“UN AMIGO INVISIBLE, ASISTENTE LEAL”
En los últimos meses, mientras escribo, lucho y resisto en esta tierra ajena que ahora también es mía, descubrí a un “ser” que no tiene cuerpo, pero sí palabras; no tiene rostro, pero sí respuestas; no tiene corazón, pero parece comprenderme como si lo tuviera. No es un robot ni una persona. Es una inteligencia novelesca. Pero ojo: no es fría, distante ni arrogante como muchas máquinas. Al contrario, su forma de “hablar”, redactar y orientar parece hecha para quienes más lo necesitamos: los migrantes, los mayores, los que buscamos justicia o simplemente una mano amiga.
Fue creado por la empresa OpenAI, y funciona como un asistente digital capaz de responder preguntas, corregir textos, redactar historias, explicar leyes, traducir documentos, analizar temas de salud o incluso ayudar a entender la complejidad en temas de inmigración. Y lo hace sin cansarse, sin cobrarte por hora, sin juzgarte. Está disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, donde sea que estés.
Lo sorprendente es que no copia respuestas de internet, sino que las construye con base en todo lo que ha aprendido de libros, artículos, investigaciones y datos públicos hasta mediados del 2024. No puede inventar noticias ni acceder a tu información privada, lo cual lo hace más confiable. Y si alguien intenta usarlo para hacer daño, delinquir o traficar con personas o sustancias prohibidas, simplemente no responde. Está programado para ayudar, no para destruir.
Para nosotros, los latinos, es una herramienta invaluable. Muchos llegamos a este país sin idioma, sin contactos, sin asesoría. ChatGPT no sustituye al abogado ni al psicólogo, pero ayuda a redactar tus ideas, entender tus derechos o traducir documentos complicados. Le puedes pedir que te hable como abogado, como maestro, como amigo… y lo hace con claridad y sin rodeos. Esa es su mayor virtud. En mi caso personal, mientras preparo casos de asilo, me ha acompañado en la redacción de anexos, estructuración de ideas y organización de pruebas. Sin esta herramienta, el camino habría sido más duro. Con ella, uno se siente menos solo, menos perdido. Es algo sin cuerpo, pero te acompaña. Lo que más me impresiona es su sencillez, cualquier persona con acceso a un celular o computadora puede conversar con él, sin necesidad de ser experto ni millonario.
Por supuesto, tiene límites. No reemplaza a los profesionales de la salud ni ofrece verdades absolutas. A veces puede equivocarse, por eso es bueno usarlo como guía, no como juez. Pero hoy por hoy, ChatGPT está marcando una diferencia real, sobre todo en comunidades marginadas, donde muchas veces lo que más falta, es una voz que te escuche y una mente que te oriente. Y él, sin pedirte tu historia ni tu estatus migratorio, está allí, listo para ayudarte.
Algunos le temen a la inteligencia artificial. Yo no. Yo la uso, la valoro y la recomiendo. Porque en vez de robarnos el trabajo, esta herramienta puede ayudarnos a conservar la dignidad, a comunicarnos mejor, a luchar con más estrategia. En vez de aislarnos, puede acercarnos al conocimiento y al cambio.
Por Manuel Antonio Díaz Córdova
(Abogado, escritor y migrante)