VACUNAS CREAN CRISIS ECONÓMICA A COMERCIANTES
Por: Holguer Mariano Jara
Ecuador enfrenta una crisis profunda de inseguridad que mantiene a la población entre la vida y la muerte. La disputa del territorio ya no es por droga, sino por las vacunas o extorsión a comerciantes, estudiantes, transportistas, autoridades, Ministros, Jueces, Fiscales, Asambleístas, Militares, Policías, hasta políticos corruptos.
Las vacunas son cobros extorsivos; los delincuentes exigen cuotas de dinero a los negocios a cambio de permitirles trabajar en “paz”. Es un “impuesto” que pagan para evitar un atentado, robo, bomba o la muerte. Si no pagan la imposición mensual, las amenazas se hacen efectivas de inmediato con violencia inaudita.
El chantaje a las empresas o negocios con darles seguridad a cambio de las vacunas, rentas, extorsión, impuesto, voluntad, apoyo o como lo deseen llamarlo, obligan a huir del país a miles de ecuatorianos, dejando deudas y familias en medio del terror, amenazas y miseria.
El crimen organizado tiene secuestrado a medio país. Están dedicados al narcotráfico, trata de personas con fines de explotación sexual y tráfico de órganos, extorsiones, vacunas, lavado de dinero, entre otros delitos. Han ganado mayor hegemonía a través de acciones violentas y crímenes despiadados.
Las estructuras del crimen organizado desde las cárceles constituyen una amenaza a la seguridad del Estado. Las actividades ilegales de estas organizaciones socavan la habilidad del Estado para proveer servicios, proteger a las personas y mantener la confianza en el gobierno y la democracia.
LOS ECUATORIANOS ERAMOS LIBRES -HOY REHENES DE LOS EXTORSIONADORES
Las denuncias no funcionan, son letra muerta y mucha gente prefiere no hacerlo, porque los mismos policías resultan ser parte de los delincuentes, los jueces están confabulados, los vacunadores usan más tiempo en entrar que en salir de las cárceles, mientras el gobierno cierra los ojos a la realidad.
La vacuna es un delito que erosiona la economía ecuatoriana y destruye lentamente la salud del pueblo. En los últimos años las pandillas han exhibido cambios sustanciales en su identidad socio/cultural, en las actualidades están más centrados en conseguir dinero, administrarlo y luego ese mismo dinero de las extorsiones, le ofrecen en calidad de préstamo a intereses altísimos y con el riesgo, que, si no paga, su vida está en peligro.
Esta actividad criminal, prácticamente se ha convertido en deporte nacional, todos corren, pero siempre ganan ellos. En la Policía o Fiscalía, cada hora se presentan denuncias por extorsión, vacunas, amenazas, rentas o muerte. Sin embargo, expertos coinciden en que la cifra podría ser mayor, si se tiene en cuenta que las “vacunas” se denuncian muy poco, por miedo a las amenazas.
Hay vacunas o extorsiones llamadas de goteo, de entre 1 y 2 dólares diarios a vendedores ambulantes, pasando a porcentajes de extorsiones mensuales a comerciantes y funcionarios públicos, hasta el pago por el cuidado de vehículos y bienes, todo a cambio de una supuesta protección.
Los carteles de la droga, organizaciones criminales y la delincuencia común, controlan cada vez más la venta, distribución y fijación de precios de ciertos productos. La extorsión está obligando a muchos negocios pequeños a cerrar sus puertas, sus propietarios desocupados y ante la desesperación, se unen a las bandas, unos voluntariamente, otros bajo amenazas.
Las bandas están concentradas en todo el Ecuador, tienen cierto rango de acción y al parecer cada día se fortalecen en algunas zonas, convirtiéndose en intocables. El narcotráfico y las extorsiones, los males criminales que acechan al país, se profundizaron con el ingreso de centenares de miles de venezolanos, especialmente de la banda del “tren de Aragua”, conocidos por su violencia en todo el mundo.
Desde el punto de vista de las víctimas, la extorsión o vacuna, es un acto ocasional, en cambio la “renta” se trata de una acción sistemática o periódica. Por tanto, en sus palabras, muchas de ellas pagan “renta” no extorsión y prefieren el silencio de todos modos. Las víctimas padecen los efectos negativos de la extorsión o renta y se adaptan a ellos, para finalmente convivir entre el miedo y la agonía.
En cada provincia se vive un contexto diferente respecto a la inseguridad ciudadana, existen similitudes entre todos. Los altos índices de violencia, la existencia de facciones de las organizaciones criminales más grandes, para que puedan seguir expandiéndose, la captación de menores de edad para evadir a la justicia, la disputa de bandas para el control territorial.
La impunidad es protagonista en estas conductas, gracias a que no se denuncian, no hay estrategia clara para perseguirlas y las autoridades no le prestan atención, porque no se trata de grandes extorsiones, porque más rentable es ser político o amigo de los delincuentes o candidato a determinada función pública y gozar de impunidad e inmunidad.
IMPUESTO DEL MIEDO O LA MUERTE
La extorsión suicida que enfrenta el Ecuador en el triángulo norte, centro, sur del país, se ha convertido en el motor económico del crimen organizado. El gobierno declaró la guerra para contener los delitos cometidos por estos grupos, pero en la práctica nada cambia.
Aunque no se conoce un dato oficial del dinero que las bandas reciben a través de la extorsión, se estima que cada año nuestros ciudadanos pagan alrededor de 500 millones de dólares, dejando cada día en la miseria a los afectados y en muchos casos asesinan a la víctima y a sus familiares.
No solo las bandas del crimen organizado extorsionan, sino también otros grupos que se hacen incluso pasar como policías, para infundir miedo y terror en la comunidad. Su potencia extorsiva no se concentra únicamente en el comercio, sino en inversiones de negocios lícitos e ilícitos y del narcotráfico.
No será fácil que las bandas entreguen el control a las autoridades, se niegan a dejar de existir, prueba de ello es que hacen una pausa para despistar a las autoridades de seguridad pública y reaparecen con la misma confianza, pero con más violencia, para cometer sus crímenes.
LAVADO DE DINERO SE IMPONE EN PEQUEÑOS NEGOCIOS
Para lavar dinero, las bandas imponen proveedores a los comerciantes de los barrios, especialmente marginales. Solo pueden comprar los huevos, el arroz y los productos lácteos a una empresa de ellos, luego de que el distribuidor habitual fue amenazado de muerte o le robaron todo su capital y negocio.
Sectores como la agricultura, pesca, minería, transporte, vigilancia domiciliaria y empresarial están vacunados. La construcción por cada ladrillo o bulto de arena que la gente compra para construir una casa, tienen que pagar y los conductores de ómnibus están obligados a erogar cuotas diarias.
Ya existe en Ecuador bandas dedicadas exclusivamente en labores de posteo, guardias de seguridad personal o empresarial o vigilancia a las autoridades y ciudadanía en general, este mecanismo de extorsión funciona con jóvenes correo y cobranza de las cuotas a los negocios.
Los grafitis usan para marcar territorio en los barrios que habitan, así controlan a sus habitantes y evitan que miembros de otras bandas incursionen y roben a sus clientes. Los pandilleros no necesitan salir de sus zonas para cobrar la extorsión, así disminuyen el riesgo a ser capturados o asesinados.
Las bandas utilizan diversos métodos de chantaje para extorsionar, desde un papel debajo de la puerta, llamadas telefónicas, mensajes de WhatsApp. Las consecuencias de la extorsión no son sólo de índole económica sino también social y psicológica. Las víctimas de estos delitos afrontan estados permanentes de estrés, ansiedad y desesperanza.
La extorsión contribuye al crecimiento de las bandas, les permite una fuente de ingresos fácil y estable, lo que a su vez les convierte en estructuras del crimen organizado que administran y lavan cantidades enormes de dinero o sencillamente son prestamistas express, o banca moto.
COYOTES EXTORSIONADORES Y VIDAS EN PELIGRO
La trata de personas sigue siendo un problema en Ecuador, los actores criminales controlan el tráfico de personas y colaboran con agentes de seguridad y funcionarios públicos corruptos. Las redes nacionales identificables tienen conexiones con grupos transnacionales y pagan cuotas por los pasajes, mientras sobornan a agentes estatales corruptos, para facilitar sus actividades.
La represión gubernamental de las bandas ha proporcionado más oportunidades a los extorsionadores conocidos como “coyotes”, para ayudar a cruzar las fronteras a miembros actuales o antiguos de las bandas, así como a familias que posiblemente fueron perseguidos por las fuerzas de seguridad y a quienes huyen de la violencia o son presa de las vacunas.
Las víctimas del tráfico de personas se enfrentan a diversos riesgos, como el abandono del país, la extorsión, el secuestro, la trata de personas, la violencia sexual, la tortura y la exposición medio ambiental. Sin embargo, la mayoría de estos riesgos son más frecuentes fuera de las fronteras y las redes de contrabando no suelen generar violencia dentro del país.
Por lo general las bandas invierten los ingresos provenientes de la extorsión, creando sus propios negocios de lavado de carros, almacenes, farmacias, actividades de transporte privado, restaurantes, edificios, clínicas, cooperativas de ahorro falsas, financieras, dan productos a las personas para que vendan en las calles, desplazando a sus competidores por la fuerza.
Se explora el delito de extorsión en Ecuador y la manera como la mayoría de estas actividades ilícitas son planificadas, ordenadas y negociadas por grupos del crimen organizado, desde los diversos centros penitenciarios del país a través de sus estructuras reticulares.
El sector del transporte es uno de los más afectados e incluso los proveedores de alimentos y bebidas deben pagar extorsiones para pasar por ciertas comunidades y reabastecer las tiendas locales.
Bajo el yugo de las bandas, los vacunadores se convirtieron en el rostro de la violencia, que borró toda sonrisa en el pueblo y solo alcanza para perder lágrimas de dolor, impotencia y miedo.
¿Pueden los ciudadanos ecuatorianos razonablemente esperar que sus problemas de inseguridad se solucionen confiando en el mismo modelo por el que vienen apostando, sin éxito, desde hace décadas? Un plan efectivo contra el delito tiene que incluir mejores acciones de inteligencia y el fortalecimiento de las denuncias anónimas porque no hay suficiente confianza en las autoridades. La intervención estatal debe no solo fisurar las estructuras criminales sino removerlas del poder en el que se han infiltrado e instalado.