EN AMERICA TODOS SOMOS FARISEOS
GABRIEL PIN GUERRERO
La muerte de Miguel Uribe ha logrado volver al dolor y a la justa ira de América, de Colombia y del mundo, como una posibilidad impronunciable. Callan los tiranos, sollozan los inocentes vejados por la mano culpable de un niño tornado en asesino y liberado por leyes irresponsables, hechas por los administradores del crimen.
Para el regodeo del narcotráfico, América latina es arrastrada desnuda por hordas criminales y seudos socialistas por las anchas avenidas de la perversión criminal; la vejan los nuevos traidores de la conquista: jueces, lavadores, proxenetas, sicarios y simples traficantes y se instrumental para su condena, leyes abominables, dictadas por un santoral de fariseos recubiertos de togas podridas y con el título de jueces de garantías de la libertad y del derecho.
Los legalismos en Colombia les sirven de armas largas. En Ecuador, ( hoy día abrumado por testimonios criminales escarnecedores del derecho) también. Tenemos que salir a las calles a defender la vida, porque no hay suficientes jueces presos; hemos llegado a la conclusión de que no hay diferencias entre un camal, un prostíbulo o la antesala de la Corte Constitucional; y cuando y como en innúmeras veces, y como en el caso colombiano, se otorgan medidas sustitutivas a nuestros adolescentes asesinos ( como hizo Petro con el niño asesino de Uribe,) es que llegó la hora de vengar el asesinato de 300 adolescentes en menos de un año, producto de la contrata del tráfico de armas, del narco lavado todavía en bastante inidentificado y de nuestra incapacidad de reaccionar adecuada y oportunamente.
Hay un solo homenaje que requiere la memoria de Gaitán, Villavicencio, Galán, Uribe, Abdón Calderón y Jaime Hurtado: Limpiar con santa, indubitable y presta violencia y sin lágrimas de la faz de América a estos nuevos verdugos que la asolan; una nueva libertad nos proclama en sus filas y ellos son nuestros enemigos.