CARENCIA DE VALORES
Parece que todos nos hemos olvidado de lo elemental en cuanto a vivir en armonía con los demás de nuestra especie. Recuerdo cuando mi abuelito me decía, debes saludar cuando entras a cualquier domicilio, si ves algún indigente préstale un poco de atención y sí esta es tus manos “apóyalo cuanto puedas”; en el caso de contraer alguna deuda con algún amigo, vecino o entidad financiera, siempre “debes pagar lo adeudado” considéralo algo primordial, es tu responsabilidad cumplir en el tiempo estipulado; claro está, en el supuesto de algún imprevisto, acude a tu acreedor y conversa con él, arréglalo a como dé lugar, nunca evadas tu compromiso: cuando des tu palabra, ¡cúmplela a raja tabla!, cualquier promesa que hayas ofrecido a tus hijos, “es muy sagrada”, pues ellos son la continuidad de tu gen, y si le fallas, ni Dios te perdonará. No obstante, los buenos modales de nuestros años mozos, están cambiando radicalmente de manera sorprendente.
Pocos son los elegantes caballeros cuales concedían el asiento a las damas, al contrario el quemeimportismo brilla por doquier, este asunto casi esta desaparecido, solo en las antiguas novelas o eventos de cultura uno que otro cumple con dar preferencia a “X” damita. Sobre esto último tenemos que hacer hincapié, la mujer ha buscado la igual de género, (será otro tema a tratar). Ahora bien, si nos ponemos analizar en el ámbito laboral y político sobre los valores, es garrafal lo que escuchamos en las relaciones interpersonales, la desconfianza prima en todas las instituciones, por las mentiras, el irrespeto y la falta de compromiso de todos sus miembros, por donde lo miremos nos topamos con un gran vacío moral en nuestra sociedad.
Comprendemos la influencia de la tecnología, la globalización, la misma ciencia cada día da pasos agigantados, la incertidumbre de si seremos reemplazados por las máquinas, ¡no lo sabemos! Lo seguro es que el supuesto “progreso” de nuestra civilización, no contrasta con la decadencia de valores como la honestidad, el respeto, la responsabilidad, la empatía, más bien el individualismo y la indiferencia por los demás cobra mucha fuerza.
Un cambio progresivo, evolutivo creemos que es vital en este caso; la importancia del ejemplo, ya que los valores no se enseñan con palabras, al contario, con acciones diarias de nuestros actos. No dependiendo solo de una persona, sino de todos, en cada oportunidad que se nos presente, ya sea en el trabajo, la familia, los amigos, la comunidad donde vivamos, promoviendo un entorno de tolerancia, honestidad y la empatía en cada interacción diaria.
La reconstrucción moral de nuestra sociedad en general no es una tarea sencilla, empero, tampoco imposible, esto dependerá, de cada uno de vosotros. Solo de esa manera podremos aspirar un futuro, donde la integridad y el respeto sean la base de una convivencia justa para todos.
Por: Dr. Manuel Díaz Córdova