ECUADOR EN PROFUNDA DEPRESIÓN
Por: Holguer Mariano Jara
Esa es la única palabra que cabe utilizar para describir la economía, inseguridad, obscuridad, hambre y miseria en la que vivimos 18 millones de ecuatorianos, ante la mirada de propios y extraños y especialmente el desprecio de los políticos.
El país tiene uno de cada tres trabajadores desocupados, una tasa de desempleo juvenil del 80 por ciento, un altísimo porcentaje de trabajadores informales y no existe ningún programa, proyecto o propuesta gubernamental para cambiar la situación.
El pronóstico para el futuro inmediato del Ecuador, es más de lo mismo, acaso un poco peor. Y ello a pesar de las promesas del ejecutivo y el estribillo de los ministros, en el sentido que, con los paquetes de austeridad que se aplican, el crecimiento a estas alturas ya se habría recuperado, pero sigue de tumbo en tumbo.
El Estado ha subestimado reiteradamente la magnitud de la crisis que provocan sus políticas: las crisis más profundas inevitablemente provocan una disminución de los ingresos y el aumento de los gastos y las políticas sociales, (bonos, regalos, dispendio).
Recordemos que las políticas económicas erróneas, dan lugar simultáneamente a una mayor desigualdad y a un menor crecimiento. Actualmente la prolongada recesión provoca un drástico aumento de la desigualdad y un evidente desequilibrio económico.
Ecuador tiene un saldo negro en productividad, seguridad, empleo, educación; hoy nos toca recorrer el camino con lágrimas en los ojos. La situación requiere cambios y respuestas que vayan más allá de lo ordinario o cotidiano, o de lo que es costumbre de los gobiernos, mentir.
No encontramos el camino rumbo al progreso y bienestar de sus habitantes; los gobiernos de turno, enquistan la corrupción y de la pobreza pasamos a la miseria. El gobierno debe conocer el valor de las cosas y necesidades del pueblo, para que actúen con responsabilidad
Debemos tejer el dialogo, los esfuerzos, sacrificio, proyectos, propuestas y obviamente las soluciones deben ser transparentes, sin importar la ideología de los protagonistas. Pensemos seriamente en llegar al destino.
Los ecuatorianos estamos pagando el precio de la desigualdad; el 1% de la población ecuatoriana tiene lo que el 99% necesita. Así, no podemos salir de esa profunda depresión, cada día las cosas se ponen negras y muy tristes. Eso se llama el futuro negro de los ecuatorianos.