Macron es el vocero del manicomio occidental
Por Rodolfo Bueno
A partir de la disolución de la Unión Soviética, el dominio de EEUU sobre el resto del mundo se ejerce mediante la extraterritorialidad de sus leyes, no se respeta más el derecho internacional sino que se cumple las órdenes de Washington y se castiga al que las desobedece. La extraterritorialidad es el conjunto de leyes y mecanismos jurídicos que confiere a las autoridades de EEUU la capacidad de someter a los países y sus empresas a sus normas, para entorpecer su desarrollo y controlar a los competidores de las empresas estadounidenses, y así generar a su favor ingentes ingresos financieros.
De esta manera, este dispositivo obliga a seguir las políticas de Washington; además, legaliza la ilegalidad de la guerra económica, al aplicar el calificativo de sanciones a medidas que, al no contar con el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, violan su Carta constitutiva. Con este dispositivo se puede aislar totalmente a un Estado soberano e imponer hambre y miseria a su población, como pasó en Irak bajo el gobierno de Bush y pasa hoy día en Siria, Irán, Cuba, Venezuela y Palestina, bajo el gobierno de Biden.
Este tipo de ‘Derecho’ se está terminando, se debilita poco a poco, y se aproxima a su fin con el nacimiento de un nuevo orden multipolar. El primer indicio del nacimiento de este nuevo orden mundial se dio cuando el Presidente Putin proclamó en 2016 la victoria de Siria y Rusia sobre la Yihad Islámica, milicia armada por Occidente, luego de que en Palmira la orquesta del teatro Mariinski, de San Petersburgo, interpretó “La Plegaria por la Paz”, concierto que simbolizó la victoria del pueblo sirio sobre la barbarie occidental, cuyos ciudadanos no tienen consciencia de que los yihadistas son sólo títeres de los servicios secretos de Occidente, que el Daesh, llamado también Estado Islámico o ISIS, había asesinado a cientos de miles de musulmanes y cristianos, que la Corte Penal Internacional nunca investiga los crímenes cometidos por Estados Unidos, Gran Bretaña o Francia, que financian a estos extremistas; por eso, las potencias de Occidente usan a los tribunales internacionales de justicia, que les sirven solo para imponer sus leyes, pero nunca para juzgar y castigar los crímenes cometidos por ellos.
Se vive una época en la que la ilegalidad rige sobre la legalidad. Se crean tribunales, cárceles y sanciones ilegales, en fin, se convierte en legal a lo ilegal, sin que importe que queden sin protección las víctimas inocentes. Un ejemplo de ello es Guantánamo, prisión a la que los servicios secretos estadounidenses envían a personas, culpables o no, para que sean torturadas lejos de toda legalidad, sin que ni siquiera dependan de las leyes de EEUU. Es la barbarie resucitada y la locura colectiva. ¿Qué legalidad puede haber en Guantánamo? ¿Qué legalidad puede haber en las prisiones que los servicios secretos estadounidenses tienen en Europa y a las que envían a torturar a sus prisioneros sin que nadie se entere? ¿Qué legalidad pudo haber en la cárcel de Abu Graib, en la que la tortura ya no era un instrumento de interrogación, sino de humillación? Así, se vio a una joven estadounidense reírse mientras arrastraba con una cadena a un hombre que agonizaba; esto supera lo bestial, porque Occidente se ha vuelto salvaje. Madeleine Albright, en ese entonces secretaria de Estado de EEUU, cuando le preguntaron qué opinaba de ello, respondió: “Es el precio de la democracia”.
También dicen que defienden los derechos humanos, pero jamás se ha humillado tanto a los prisioneros como en sus cárceles. Sucede que no hay derecho internacional para los pueblos agredidos y ocupados por las potencias de Occidente.
A petición de Israel y EEUU, todos los partidos del Parlamento Europeo, fueran de izquierda o derecha, votaron para que el movimiento Hamas fuera inscrito en la lista de organizaciones terroristas, y a los sionistas extremistas de Israel, que desde 1947 ocupan ilegalmente Palestina: “Sigan, no más, tienen todo nuestro respaldo”.
Occidente no ha vivido una época tan bárbara como la actual, en la que la violencia ciega es la única regla que imponen los partidarios de la unipolaridad. En consecuencia, ¿qué confianza pueden tener en la justicia los países débiles en un mundo dirigido por bárbaros? Es que en Occidente nunca se ha vivido una época tan salvaje como la actual. Antes, Europa respetaba ciertas reglas, hoy día ya no queda nada respetable ni glorioso, ningún ideal por el que los pueblos europeos luchen como antes.
A partir de la caída de las Torres Gemelas, el poder en EEUU fue tomado por un sector elitista y prepotente, los neocon, que se han instalado en lo más profundo del poder estadounidense y aspiran al dominio mundial. Los neocon postulan que, para que EEUU mantenga su supremacía, deben primero destruir a Rusia y luego a China; usan a Ucrania como campo de batalla de un conflicto de mayor envergadura, de cuyo resultado depende la reorganización del mundo y su futura evolución.
Paul Wolfowitz, político neocon, que fue subsecretario del Departamento de Defensa de EEUU, en un encuentro organizado por los nacionalistas ucranianos el año 2000, prometió respaldar a una Ucrania independiente, provocar que Rusia entre en guerra contra Ucrania y financiar la destrucción de Rusia.
En noviembre de 2013 hubo el sangriento golpe de Estado de Ucrania. Victoria Nuland, dirigente neocon, fue a Kiev para respaldar a los nazis del Sector de Derecha y Svaboda, que, entre noviembre de 2013 y febrero de 2014, derrocaron al legítimo Presidente Yanukóvich, y que son los que sacan buena tajada de los 5000 millones de dólares que EEUU destinó para, según Nuland, apoyar las aspiraciones del pueblo ucraniano para tener un gobierno fuerte y democrático que represente sus intereses, en palabras más veraces, en la preparación de insurgentes, el pago a la quinta columna y la siembra de odio a Rusia en los medios de información masivos.
Antony Blinken, Secretario de Estado de EEUU, cuando Victoria Nuland renunció, le agradeció por su servicio y por la huella duradera que ha dejado en esta institución y el mundo. “Sus esfuerzos han sido indispensables para poder organizar una coalición global destinada a infligir un fracaso estratégico a Rusia, así como ayudar a Ucrania a trabajar para llegar al día en que pueda valerse por sí misma”. Lo real es que la injerencia norteamericana generó asesinatos de políticos opositores, periodistas, intelectuales, sacerdotes, violencia infinita e indiscriminada contra los pueblos del sureste ucraniano y cualquier tipo de oposición. Según María Zajárova, portavoz de la Cancillería de Rusia, la causa de su renuncia es simple, el fracaso total del curso antirruso de la Administración Biden.
Una mirada al mapa indica que el país que domine Eurasia controlará el Medio Oriente y África. En otras palabras, se debe controlar Eurasia si se quiere dirigir el mundo. Lo que suceda con la distribución de poder en el continente eurasiático será de importancia decisiva para la primacía global de EEUU, o sea, en este lugar EEUU buscará fortalecerse. Pues, por mucho que EEUU odie a Rusia, odia más a China. Y como Victoria Nuland fracasó en el intento de acabar con Rusia, le agradecen por su trabajo y entregan la posta al Presidente Macron, para que participe en la locura colectiva actual, creando una alianza militar de países dispuestos a enviar soldados a Ucrania. Esto se deduce de que durante la cumbre especial sobre el conflicto ucraniano, Macron dijo: “Hoy no hay consenso para enviar tropas sobre el terreno de manera oficial, asumida y avalada. Pero en términos dinámicos, no hay que descartar nada”. Ni siquiera la ola de críticas contra sus palabras lo calmó, sino que, por el contrario, las defendió y afirmó que fueron “sopesadas, pensadas y medidas”, declaración que abre la posibilidad de que soldados de la OTAN intervengan en el conflicto ucraniano.
A finales de febrero, el Presidente Macron organizó una conferencia sobre Ucrania, en la que participaron casi todos los países miembros de la UE. Después del evento anunció que el bloque comunitario acordó crear una “novena coalición para ataques profundos, con el fin de suministrar misiles de mediano y largo alcance a Ucrania”. Al abordar la posibilidad de envío de soldados europeos a Ucrania, informó que “no se puede descartar nada. (…) No estamos en guerra con Rusia, pero no debemos dejar que gane”. Bravuconada con la que intenta ocultar su desesperación por no ser visto como el líder de Europa en un ambiente político complejo, tanto a nivel nacional como internacional.
Marine Le Pen, fundadora del partido Agrupación Nacional expresó: “Hasta ahora sabíamos que Emmanuel Macron nos estaba llevando al caos, ¡desde anoche sabemos que él también quiere llevarnos a la guerra!” Pero si Victoria Nuland fracasó en su plan de derrotar a Rusia, pese a que contó con el sustento de país capitalista más poderoso, se espera que el debilucho Macron, al que casi todos rehúsan ayudar en su intento de liderar a Europa en la guerra contra Rusia, fracase también.
OPINIÓN
Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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