“Fiebre” de obras locales
Determinados alcaldes, prefectos y presidentes de juntas parroquiales despertaron de pronto y comenzaron a ejecutar obras que durante más de tres años de administración, algunos por más tiempo porque fueron reelegidos, no pudieron hacerlo por ineficiencia en la gestión local.
Unos para optar por la reelección y otros para patrocinar a sus parientes candidatos. Impulsan obras viales que no habían hecho durante su administración como si los electores fueran tontos para no darse cuenta del interés político electoral.
Esmeraldas (provincia turística) es un ejemplo de las pésimas gestiones locales, que no han podido solucionar ni la entrega oportuna de servicios básicos: la provisión diaria del agua potable a pesar de contar con reservas hídricas y tendidos de tubería. La oportuna recolección de basura. El desastre en materia de vialidad. Qué decir de la falta de alcantarillado. Todo esto sin contar con el aumento periódico de impuestos y su riguroso cobro.
La parroquia de Tonsupa, cantón Atacames, hoy atendida parcialmente de manera interesada, justo en este período electoral. Fines de semana y feriados trabajan en el reasfaltado de una vía, mientras el resto de calles siguen en peores condiciones, incluso una avenida de acceso de San Carlos hacia la playa que por años mantiene cráteres que impiden transitar.
Otros candidatos promocionan “el regreso de lo bueno”, cuando el electorado no debe olvidar que saquearon los recursos del Estado durante una década de administración. Otras autoridades de diversas organizaciones políticas, que no pueden reelegirse luego de largos años en funciones, seguramente se retirarán a disfrutar de sus nuevos bienes producto del “enorme sacrificio en el cargo público”. Mientras tanto, provincias, cantones y parroquias siguen hundidas por décadas en la falta de servicios básicos y buenas vías. Los electores tendrán la palabra y la responsabilidad para castigar en las urnas a las malas administraciones y a las empresas electoreras llamadas organizaciones políticas.
OPINIONES
MIGUEL RIVADENEIRA VALLEJO
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