¡QUÉ LLUEVA, QUÉ LLUEVA!
Por: ROSALÍA ARTEAGA SERRANO
Antes, un montón de años atrás, cuando yo era niña, es decir a mediados del siglo pasado, había corros infantiles, rondas y una serie de juegos que en la modernidad se han perdido, sobre todo en épocas de celulares y tabletas.
Me imagino que basados en las necesidades de agua y de sol, se inventaron unos estribillos que luego se volvieron populares, así, seguramente mucha gente de mi generación recuerda que cuando había exceso de lluvias o teníamos un evento al aire libre para el cual las lluvias eran molestosas, se decía: “San Isidro labrador, quita las aguas y pon el sol” y esos cánticos en ocasiones eran exitosos o simplemente eran el resultado de las coincidencias.
También y en sentido contrario, la escasez de lluvias era alimentada por estribillos como: ¡Qué llueva!, ¡qué llueva!, que la vieja está en la cueva, los pajaritos cantan y la vieja se levanta”, o algo así, según me lo dicta la memoria.
Pero también recuerdo que, en la temporada de sequías en mi Cuenca natal, cuando la situación era ya desesperada, cuando los ríos estaban exhaustos, era usual traer en procesión al denominado Señor de Jirón, una imagen de Cristo que reposaba en la iglesia de Jirón, al sur de la capital azuaya. Y era la devoción de la gente la que le atribuía el milagro de la lluvia, cuando esta llegaba.
Hay quienes depositan su esperanza en cábalas y en el poder de la oración, para conseguir los dones del cielo. Pero la verdad es que la técnica nos habla de la tremenda acción antrópica, que ha deforestado sobre todo las montañas, las cuencas altas de los ríos y por ello es que los períodos de sequía se han acentuado, así como también sabemos que los efectos de los cambios climáticos se están dejando sentir con una fuerza enorme que pone en peligro la seguridad alimentaria de las enormes poblaciones que ahora se hacen presentes en el planeta, así como también la provisión de agua y energía, lo que aparece como catastrófico en este mundo super tecnologizado.
Entonces, así como los antiguos pobladores aconsejaban elevar cánticos, lo más prudente ahora es economizar los recursos naturales y tratarlos con los cuidados que ellos ameritan.
Sin embargo, por si acaso, entonemos: que llueva, que llueva….