Israel y Palestina, otra vez en conflicto
Israel y Palestina, otra vez en conflicto
La sensación de un final del conflicto armado entre Israel y Palestina luce cada vez más lejana. Triste y sangrienta.
Los ataques perpetrados con bombardeos fuertes no dejan dormir a los civiles en ninguno de los dos lados de la frontera, en territorios de demografía abigarrada, donde el fantasma de la guerra nunca se ha disipado, han vuelto a lastimar el alma de la gente.
Da igual a esta hora establecer quién empezó esta vez las agresiones. Cada quien tiene sus versiones y con ellas se quedará como una verdad indiscutible, sin espacio para ponerse en los zapatos del otro ni atender un ápice a sus razones ni aceptar un mínimo de los argumentos y alegatos del ‘enemigo’.
Las fricciones en torno a la mezquita – una de las más importantes del mundo musulmán- volvieron a causar tensiones, ataques a pedradas, disturbios y represión. Es que esa edificación sagrada está implantada en lo alto de otra de similar simbolismo: el muro de los lamentos, que es lo que quedó como recuerdo del templo de Jerusalén de los judíos.
Así, es fácil de comprender que ambos escenarios sagrados para cada una de las religiones implantados en el mismo sitio físico serán siempre fuentes de conflictos y reyertas insuperables. Y todo muy cerca del Santo Sepulcro.
Como la ciudad Santa lo es además para las tres religiones monoteístas más antiguas: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, el foco de atención mundial se fija de cuando en cuando en sus serpenteantes calles, en la desconfianza de las miradas torvas de sus vecinos, en lo inextricable de sus misterios religiosos y en una historia tan fecunda como sangrienta de guerras y enfrentamientos por un mismo y pequeño territorio.
Palestina es hoy una nación con dos circunscripciones cercanas: Cisjordania y la Franja de Gaza. Israel circunda a ambos territorios en buena parte de sus fronteras. Los pueblos de Israel y Palestina se atribuyen la legitimidad de ocupar dichas zonas puesto que en esas zonas han vivido desde antiguo varias generaciones de sus antepasados.
Los ataques cada noche son aterradores. Los habitantes de Gaza ven morir a sus vecinos y desplomarse edificios enteros por los misiles de Israel que despliega ataques por aire, mar y por artillería en tierra. Y ahora, en Cisjordania.
Los bombardeos palestinos son impresionantes y surcan los cielos. La mayoría son destruidos por los escudos antimisiles del Ejército de Israel. Pero de cuando en cuando alguno penetra y destruye. Y hiere. Y mata.
Los disparos en las madrugadas y el ulular de las ambulancias anuncia que esta zona conocida como la Casa de Dios, para los que profesan diferentes credos, es, en verdad, la Casa de la Guerra, como tituló su libro sobre Palestina Miguel Ángel Bastenier.
Otra vez el foco bélico enciende la hoguera de la guerra. La última vez con esa intensidad fue en 2014. Y antes, en 2008. Y así en innumerables ocasiones en una zona geopolítica donde la paz para los árabes y los judíos sigue siendo esquiva, en el corazón de un Oriente Próximo escenario de muchos conflictos bélicos.
OPINIÓN
Por Gonzalo Ruiz Alvarez
Opinión Compartida
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