Incendios, cacería e invasiones afectan bosques de Guayaquil
EL UNIVERSO (Guayas) Incendios, cacería e invasiones afectan bosques de Guayaquil
Hay 10.636,3 hectáreas de cerros protegidos en la ciudad. Los cerros Blanco, Prosperina, Papagayo, Colorado y Paraíso enfrentan amenazas
Eran las 13:30 del martes cuando un joven alimentaba a sus cerdos fuera de una casa mixta –de caña y cemento– ubicada en la cooperativa Voluntad de Dios, en el noroeste de Guayaquil. El lugar se extiende sobre cerros de los que resaltan viejos árboles de ceibos. El habitante dice desconocer que su vivienda está dentro del bosque Papagayo, declarado por el Ministerio del Ambiente (MAE), en agosto del 2012, como área protegida.
En el mundo los bosques representan uno de los principales sumideros mundiales de carbono: almacenan unas 289 gigantoneladas (Gton) de carbono en árboles y otra vegetación, según la ONG ambientalista Greenpeace.
El desconocimiento, los incendios, la cacería y el crecimiento de invasiones son parte de las amenazas a la flora y fauna silvestre de los cerros protegidos que rodean la ciudad, según sus cuidadores.
Los bosques cumplen con la función de dotar oxígeno para la subsistencia. El Bosque Protector Cerro Blanco, Prosperina, Papagayo, Colorado y Paraíso suman 10.6363 hectáreas que enfrentan los mismos problemas y riesgos. La tala ilegal y cacería es propiciada en algunos casos por los asentamientos irregulares que se extienden en las zonas de amortiguamiento de esas zonas.
Cerro Blanco es uno de los mejores conservados. Sus plantas brindan oxígeno aproximadamente a 350.000 habitantes de la urbe, asegura Paúl Cun, biólogo de la Fundación Probosque.
El experto reconoce que aunque el estado del bosque es óptimo, hay áreas vulnerables en las que se mantienen las amenazas de cacería y de incendios forestales, sobre todo en esta época del año. “Se produce el ingreso de personas que realizan cacerías y tala principalmente en las zonas cercanas a asentamientos irregulares”.
Para vigilancia hay cinco guardianías que albergan 12 guardabosques. En el sitio se han desarrollado programas de restauración forestal en áreas que anteriormente eran pastizales. Cun puntualiza que en la actualidad algunos sectores ya proveen de alimento y refugio a las especies de fauna nativa.
Él advierte que el proyecto del nuevo aeropuerto de Guayaquil (Daular), que incluye la construcción de una vía, podría influir la migración de aves e interferir en la conexión con el ecosistema del cerro Papagayo y los de Colonche.
Para garantizar la supervivencia de las especies, según Cun, se acordó con el MAE la creación de un túnel para que pueda transitar la fauna.
El cerro La Prosperina es otra de las áreas protegidas de la urbe. Está ubicado en las parroquias Chongón y Tarqui. Uno de sus mayores problemas es la basura que se acumula fuera del perímetro protegido en tramos de la vía Perimetral, que colinda con el área.
Andrea Pino, directora del Programa de Servicio Comunitario Bosque Protector Prosperina, explica que el lugar alberga especies de fauna que están en peligro de extinción. Según ella, de acuerdo con el estado de conservación del libro rojo de las aves de Ecuador, de las 163 especies registradas, tres están en la categoría ‘En peligro’: el gavilán dorsigrís (Pseudastur occidentalis), la amazona frentirroja (Amazona autumnalis) y el cabezón pizarra (Pachyrhamphus spodiurus).
Entre los mamíferos amenazados que habitan en el Bosque Prosperina constan el mono capuchino blanco de Occidente (Cebus albifrons aequatorialis), jaguar de la Costa (Panthera onca centralis), el pecarí de labio blanco de Occidente (Tayassu pecari aequatoris), el mono aullador de la Costa (Aloutta palliata), entre otros.
Igual que el habitante del cerro Papagayo, otros dicen haber llegado a esa zona antes de que haya sido declarada como área protegida.
Monos y felinos en Cerro Blanco
Las 6.078 hectáreas del Bosque Protector Cerro Blanco tienen un semblante de paz y vida. Sus servicios ecosistémicos incluyen captura de 400.000 toneladas de CO2, provisión de aproximadamente 3.000 m³ al año de agua pura. Además del valor cultural y paisajístico, dice el biólogo Paúl Cun.
En el lugar se registran alrededor de 700 especies de plantas vasculares, de las cuales se considera que el 20% son endémicas de la región. Además, entre 35 y 40 especies nativas son parte de los programas de reforestación.
Respecto de la fauna, hay 240 especies de aves, incluido el guacamayo verde mayor o papagayo de Guayaquil (Ara ambiguus guayaquilensis). También 55 especies de mamíferos de los cuales más del 50% están representados por murciélagos. Están, asimismo, el jaguar (Panthera onca), el mico frentiblanco (Cebus aequatorialis) y otras consideradas en peligro crítico.
Grupos colegiales, de amigos y familias visitan el lugar todas las semanas. Las carreteras que se construyen con la expansión urbana y las canteras también afectan el tránsito de las especies en el ecosistema del bosque seco, agrega Cun.
Prosperina tendrá libro de herbario
El bosque La Prosperina tiene 332,3 hectáreas y es parte del campus de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). En el cerro hay 165 especies de flora: 56 son arbóreas, 21 arbustivas, 53 herbáceas y 36 lianas, según Andrea Pino, directora del Programa de Servicio Comunitario del Bosque. Agrega que se han identificado 163 especies de aves, de las cuales 34 son endémicas de bosque seco.
Pino dice que se están construyendo nuevos escenarios de investigación a través de la captación de los sonidos de aves por medio de una red de sensores acústicos y ambientales colocados en el bosque protector. El lugar cuenta ya con un libro de aves y para el 2019 se está desarrollando un texto de herbario. Además indica que tienen un centro de interpretación que será remodelado el próximo año.
Bosque Papagayo, un lugar invisible
En las inmediaciones del Bosque Papagayo que colinda con Monte Sinaí, en el noroeste de Guayaquil, se observa cómo invasiones e incendios destruyen el ecosistema seco.
Algunos de los que viven en el asentamiento irregular no conocen el nombre de esta zona protegida, creada en 2012 a través de un acuerdo ministerial con el fin de evitar que las invasiones se desborden. Los pobladores dicen que en las noches se escucha a personas cazar venados. Y algunos han visto monos aulladores. Sin embargo, tras un recorrido realizado no se observó ningún tipo de control.
Solo se observan letreros que marcan los límites del área. Este Diario pidió información al Ministerio del Ambiente del Ecuador sobre el estado de conservación del lugar, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
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