LA JUBILACIÓN
Siempre nos dijeron los más entendidos, o los que están pasando por aquella edad maravillosa, llamada también, “la edad de oro”. Mi abuelo que en paz descanse fue un jubilado muy empedernido en cuanto a la prevención, y como viví gran tiempo con él, desde muy temprana edad me inculcó aportar al seguro social de Ecuador, mi país; en esos años mozos a nuestras hormonas (testosterona) juveniles no les importaba nada en lo absoluto, solo nos causaba risa, alegría, cosas de cálida juventud; las fiestas, los viajes, la aventura, el disfrute pleno de nuestra inocencia por así llamarla. Recuerdo que con tanto afán y delicadeza mi abuelito trataba de introducir en mi mente la importancia de tener una pensión para cuando fuera adulto mayor. Ya que las cosas a la edad de 60 años en adelante cambian drásticamente, aunque algunos piensan que no estamos al otro lado, y solamente viejos son los caminos. Nuestros queridos hijos, nietos nos dicen con cariño, ¡papá, usted está muy joven!, ¡abuelito, usted es muy fuerte!. En definitiva, la edad nos pasa factura a todos aquellos que logramos llegar a esta dichosa edad, para bien o para mal. Alguien dijo, “lo que siembras cosechas”
Llegar a esta edad para algunos es la cúspide de la vida, el haber llegado a un sitial quizás privilegiado, ya que muchos perecen o no alcanzan ni a los 50 años y nos dejan; como prueba fehaciente, mi padre falleció a los 45 años, mis dos hermanos a los 37 y 42 respectivamente. Queda en pensar que Dios tiene la plena decisión, en cuándo debemos partir de este mundo terrenal. Por otro lado, el alma se nos parte, al observar personas de la tercera edad (hombre o mujer) en situación de extrema pobreza en las calles de nuestra ciudad, nos damos cuenta de lo vulnerables que podemos llegar a ser, por no tomar en consideración el aportar una pequeña parte de nuestros ingresos para un seguro de vida y jubilación. Me refiero a los trabajadores que laboran sin relación de dependencia (negocios propios, autónomos); porque los sectores públicos deben ingresar al sistema de pensión gubernamental obligatoriamente.
Ya lo decía el padre de la jubilación, Otto Von Bismarck, alemán en 1889, cual introdujo al estado el primer sistema de pensiones para los trabajadores. Así también en EEUU en 1935 Franklin D. Roosevelt creo para este fin, la Ley del Seguro Social (Social Security). Y no podemos olvidar al principal impulsor de la Seguridad de Ecuador, Isidro Ayora en 1928, mismo creo el IESS. Todos estos hombres vieron la necesidad de implementar en sus políticas de gobierno, una cobertura para todos los trabajadores en caso de vejez, invalidez, enfermedad, accidentes laborales y prestaciones económicas.
Conocemos que se percibe una pensión por jubilación no tan alta, quizás alguien dice, “es una paga de miseria». Pero señores, y si no tenemos ni esa poquedad básica, para los que no tiene nada, es bastante. Claro que se debe luchar para se incremente. Sin embargo, quienes tuvieron la certeza del ahorro, la preparación, el éxito en lo económico-financiero estarán muy bien, serán otros miedos los que estarán en sus últimos días de vida.
Por: Dr. Manuel Díaz Córdova