¿Es el fin de la democracia?
¿Es el fin de la democracia?
En gran parte del planeta, el sentimiento de frustración e impotencia que sienten los ciudadanos del mundo ha puesto en riesgo la existencia de la democracia como sistema de gobierno. No es que la democracia sea un sistema sencillo de gobernar o que predomine en todos los 193 miembros de las Naciones Unidas; nada más lejos de la verdad.
La imposición de las voluntades de los gobernantes autoritarios es más sencilla que encontrar campos de entendimiento y acuerdos de interés nacional. La democracia es el arte de los consensos entre posiciones distintas y muchas veces adversas. Es bastante difícil de aplicar en su integridad, cuando los bandos opuestos imponen estrategias que no defienden el bien común, sino que tienen otros objetivos, entre ellos, torpedear todos los esfuerzos para lograr justamente estos acuerdos nacionales.
Por ello, desde los albores de la democracia de Pericles en la Grecia Antigua, ha sido la argumentación y la persuasión inteligente la que guía los pasos de una democracia integral. Esa entereza moral requiere de estadistas, no de arquitectos del desastre.
La incapacidad de lograr consensos y acordar visiones conjuntas nos trae como consecuencia el inmovilismo, la incompetencia, la corrupción y la falta de compromiso con los valores e intereses nacionales. Allí perdemos todos, porque al no haber salidas convenidas mediante la negociación limpia y transparente, se allana el camino para el fin de la democracia.
No es un problema nacional, es un problema global. La democracia está bajo ataque, porque sus líderes no han sido capaces de encontrar salidas a los dilemas que nos impone la historia.
El portaviones de la democracia navega en aguas minadas; esperamos que ninguna de ellas le hunda, porque todos naufragaremos en el arrepentimiento de no haber consolidado la democracia, que tanto esfuerzo, sudor y lágrimas ha costado.
OPINIÓN
Luis Gallegos Chiriboga
Ecuador News