Después de la tempestad ¿llegará la calma?
Después de la tempestad ¿llegará la calma?
Los últimos esfuerzos legales del Presidente Trump, y sus aliados, para cuestionar el conteo de votos en numerosos estados y anular los resultados electorales en los que él había perdido y así revertir la tendencia favorable al candidato demócrata Biden, fracasaron luego de que la Corte Suprema de EEUU determinara: “La moción del Estado de Texas para presentar un reclamo es rechazada por falta de base en el Artículo III de la Constitución. Texas no ha demostrado un interés admisible judicialmente en la manera en que otro estado lleva adelante sus elecciones. Todas las otras mociones pendientes son rechazadas por irrelevantes”.
Trump lamentó esta decisión por ser muy mala para su país: “El hecho de que la Corte Suprema no encuentre legitimación en un asunto de jurisdicción original entre múltiples estados, e incluso el presidente de Estados Unidos, es absurdo. Está enumerado en la Constitución. La Corte Suprema realmente nos falló. ¡Sin sabiduría, sin valor! ¡Las elecciones están falsificadas! ¡Seguimos luchando! ¡A pelear!”
Además, salió derrotada la demanda de Ken Paxton, Fiscal General de Texas, que fue impulsada por el Presidente Trump y contó con el respaldo de los fiscales de 19 estados y 125 diputados. Ken Paxton alegó que los estados de Pensilvania, Georgia, Michigan y Wisconsin “han explotado la pandemia de COVID-19 para justificar la omisión de leyes electorales federales y estatales y la aprobación ilegal de cambios de último minuto, alterando así los resultados de las elecciones generales del 2020”. Pidió a la Corte Suprema de EEUU impedir que los representantes de estos cuatro estados voten en el colegio electoral, que se reunió el 14 de diciembre, y fueran las cámaras legislativas de estos estados las que otorguen el voto final. Ken Paxton dijo que “era desafortunado que la Corte Suprema decidiera no encargarse del caso y determinar la constitucionalidad de la falta de cumplimiento de la ley electoral federal y estatal de estos cuatro estados”.
Después de que la Corte Suprema tomara esa decisión, Allen West, Presidente del Partido Republicano de Texas, sugirió formar la unión de estados respetuosos de la ley, porque la Corte estableció un precedente al dejar que algunos “puedan violar la Constitución de EEUU y no rendir cuentas… Quizás los estados que respetan de la ley deberían aliarse y formar una unión de estados que se rija por la Constitución”.
Por otra parte, Kyle Biedermann, legislador de Texas, dijo: “El gobierno federal está fuera de control y no representa los valores de los texanos”, y prometió presentar una legislación que permita celebrar un referéndum que reafirme el estatus de nación independiente del Estado de Texas. Se basa en que la Constitución de Texas reza: “Todo poder político es inherente al pueblo, y todos los gobiernos libres se basan en su autoridad y se instituyen para su beneficio. La fe del pueblo de Texas está comprometida con la preservación de una forma republicana de gobierno y sujeto únicamente a esta limitación tienen en todo momento el derecho inalienable de alterar, reformar o abolir su gobierno de la manera que le сonvenga”. Sería la segunda vez que Texas se independiza. A comienzos de la Guerra Civil, este Estado se separó de EEUU y se unió a los Estados Confederados de América. Cuando finalizó la Guerra de la Secesión, Texas fue admitida de nuevo en la Unión.
En cambio, Dana Nessel, Fiscal General de Michigan, enfatizó que el fallo de la Corte Suprema de EEUU fue “un importante recordatorio de que somos una nación de leyes, y aunque algunos pueden doblegarse al deseo de un solo individuo, no lo harán los tribunales”. Un poco antes, el Tribunal Supremo del Estado de Míchigan había rechazado la demanda planteada por el comando de la campaña de Donald Trump, en la que cuestionaban los resultados de las elecciones en dicho Estado. Tras esa decisión, Joe Biden ganó en el Estado de Míchigan y Trump perdió una gran oportunidad para derrotarlo.
La Corte de Apelaciones de Míchigan había desestimado la demanda, alegando que los resultados electorales ya fueron certificados. En la misma se acusaba a Jocelyn Benson, Secretaria de Estado de Míchigan, de haber violado la Constitución local al impedir que los desafiantes (observadores que vigilan que los votantes sean legales) supervisaran el contaje de votos en un centro electoral de Detroit. “Echar a los desafiantes y observadores de las mesas de recuento y negarles la significativa oportunidad de observar el desarrollo de la elección y el recuento de los votos, socava aun más la confianza en la integridad de la elección”, decía la acusación.
Rudy Giuliani, abogado de Trump, sostuvo que los recursos legales de Trump no se han agotado y que “no hay nada que nos impida presentar estos casos inmediatamente en el tribunal de distrito, seguiremos en el empeño de invalidar las elecciones antes del 6 de enero, cuando el Congreso acepte los resultados del Colegio Electoral”.
En cambio, William Barr, Fiscal General de EEUU, dijo que el Departamento de Justicia no tenía evidencia de irregularidades masivas que pudieran influir en los resultados, declaración que selló su destino; Trump calificó a Barr de ser una decepción y lo despidió del cargo después de que el Wall Street Journal informara que el Fiscal General conocía a principios de 2020 los detalles de una investigación sobre los impuestos del hijo de Biden y no hizo nada.
Previamente, Brett Ludwig, Juez Federal, había rechazado la demanda de Trump para anular la victoria de Biden en el Estado de Wisconsin, “debido a que el demandante no pudo presentar violaciones claras de las directivas para celebrar elecciones de la legislatura de Wisconsin, su demanda debe ser desestimada… El demandante pide que ‘se acate el Estado de Derecho’, y así ha sido”. Trump, que perdió en ese Estado por 20700 votos, alega que hubo fraude y dirimirá la controversia electoral en los tribunales correspondientes. Los demócratas acusan a Trump de socavar la integridad de las elecciones estadounidenses y sabotear la democracia del país al tratar de subvertir la voluntad de los votantes.
La victoria de Biden se legitimó el 14 de diciembre, cuando el Colegio Electoral de EEUU (órgano compuesto por un total de 538 electores, por lo que son necesarios 270 votos para que un candidato gane la presidencia del país) oficializó los resultados electorales, que el 6 de enero serán definitivos si el nuevo Congreso los ratifica; esta votación se aprobará en el Congreso. Mike Pence, actual Vicepresidente y Presidente del Senado, anunciará formalmente a los ganadores. El Presidente Trump dijo que en enero saldría de la Casa Blanca si perdía la votación del Colegio Electoral, pese a que, según él, las elecciones fueron manipuladas.
Luego de conocerse el resultado oficial, Joe Biden 306 sufragios y Donald Trump 232, los presidentes Vladímir Putin, López Obrador y Bolsanaro felicitaron a Joe Biden, por su triunfo en los comicios presidenciales de EEUU, pronunciamiento que antes no tenía sentido.
¿Qué pasará después en el churrigueresco mapa político de EEUU, donde el mayor perdedor es su pueblo? Lo único que hasta ahora está claro es que nada está claro, pero si se supone que todos los eventos se van a desarrollar en el mejor escenario posible: El Congreso no toma en cuenta los votos de los electores alternativos, nombrados por los estados bisagras y que van a votar por Trump (algo nuevo en la política de EEUU), y el 6 de enero nombra a Biden presidente, ratificando la votación del Colegio Electoral; si aplacan sus ánimos adversos el 46% de los estadounidenses, que están convencidos de que en las elecciones presidenciales hubo fraudes masivos en favor del candidato demócrata; si el Presidente Trump acepta su derrota y se aleja sin patalear de la Casa Blanca; si el Estado de Texas no se separa de la Unión y las Fuerzas Armadas de EEUU no deben decretar la ley marcial para evitar una guerra civil. Incluso, bajo estas condiciones idílicas, a Biden no le va a ser fácil gobernar.
Paul Krugman, premio Nobel de Economía, piensa que Estados Unidos se podría convertir en un Estado fallido, inclusive duda de que a Biden le sea factible gobernar, porque “en este momento, existe la posibilidad de que el Senado permanezca en manos de un partido extremista que saboteará a Biden de todas las maneras posibles”. Es probable que, por la pandemia del COVID-19, EEUU se enfrente a “una debilidad económica persistente y a una necesidad desesperada de mayor inversión pública”, algo a lo que los republicanos se opusieron siempre. “¿Por qué van a ser más condescendiente con Biden en el cargo?”.
Además, según el Departamento del Tesoro de EEUU, el deficit del presupuesto norteamericano es mayor que tres billones y el Bank of America predice que este país se enfrentará aun aumento del desempleo, a una caída brusca en la confianza del consumidor y a la desaparición casi total de los ahorros de la población. La deuda es del tamaño de la economía actual y pronto será mayor que en cualquier otro momento de la historia; no ha habido una situación similar desde la Segunda Guerra Mundial.
¿Podrá Biden tomar el toro por los cuernos? Amanecerá y veremos.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno Oriz,
Corresponsal de Ecuador News en Quito
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