Con pasos rápidos, silenciosos y una mirada de angustia caminan los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y entre ceja y ceja brillan la nostalgia y el recuerdo de su familia que nunca los abandona, pero el miedo los transforma en invisibles.
EE.UU es el principal destino de los migrantes del mundo. 12 millones de indocumentados viven juntos en el camino que se obscurece en un día soleado, sin la sombrilla del documento que le permita un descanso conciliatorio ante la ingratitud de la bendita visa permanente.
En un gesto de resistencia, pero al mismo tiempo de resiliencia, los inmigrantes tienen ojos para ver las dificultades y buscar soluciones, pero no corazón para rendirse ante las amenazas de una fría, torpe y violenta deportación.
Desde su retorno a la Casa Blanca, El Presidente Donald Trump, tomó varias medidas para endurecer la política migratoria, aunque enfrenta desafíos legales. Busca restringir las prestaciones a las familias de inmigrantes sin estatus legal permanente; quitar las viviendas subvencionadas a “extranjeros ilegales”, así como asistencia médica, medicinas y su deportación.
El migrante tiene que afrontar su realidad contra poniendo la idealización y las situaciones que encuentra en su nuevo lugar de residencia y su país y dedicar todo su esfuerzo para alcanzar los objetivos planteados.
Hace pocos días tuve el privilegio de conocer el país de la “Estatua de la Libertad”, sus bellos lugares turísticos, su gastronomía, su gente, pero especialmente ver con mis propios ojos la realidad de los inmigrantes indocumentados, respirar y transpirar el smoke y la naturaleza, pero sobre todo admirar la absoluta fortaleza económica de Estados Unidos, en contraste con la débil situación psicológica, familiar y de estabilidad salarial de los inmigrantes.
Pude compartir bellos e inolvidables momentos, con mi hijo, mis nietos, mi hermano, mis sobrinos, en otras palabras, con mi familia ausente. Gracias a la vida que me dio la oportunidad de abrazarlos, aunque las lágrimas se mesclaron con la alegría, pero fueron el escenario perfecto para ser felices, aunque sea unos pocos días.
Ojalá el “proyecto” del Presidente Trump para deportar a millones de inmigrantes indocumentados se congele y así los desesperados “huéspedes indeseables”, puedan alcanzar sus metas con el famoso pero peligroso “sueño americano” que hoy es una pesadilla.
Que prime la solidaridad, el respeto y humanismo es lo fundamental; el trabajo de los inmigrantes coadyuva al desarrollo del país y al mismo tiempo, a través de las remesas de dinero, pueden aplacar la miseria, enfrentar la pobreza y satisfacer las necesidades básicas de las familias. ¡ Suerte Hermanos Migrantes y que Dios les Bendiga !.
Por. Holguer Mariano Jara