NO CELULARES EN LAS AULAS
Por Rosalía Arteaga Serrano
En estos últimos días leía una notica en el Times de Nueva York, relativa a la prohibición de utilizar teléfonos celulares en las escuelas, en varios estados de los Estados Unidos, y pensaba en que muchas veces en los países de América Latina, vamos con retraso en temas en los que más bien deberíamos estar en avanzada.
Por supuesto que la tecnología es importante en la vida diaria, pero no es lo más importante, y, como en el caso de los celulares, pero también de las tablets y las laptops, son elementos perturbadores cuando se los utiliza mal, distorsionan lo que debe hacerse en el aula de clase, se aprovecha de ellas para fomentar el acoso escolar, cuando van asociadas a las redes sociales, llegando a causar problemas serios en la salud de muchos estudiantes, tanto de los pequeños como de los grandes.
Hace algunos años, en aquel gobierno de ingrata recordación, el de la revolución ciudadana, algún ministro de educación pretendió volverse permisivo respecto al uso de celulares en las aulas y cuando nos opusimos a esta medida, se nos trató de retrógrados, qué diría ahora, al saber que en países como en Suecia y ahora en numerosos estados de los Estados Unidos, se toma la medida de erradicar a los celulares de las aulas de clase.
Si para cualquier persona es molesto que, cuando se dirige a otra, familiar o amigo, o simplemente trata de entablar una conversación, se encuentra con la barrera del uso del aparatito celular, que parece lo más importante de la vida, imaginemos cómo puede ser la situación de un profesor que dicta su clase en medio de la barahúnda de los celulares, así como también con la falta de atención de sus estudiantes, más preocupados de chatear, de buscar otras cosas, hasta de acosar a los vecinos del aula o a quienes están distantes.
Según varios estudios a nivel internacional, los celulares, más que aparatos a través de los que se puede investigar, en el aula de clase son absolutamente perturbadores, alejan la atención de los estudiantes en relación a los conocimientos que se imparten, convierten a los estudiantes en seres que no se relacionan fácilmente con sus compañeros y afecta a su salud mental.
Si todo esto que mencionamos cuenta con evidencias, es menester que tanto autoridades escolares, como maestros y padres de familia actúen en consecuencia y aúnen esfuerzos para volver a pensar en las aulas como los espacios de aprendizaje, de compartir experiencias, de socialización de niños y jóvenes y de afianzamiento de valores. Todo ello se lo puede hacer perfectamente sin celulares en las aulas como lo hemos manifestados a lo largo de este artículo.
OPINIÓN
Rosalía Arteaga Serrano
Ex Presidenta Constitucional de la República del Ecuador
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