Millonarios contratos colectivos dejan al país en la obscuridad
Por Holguer Mariano Jara
El poder de los sindicatos del sector energético, no se puede concebir sin el estrecho vínculo que muchas veces existe entre estos y los gobiernos de turno. Las grandes centrales obreras no surgieron desde abajo, sino desde el poder presidencial.
El sindicalismo ecuatoriano es sinónimo de traición, tiene signos de avanzada descomposición. Prevalece la figura del líder disfrazado de “súper héroe”, que usa a los gremios en beneficio propio y del sindicalismo espurio y además protege los intereses del sector patronal. Estos modelos de sindicalismo cierran el paso a una verdadera representación de los agremiados.
Históricamente a muchos dirigentes se los ha vinculado con un enriquecimiento desmesurado, son verdaderos capitalistas y explotadores de los trabajadores, pero cantan en coro, estrofas socialistas y dicen ser “revolucionarios”.
En los años 2018 y 2022 CENEL pagó más de 344 millones de dólares por los 17 “beneficios” o canonjías del contrato colectivo, fuera de los salarios para 6.000 empleados. A esto se suman algunas sentencias judiciales y acciones de protección planteadas por el sindicato, que se pagó 226 millones de dólares. Por la benevolencia de estos “recursos jurídicos”, el Estado no puede recortar salarios en el sector eléctrico.
En el mes de abril pasado, el Estado pagó casi 7 millones de dólares por nuevos beneficios de los contratos colectivos, que sumados a los sueldos dan 15 millones de dólares. Solo en privilegios representan al año 74 millones de dólares. A ese paso, deberíamos pensar en privatizar estas empresas y terminar con estos “demonios” del sindicalismo, porque el pueblo no puede seguir manteniendo a estos vivos criollos.
Este cedazo de los contratos colectivos de la Corporación Eléctrica del Ecuador Celec, Cenel, Petroecuador, Iess, ministerios e instituciones públicas, debe ser revisado, pero no sólo para comprobar sus irregularidades, sino para eliminarlos con leyes bien aplicadas.
Las distorsiones son evidentes, pese a que la Ley lo prohíbe; el jefe del departamento de Servicio al Cliente de CNEL, que lleva 40 años laborando, gana 13. 500 dólares mensuales, casi tres veces el sueldo del Presidente de la República. Gracias a las prebendas, que superan los 500 millones de dólares, los gobiernos de turno no han podido instalar 580 megavatios en nuevas fuentes de generación eléctrica y están condenando a 18 millones de ecuatorianos a vivir en la obscuridad en pleno siglo XXI.
En el sector gubernamental y en los sindicatos, los casos en los que puede presumirse corrupción o posible enriquecimiento ilícito se agravan y se cuestionan, pero se investigan poco y se castigan menos o simplemente no se sancionan y en muchas ocasiones, reciben condecoraciones y seguramente querrán ponerlos un monumento en homenaje a la corrupción y su transparente opacidad, opulencia e impunidad.
Los sindicatos no son sujetos de la Ley de Transparencia, ni están bajo el control de muchos mecanismos que tiene la administración pública, por eso tampoco se puede saber, si hay desvíos monetarios o no.
Hay obscuros personajes del sindicalismo, que han creado un “emporio” sindical con el apoyo de autoridades del gobierno. Los trabajadores están sumidos en una absoluta indefensión, especialmente en los contratos colectivos, denominados de protección, cuyo objetivo es garantizar el control de los afiliados y bloquear las reivindicaciones laborales.
No es casualidad que los pre/candidatos a la Presidencia de la República hablen tan abierta y decididamente en contra de la corrupción. Los candidatos saben cosas, han visto casos y cosas, han tenido que soslayar a compañeros de partido. Todos los candidatos a la presidencia dejaron claro que la corrupción es un obstáculo al desarrollo del país. No hay fórmula más efectiva contra la corrupción que, conocer el origen de los recursos y el destino de los mismos.
Es necesario que, en el contexto de esta crisis, el país sepa las distorsiones que existen en las remuneraciones de los contratos colectivos y el grave perjuicio que se le está haciendo al Estado. los contratos de CNEL, son una de las múltiples causas de la crisis de energía.
Los ecuatorianos no tienen muy interiorizado todavía la democracia electoral y política, menos aún la sindical. No saben para qué sirven los sindicatos, porque los sindicatos no les han servido para nada. Sobre todo, en los últimos 20 años, ¿para qué hes han servido? Para sacarles cuotas.
Hasta que los trabajadores no vean que los sindicatos empiezan a servir para mejorar sus condiciones de vida, no se va a generar una transformación. En política se han conseguido avances democráticos, ¿por qué el sindical
OPINIÓN
Holguer Mariano Jara
Especial para Ecuador News
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