El rugido del pueblo
El rugido del pueblo
Puesto que eres burro, aguanta azote, parecería haber dicho el gobierno al pueblo de Ecuador, pero fue por lana y salió trasquilado, pues ya casi no quedan burros en este país, que ha cambiado mucho desde la época en que don Juan Montalvo dijera que no escribía sobre el indio por no hacer llorar al mundo.
Ahora, todo es diferente. Antes, el movimiento indígena fue usado y abusado por los políticos para escalar al poder, ahora temen el rugido de las masas populares e intentan ocultarlo.
El abuso era tal que una vez los ecuatorianos fueron a dormir con un triunvirato popular, encabezado por un indígena, para amanecer con un nuevo gobierno, que nadie había electo. Gran lección para el movimiento popular, que ahora está descubriendo su fuerza colosal.
Quien es viejo profesor es testigo de que en el siglo pasado había en las aulas universitarias muy pocas mujeres y ningún indígena. Todo eso ha cambiado, para bien del país. Ahora entre las mujeres y los indios abundan los especialistas bien preparados, que son las cabezas invisibles de esta gigantesca movilización nacional.
Ha pasado a la historia la época en que se vendían haciendas con indios incluidos y cuando en el Congreso se votaba en contra de la construcción de escuelas para el indigenado, “pues era peligroso educar a esa gentuza”. También pasó a la historia el huasipungo, sistema de explotación establecido en la serranía del Ecuador a partir de la conquista, mediante el cual el terrateniente asignaba al indio una pequeña parcela, que le garantizaba su permanencia en el feudo.
A cambio de ello, el indígena debía laborar en la hacienda gratuitamente con su familia todos los días y las noches del año. El huasipunguero, supuestamente, debía cobrar un salario por su trabajo, aunque nunca se le pagaba sueldo, ni tenía seguro, ni vacaciones, ni era dueño de nada.
Tránsito Amaguaña, Dolores Cacuango, Ricardo Paredes, Luisa Gómez de la Torre, Nela Martínez, Jesús Gualavisí, y demás miembros del Partido Comunista del Ecuador, encabezaron las luchas del indígena ecuatoriano, que derrumbó este oprobioso sistema de explotación.
Tránsito Amaguaña, junto a Dolores Cacuango, impulsaron en la década de los 50 la creación de escuelas bilingües rurales, en las que por primera vez se enseñó al campesino indígena en quechua y español; también promovieron la creación de cooperativas agrarias como mecanismo de presión social y política para exigir al Estado la entrega de tierra a los indios.
La Revolución del 28 Mayo de 1944, contra la dictadura del Dr. Carlos Alberto Arroyo del Río, permitió al proletariado, a los campesinos y a los intelectuales de Ecuador vislumbrar a los cambios sociales como una utopía realizable. Las nuevas condiciones políticas del país permitieron la creación de la Confederación de Trabajadores del Ecuador y de la Federación Ecuatoriana de Indios, que durante los años siguientes traspasó las tierras a los campesinos.
Más adelante, el 28 de mayo de 1990, un grupo de indios tomó la iglesia de Santo Domingo, en el centro de Quito, y dio inicio al fortalecimiento de los movimientos indígenas que obligaron al entonces presidente, Rodrigo Borja, a aceptar varias de las exigencias de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, parte importante del proceso de cambio y de las luchas sociales del país.
Hoy, Ecuador vive una movilización popular nunca antes vista en su historia y que desde ya constituye un ejemplo para el mundo. El pueblo, superando a sus dirigentes, proclives a ser comprados, se ha levantado en contra de las medidas económicas impuestas por el Fondo Monetario Internacional, FMI, que afectan dolorosamente al bienestar de toda la población y que se veían venir desde que en marzo pasado se aprobara un préstamo por 4.200 millones de dólares y Christine Lagarde, entonces directora gerente del FMI, anunciara que las autoridades ecuatorianas se habían comprometido a adoptar varias medidas, paquetazo que afecta a todas las actividades de la vida diaria de los ciudadanos, porque de manera ineludible lo encarece todo.
Por esta razón, el gobierno no puede dar marcha atrás, sólo obedece órdenes, pero tampoco el FMI, que las dicta, porque entonces cundiría el mal ejemplo en el mundo. ¿Qué va a pasar? Nadie lo sabe. Se conoce que los pueblos maduran y, en estas circunstancias, con una velocidad vertiginosa, eso lo sabe la oligarquía que gobierna, que tampoco sabe qué hacer. Por lo pronto, intenta aplacar el rugido del pueblo, todavía desorganizado, con llamamientos a la paz y la concordia nacional, por cierto, muy necesarias, pero que llegarán cuando se eliminen las causas que motivaron el actual y general malestar popular.
Las Fuerzas Armadas de Ecuador, que a buena hora no son propensas al fascismo, emitieron un comunicado en el que instan que se mantenga el orden público y la paz social y se evite actos de violencia contra los líderes y los dirigentes que encabezan las protestas contra el gobierno actual.
Advirtieron que “actuarán en estricto cumplimiento de las normas y procedimientos legales correspondientes, por lo que deslindan todo tipo de responsabilidad en el cumplimiento de su deber, y las consecuencias que se originen serán de responsabilidad exclusiva de los actores que han generado esta convulsión social, en especial de sus líderes y dirigentes”. Asimismo, llaman a la reflexión y a cuidar la propiedad pública y privada, “así como a las instalaciones e infraestructura de carácter estratégico, histórico y patrimonial”. A buen entendedor, pocas palabras.
En cambio, la CONAIE afirmó que las protestas no cesarán hasta que sea efectiva la salida del país del FMI, la renuncia de los funcionarios a los que responsabiliza de la represión y la anulación de las medidas económicas; también pidió la liberación de sus compañeros detenidos y que se detenga la represión en el país. Agregó que es la clase empresarial la que está detrás de estas medidas económicas para que los trabajadores paguen sus deudas.
“Esta lucha no es por hoy, por el precio de la gasolina solamente, es para evitar que nos hipotequen el futuro… Lágrimas de ira tenemos… El diálogo que nos plantean es una fantochada, por eso, a radicalizar las acciones. Nada de diálogo con un gobierno asesino”. Es que hubo víctimas mortales y eso no tiene precio. La vida de un hombre del pueblo vale más que todo el dinero que se pueda recaudar con las medidas dictadas por el FMI.
Por lo antedicho, todo está por verse. Si el pueblo ecuatoriano ha adquirido la madurez suficiente como para gobernarse por sí mismo, se verá, a corto plazo, un gobierno popular, o sea, un gobierno del pueblo y para el pueblo; caso contrario, en Ecuador se seguirá jugando a la democracia, esto es, ir a elecciones, votar por el mal menor y elegir al que más ofrece para luego sentirse defraudado y maldecir al déspota electo. No hay mal que dure cien años, ni pueblos que lo resistan.
El rugido del pueblo
Por Rodolfo Bueno
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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