Batalla de Moscú, primera derrota de Alemania Nazi
Batalla de Moscú, primera derrota de Alemania Nazi
El 22 de junio de 1941, Alemania dio inicio al Plan Barbarossa, diseñado para derrotar a la URSS en tres o cuatro meses. Hitler firmó la orden para desarrollarlo el 18 de diciembre de 1940, luego de obtener grandes victorias en el continente europeo. Sin embargo, el 5 de diciembre de 1941, las Fuerzas Armadas de Alemania nazi, la Wehrmacht, sufrió en las puertas de Moscú su primera derrota militar.
Antes, el 1 de septiembre de 1939 la Wehrmacht, invadió Polonia. La Blitzkrieg fue la estrategia de guerra que le dio grandes éxitos, consistía en concentrar la mayor cantidad de fuerzas en zonas bastante estrechas del frente, con lo que adquiría absoluta mayoría, tanto de soldados como de maquinarias de guerra. De esta manera, la Wehrmacht penetraba en lo profundo de las líneas enemigas y bajaba la moral combativa de sus adversarios, muchos de los cuales se rendían, presas del pánico. Polonia fue derrotada en cinco semanas.
El ejército anglo-francés, que no hizo nada durante el ataque alemán a Polonia, siguió sin hacer nada mientras Alemania concentraba grandes cantidades de tropas en la frontera occidental de Francia y continuó sin hacer nada cuando Alemania, entre el 9 de abril y el 10 de mayo de 1940, se apoderó de Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Luego, en la región de Sedan, los alemanes rompieron las líneas defensivas francesas y sus tanques se precipitaron en dirección a occidente. El pánico se apoderó de las tropas francesas. El 20 de mayo las divisiones motorizadas alemanas llegaron a las costas de la Mancha. El 27 de mayo comenzó la evacuación de las fuerzas inglesas desde Dunquerke, que fue exitosa gracias a que las divisiones alemanas detuvieron su marcha. Este hecho tiene una explicación política: eliminada Francia, principal aliada de Inglaterra, Hitler esperaba acordar con Londres la creación de un frente común contra la URSS, su primer enemigo.
El 14 de junio de 1940 las tropas nazis entraron a París y desfilaron por los Campos Elíseos. El Mariscal Petain formó un nuevo gobierno y pidió a los franceses cesar cualquier resistencia. El 21 de junio, en el bosque de Campiegne, a unos 70 Km. de París, en el mismo vagón en el que 22 años atrás se habían rendido los alemanes a los franceses, bajo los acordes de “Deutschland Uber Alles”, Alemania sobre todos, y el saludo nazi hecho por Hitler, Francia se rindió.
Hitler ordenó ejecutar el Plan Barbarossa cuando para la Wehrmacht trabajaban cerca de 6500 centros industriales europeos y en las fábricas alemanas laboraban 3’100.000 obreros especialistas extranjeros y Alemania poseía cerca de dos veces y media más recursos que la URSS, lo que la convertía en la más poderosa potencia imperialista del planeta; lo acompañaron en esta mortífera aventura la mayoría de estados de Europa continental y numerosos voluntarios del resto del mundo.
La guerra de Alemania contra la URSS era esperada, pero las fechas notificadas por los servicios secretos soviéticos sobre su inicio no coincidían, algunas eran reales y otras erróneas. La “Orquesta Roja” informó a Moscú que “la cuestión del ataque armado contra la Unión Soviética estaba decidida”; Harro Schulze-Boisen, sobrino del Almirante Tirpiz y funcionario del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas de Alemania, comunicó que “la cuestión de la agresión de Alemania a la Unión Soviética definitivamente está decidida. Su comienzo debe esperarse próximamente”; desde el Japón, Richard Sorge hizo saber que la guerra se iniciaría a fines de junio; Zoia Voskresenskaya relata en “Ahora puedo contar la verdad”, que el conde Von Schulenburg, Embajador de Alemania en la URSS, dio una recepción poco antes del comienzo de la Gran Guerra Patria, en ella, Schulenburg la invitó a bailar. Mientras bailaban el embajador disimuladamente la hizo pasar por distintas salas y Zoia cayó en cuenta de que la embajada iba a ser evacuada, pues las salas y los despachos estaban atiborrados de maletas, cajas… y los armarios estaban vacíos, lo que confirmaba la información que tenía el servicio de inteligencia rusa. Horas después, Zoia comunicó lo que había visto a su mando, que, a su vez, informó a Stalin.
Todo eso se sabía, pero la Wehrmacht tenía el mayor poder destructivo conocido hasta entonces. El alto mando alemán estaba tan convencido del éxito del Plan Barbarossa que para después de su cumplimiento planeaba, a través del Cáucaso, la toma de Afganistán, Irán, Irak, Egipto y la India, donde las tropas alemanas planificaban encontrarse con las japonesas; esperaba también que se les unieran España, Portugal y Turquía. Dejó para después la toma de Canadá y EEUU, con lo que Alemania lograría el dominio total del mundo.
No se cumplieron estas expectativas porque, a diferencia del resto de Europa, la Wehrmacht encontró en Rusia una resistencia que los desesperó desde el inicio. El General Galdera, jefe de Estado Mayor de las tropas terrestres de Alemania, escribió: “los rusos siempre luchan hasta la última persona”. Si Hitler hubiera contado con la valentía, el espíritu de combate, la organización, el patriotismo, la disciplina, la productividad y otras características incomparables de los rusos, habría ganado la Segunda Guerra Mundial. Vale la pena recordarlo ahora que algunos malagradecidos despotrican contra Rusia.
El resultado de esa contienda habla meritoriamente a favor de los rusos: de las 783 divisiones alemanas derrotadas durante esta guerra, 607 lo fueron en el frente ruso, donde también fueron abatidos 77000 aviones, destruidos 48000 tanques y 167000 cañones, así como 2500 navíos de guerra. El 75% del poderío militar de la Werhmacht fue destrozado en la entrañas de la Unión Soviética, lo que significó el completo descalabro de Alemania nazi.
Desde el primer día de guerra Stalin emitió órdenes para trasladar la población e instalaciones industriales lejos del frente; por su parte, la población se aglutinó a su alrededor bajo la consigna: “¡Todo para el frente, todo para la victoria!” Ningún soviético permaneció indiferente. Con el fin de defender a la patria, los trabajadores laboraron sin descanso, los poetas escribieron poemas motivadores, los compositores crearon música inspirada, los artistas se presentaron en todos los frentes, los campesinos cosecharon los mejores frutos de la tierra, los ingenieros crearon novedosos instrumentos de combate y los soldados entregaron la vida en aras de la libertad. Nadie permaneció indiferente. Un ejemplo es la creación del nuevo himno de la Unión Soviética, que hasta entonces había sido “La Internacional”. Cerca de 170 compositores participan en el concurso. Stalin, personalmente, aprobó el himno y es el autor de la primera estrofa: “Unión indestructible de repúblicas libres, que la Gran Rusia ha unido para siempre…” Desde el 24 de junio de 1945 se entona en los desfiles del Día de la Victoria y su música es la misma que la del himno de Rusia.
Durante las primeras jornadas de la guerra el Ejército Rojo experimentó la amargura de las derrotas y la mancha parda llegó a pocos kilómetros de Moscú; nada parecía capaz de detener a este monstruo apocalíptico, cuyas botas habían pisado casi toda Europa. Pero, la Wehrmacht no pudo desfilar el 7 de Noviembre de 1941 por la Plaza Roja de Moscú, tal cual había sido planificado, sino que lo hizo el Ejército Soviético, para después marchar al frente de batalla; seguían el ejemplo del Mayor Klochkov, que se arrojó bajo un tanque alemán con granadas en las manos, mientras exclamaba: “Aunque Rusia es inmensa, no hay a donde retroceder, ¡detrás está Moscú!”
Sobre la Batalla de Moscú, el General MacArthur escribió: “En mi vida he participado en varias guerras, he observado otras y he estudiado detalladamente las campañas de los más relevantes jefes militares del pasado. Pero en ninguna parte había visto una resistencia a la que siguiera una contraofensiva que hiciera retroceder al adversario hacía su propio territorio. La envergadura y brillantez de este esfuerzo lo convierten en el logro militar más relevante de la historia”.
Luego de las Batallas de Stalingrado, Kursk… del desembarco en Normandía y de que la URSS liberara a numerosos países del yugo nazi, las tropas del Ejército Rojo entraron en Berlín e izaron la bandera soviética en el Reichstag, el parlamento alemán. Finalmente, el 9 de Mayo de 1945 cesaron los combates en Praga y terminó una guerra que en el frente oriental duró 1418 días.
Esta fecha es sagrada para Rusia, porque para conseguir la victoria se inmolaron 27 millones de sus mejores hijos, 60 millones fueron heridos, quedaron destruidas 1710 ciudades, 32000 empresas industriales, 66000 Km de vías férreas, una pérdida de más del 30% de la riqueza nacional de la Unión Soviética, en valor presente unos 3 billones de dólares; gracias a este sacrificio, la humanidad se vio libre del dominio imperial con que Hitler soñó para un milenio. De lo antes dicho se concluye que se debe evitar el estallido de las guerras; esta sería la más importante lección para las presentes y futuras generaciones.
OPINIÓN
Por Rodolfo Bueno,
Corresponsal de Ecuador News en Quito
www.ecuadornews.com.ec