LA ÉTICA PÚBLICA UNA QUIMERA
Por: Holguer Mariano Jara
La Ética pública existe desde antaño para formar la conducta de los hombres de gobierno, para aumentar la conciencia y el conocimiento sobre cuestiones éticas y proporcionar a los altos directivos un marco conceptual de conducta honesta, pero en Ecuador, es una quimera.
Un cargo público es el instrumento exclusivo para servir NO para servirse. La designación por voto popular o por encargo del Estado, debe estar sujeto a la Ética pública y no al capricho e interés de los movimientos políticos o personales.
La ética se refiere a los individuos que ejercen influencia como “líderes” y a aquellos que están siendo influenciados como “seguidores”. Los Ministros de Estado tienen una doble responsabilidad, legal y ética. Legalmente, son responsables de los actos de su ministerio y solidariamente de las decisiones colegiadas con otros ministros. Éticamente, deben actuar con integridad, honradez, lealtad y respeto, promoviendo el bien común y evitando conflicto de intereses, corrupción y politización partidista.
La carrera pública, incluida la Corte Constitucional, no es una empresa privada, por eso toda acción corrupta debe ser denunciada, investigada y sancionada. La responsabilidad política es más importante que su afiliación partidista. Mientras en otros países los corruptos van a las cárceles, en Ecuador les premian con cargos de jerarquía y hasta los condecoran por destruir el país.
Estos principios se traducen en la obligación de actuar con probidad, honradez y lealtad a la institución, respetando los derechos humanos y evitando cualquier acto que pueda afectar la confianza en el gobierno.
El proyecto político ecuatoriano está corroído, porque todo es válido. Nombran autoridades en diferentes instituciones, no por capacidad, sino por compadrazgo, pagos políticos o presiones de grupos delincuenciales o movimientos políticos. Igual sucede con la burocracia común, no tienen méritos, pero ahí están detrás de los escritorios, mostrando su mala cara y su incapacidad.
Por desgracia en la administración pública ecuatoriana se profundizan cambios negativos en los perfiles de los grupos de dirigentes, lo que socava los avances que en un momento se había logrado en torno a la idoneidad para el ejercicio del puesto o cargo público. En nuestros días, cualquier individuo, se cree merecedor de un cargo o puesto en el gobierno, sobre todo en las jerarquías más altas, de aquí la necesidad de la «Ética Política pública”,
En Ecuador deben crear un instituto u oficina de Ética y la ley de Ética en el gobierno, para que la administración pública potencie los valores, conocimientos y capacidades de los servidores públicos para una atención administrativa ética y eficaz y para satisfacción del pueblo, que finalmente es quien paga sueldos y salarios públicos.