa barrial patrullando las calles».
A medida que ascienden al páramo donde se celebra el macrofestival, de nombre ‘Ruido Solar’, rodeadas de personas que lucen máscaras, asisten a «un paisaje alucinado que tiembla al ritmo de la música y las erupciones volcánicas bajo un cielo surcado por meteoritos», han explicado desde la editorial que publica la obra.
Las dos adolescentes recorren este festival ficticio retrofuturista, surgido de la imaginación de su autora pero inspirado en sus propias vivencias personales en otras citas musicales reales, y deambulan entre sus escenarios y sus carpas mientras hacen nuevos amigos y bailan inmersas en los sonidos del noise chamánico, los tambores post-andinos y la tecnocumbia espacial.
Durante el festival andino, una de ellas, Noa, inicia una transformación que la aleja de su amiga y parece conectarla con un canto ancestral que pervive en ella y que le lleva a iniciar la búsqueda de su padre, que la abandonó cuando era una niña y que, desde hace años, habita en una casa en los bosques altos que crecen por encima del páramo donde se desarrolla el festival.
‘Chamanes eléctricos en la fiesta del sol’ ha sido descrita como una novela coral que «bordea lo sobrenatural y apocalíptico sin dejar de hacer pie en lo real, en la violencia de un país, de los afectos y una tierra que, bella y rabiosa, no cesa de temblar», han explicado desde la Random House.
Entre viajes lisérgicos, mística, psicodelia, desintegración espiritual, visiones cósmicas y ecos de Nietzsche y H.P. Lovecraft, Mónica Ojeda compone una relato contado a través de las voces superpuestas de los diferentes personajes que orbitan en torno a Noa, cuya historia se va contando en fragmentos a través del testimonio de los otros.
La protagonista acude al reencuentro de ese padre perdido, un hombre que, «en un mundo que tienta al mal, no pudo estar a la altura del amor que se le exigía y eligió vivir fuera, en el territorio donde lo crió su madre y también se esconden los desaparecidos durante el ritual asociado al festival, que son «aquellos que una vez subieron al Ruido Solar y nunca más regresaron a sus hogares».
DESAPARECIDOS
Esa figura de los desaparecidos la componen, ha explicado la escritora, aquellas personas que no regresan a casa después del festival y que «crece año tras año», jóvenes que, como las dos protagonistas llegaron al ‘Ruido Solar’ atraídos por la música y la altura y se quedaron allí, escondidos en los bosques altos de la cordillera.
Cada solsticio, estos desaparecidos que habitan en cuevas, bosques de montaña y valles perdidos, ocultos bajo sus máscaras de Diabluma, «regresan puntuales a la cita anual del festival».
Para los nuevos asistentes, «desaparecer con ellos es una tentación difícil de resistir», mientras que los desaparecidos van eligiendo gente nueva para convencerla y llevársela al fondo de la cordillera a cantar. Mientras «cantaban y bailaban para expulsar el miedo, huían de la muerte aunque hacia ella iban», detalla su autora.
«Pensé en ellos mientras me sentía un niño endiablado y me dije: los desaparecidos son la verdadera espantada de humanos, que huyen de tanta tragedia buscando la música. Gente que arranca visiones de sus sueños igual que los paleoindios», ha manifestado.
En la nota promocial de su novela, la propia Ojeda declara que «la ficción es un ejercicio de tomar distancia de tu mundo emocional e intelectual a través de una historia que, aparentemente, no tiene nada que ver contigo, y luego, mientras las estás escribiendo, darte cuenta de que estás en realidad trabajando con una zona de intimidad emocional tuya única y la estás proyectando hacia los demás».
Por eso, prosigue, siente que «toda escritura es autobiográfica, porque estás narrando tus obsesiones, tu mundo emocional, tu forma de sensibilizarte con las cosas».
Con una estética definida como «deslumbrante» y una prosa que se asoma a la intensidad de la poesía sin perder el pulso narrativo, Ojeda «transita ese silencio explorando lo que habita en él, desde el miedo y el abandono a la vulnerabilidad de un grupo de jóvenes a los que la violencia se empeña en quitarles la juventud antes de tiempo».
Mónica Ojeda es autora de las novelas ‘La desfiguración Silva’ (2014), Premio Alba Narrativa, ‘Nefando’ (2016) y ‘Mandíbula’ (2018), además del volumen de cuentos ‘Las voladoras’ (2020), y los poemarios ‘El ciclo de las piedras’ (2015) e ‘Historia de la leche’ (2020).
Ha sido seleccionada como una de las voces literarias más relevantes de Latinoamérica y premiada con el Next Generation Prize 2019 por su trayectoria literaria. En 2021 fue seleccionada por la revista y editorial Granta como una de las veinticinco mejores narradoras en español de menos de treinta y cinco años.
LITERATURA
EUROPA PRESS
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